JORGE GIL ÁNGEL
EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
Salvatore Mancuso, excomandante de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), y Rodrigo Londoño, último jefe de la guerrilla de las Farc, reconocieron ayer los crímenes que esos grupos cometieron contra comunidades indígenas, por los cuales pidieron perdón.
Las declaraciones de Londoño y Mancuso ocurrieron en el encuentro "Pueblos indígenas en situación y riesgo de exterminio físico y cultural: su dignidad, resistencia y aportes a la paz", organizado por la Comisión de la Verdad con el objetivo de contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido en el conflicto armado.
En el acto, realizado virtualmente por la pandemia de la covid-19, también participaron líderes indígenas de comunidades repartidas a lo largo y ancho del país que relataron las atrocidades de las que fueron víctimas, perpetradas por las Farc, las Auc y el Estado colombiano.
Las Farc
Londoño, conocido en su época de guerrillero como Timochenko y ahora jefe del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), reconoció que la guerrilla nunca tuvo en cuenta la cosmovisión de las comunidades aborígenes.
"A pesar de que estábamos luchando por una causa que tiene objetivos comunes como el tema de la tierra, en ningún momento tuvimos en cuenta su cosmovisión, que es distinta a la nuestra; nunca tuvimos en cuenta su manera de afrontar los problemas y de resolverlos, sus formas organizativas y sus propias visiones", expresó.
Según Londoño, "esa lectura equivocada trajo como consecuencia para ustedes, para los pueblos indígenas, para las comunidades indígenas, dolor, desarraigo, desplazamientos, muertes, heridos, el dolor en muchos hogares y algo que fue puntual pero muy doloroso, por lo abominable que es, los casos de violencia sexual".
Es por ello que a nombre de la antigua guerrilla les pidió perdón "por los efectos negativos de una lucha que en sus inicios y en su final" creían que era "justa y comprometida", pero que "desafortunadamente" la hicieron a través de la guerra.
En ese sentido, las Farc reconocieron ayer su participación en la masacre del municipio de Murindó (Antioquia), en la que fueron asesinados ocho indígenas en 1986.
Las Auc
Mancuso reconoció la ejecución del asesinato del líder indígena Kimy Pernía Domicó, perpetrado en 2001 en la región Caribe, ordenado por Carlos Castaño, y aseguró que este caso fue un "crimen de Estado".
Pernía Domicó desapareció el 2 de junio de 2001 en el casco urbano de Tierralta (Córdoba) donde habita la comunidad embera del Alto Sinú, tras ser obligado a subirse a una motocicleta.
Mancuso, extraditado a EE.UU. en mayo del 2008 durante el Gobierno de Álvaro Uribe, fue condenado en ese país por narcotráfico, pena que ya cumplió y está a la espera de que la Justicia decida si lo extradita a Colombia o lo deporta a Italia, ya que también tiene ciudadanía de ese país.
En respuesta al reconocimiento que hicieron Mancuso y Londoño, el secretario de la Mesa de concertación Indígena, Gerardo Jumí, aseguró que el conflicto ha dejado más de 3.000 víctimas de las comunidades aborígenes y que ellos no quieren que esta barbarie continúe.
Comunidades en riesgo
Según la Comisión de la Verdad, en Colombia existen 115 pueblos indígenas que conservan 65 idiomas nativos, de los cuales la mayoría han sido afectados por el conflicto armado.
En esa línea, el organismo creado tras la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc en 2016 alerta que de esos pueblos hay 68 que "están en grave situación y riesgo de exterminio físico y cultural por el conflicto".
El Estado colombiano ha reconocido 752 resguardos en territorios ancestrales de estos pueblos, que ocupan aproximadamente 34 millones de hectáreas.
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