Argemiro Piñeros
COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Los días tensos por los que pasa la relación entre Colombia y Venezuela hacen recordar la crisis del 2010, cuando los entonces presidentes, Álvaro Uribe y Hugo Chávez, llegaron a un rompimiento parcial de las relaciones entre las dos hermanas naciones.
Las cosas hoy son diferentes, porque la molestia del presidente Nicolás Maduro por la reunión de Santos en Bogotá con el jefe de la oposición venezolana, Henrique Capriles, correspondió, en opinión de analistas, a una reacción para intentar calmar el agitado ambiente interno que tiene en su país, en donde su elección como mandatario aún no es validada por todos los sectores.
Colprensa conversó con tres analistas que coinciden en que el hecho de esta semana se debe considerar una bravuconada de Maduro y no un inminente rompimiento de relaciones.
Tres preguntas
1. ¿La salida a esta coyuntura debe buscarse por la vía diplomática o debe haber en Colombia posturas públicas duras?
2. ¿La calidad de mediador de Venezuela en el proceso de paz podría dificultar la negociación con las Farc?
3. Al hacer pública su molestia, ¿Maduro busca distractores para evitar poner el foco en su debilidad gubernamental?
José Ángel Hernández, profesor de la Universidad de la Sabana
1. Debe ser diplomática y así será. A ninguno de los dos gobiernos les conviene estar en esta situación de manera prolongada, y menos a Colombia, en pleno proceso de negociación con la guerrilla. En cuanto a Maduro, estos acontecimientos le convienen para aunar a sus huestes desmoralizadas; recordemos que el enemigo exterior es utilizado por estos regímenes en momentos de crisis. Tampoco le conviene a Venezuela perpetuar este asunto, que le hace ver como un antidemócrata pues es normal para los países con democracias constituidas que el jefe de la oposición se reúna con jefes de Estado de otros países.
2. No creo que afecte excesivamente, sobre todo sabiendo que la verdadera medidora y líder de ese proceso es Cuba.
3. Como ya contesté antes, el enemigo externo es usado por estos regímenes cuando la situación es complicada y como distractor; la Venezuela Bolivariana no podía ser menos.
Ronal Rodríguez, analista de la Universidad del Rosario
1. Dada la necesidad y la particularidad de la relación colombo-venezolana, lo más deseable es evitar caer en el círculo de micrófonos. Cuando Uribe y Chávez dejaron que la relación se manejase por los micrófonos, los damnificados fueron los colombianos y venezolanos, tanto de frontera como los de interior, que perdieron espacios laborales por un afán de protagonismo de sus líderes. En este caso, Santos ha actuado con mesura y lo ideal es que lo siga haciendo.
2. Venezuela es acompañante en el proceso de paz y jugó un papel fundamental al sentar a las Farc en la mesa, pero con la muerte de Chávez y las elecciones pasadas ya no es tan importante, pues también se ve afectado por las dinámicas del conflicto y le interesa que se logre la paz. El proceso ya tiene algo de madurez y es además una buena prueba para ver si puede cuajar.
3. Siempre se corre el riesgo de que el establecimiento venezolano, y en particular la facción que está en el poder, trate de utilizar una confrontación con Colombia para desviar la atención de los problemas internos. Pasó en los 80, en los 90, pasó con el presidente Chávez. No sería raro que volviese a esa estrategia, pero el margen de maniobra que tiene Maduro es menor que el de Chávez.
Fernando Cvitanic, internacionalista
1. Indudablemente la diplomacia de micrófono no ha traído nada bueno. Es claro que la política exterior colombiana no puede estar dependiendo de las bravuconadas del señor Maduro, el Gobierno colombiano no tiene nada qué explicar. En un país civilizado es normal que se reciba al jefe de la oposición de otro país, no tiene nada de extraño, pero estamos hablando de un país no democrático, como es Venezuela.
2. El proceso está suficientemente maduro para seguir; de hecho, ni las Farc han mencionado el tema por ahora, no han mencionado a Maduro y siguen tranquilos en la mesa negociando. El papel fundamental lo cumple Cuba, y si el asunto no le molesta, no habría nada qué decir. También veo la falta de solidaridad de los otros países, que cuando pasaba algo apoyaban a Venezuela. Aquí he visto que muchos gobiernos amigos de Maduro no lo han apoyado, como sí lo hacían con Chávez.
3. Un país con la ideología de Venezuela es muy distinto. Lo que piensan Maduro y Santos está en las antípodas, el asunto es que el pragmatismo nos lleva a tener buenas relaciones con Venezuela, porque muchos sectores se benefician; Venezuela también está dependiendo de Colombia, esto no pasará más allá de una bravuconada. Cuando un presidente tiene problemas de legitimidad dentro de su país y en su partido, tiene que mostrar señales de poder.
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