Miguel André Garrido
Colprensa | LA PATRIA | Bogotá
A escasos días de cumplirse el primer mes desde la firma de la paz con las Farc es posible entender por qué se ha manifestado que si llegar a un acuerdo fue una tarea ardua; lo más difícil será materializarlo y poner a andar los propósitos fijados para los primeros 180 días.
“La experiencia internacional demuestra que los primeros días de la desmovilización son los más críticos para asegurar que los combatientes no abandonen el proceso de paz y para prevenir un aumento de la violencia”, dijo la ONU.
Hoy es posible apreciar al menos tres flancos que parecieran estar descuidados, o por lo menos en los que se refleja lo que algunos especialistas denominan como la ineficacia del Estado, y otros califican como la ya consabida improvisación de los gobernantes. Se trata de la seguridad, la logística y la política.
Las cifras hablan por si solas. Desde el 2011 se cuentan 125 integrantes de Marcha Patriótica asesinados. Según Indepaz, 76 de estos casos se presentaron este año, entre los que se destacan líderes comunales, campesinos, indígenas, estudiantes, reclamantes de tierras y víctimas. En este caso la oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia documentó 61 asesinatos en el 2016, de defensores de derechos humanos y líderes sociales en áreas rurales, 21 de los cuales ocurrieron después de la firma del primer acuerdo de paz, el 26 de septiembre.
Deficiencia
A la seguridad se suman los recurrentes llamados de la guerrilla para que se adecúen con prontitud los lugares a los que se movilizarán, y de los que se dicen, no cuentan con servicios ni con albergues. En medio de esas denuncias por deficiencias se dio a conocer el lunes pasado la muerte de Ramón Antonio Ramírez Moreno, alias Elkin Palacios, integrante del Frente 57 de las Farc, en un campamento de preagrupamiento. ¿Qué pasa con la atención que deben tener los desmovilizados? ¿qué pasó con la ayuda humanitaria?
Estas preocupaciones las comparte la ONU. Luego de dos semanas de iniciado el proceso de desmovilización ninguna de las 27 zonas a las que debe llegar la guerrilla están equipadas. “Hay acceso limitado a agua potable, alimentos, servicios de salud y electricidad”, dijo el organismo internacional.
En el escenario político los riesgos no son menores, hay que ver nada más las reacciones en el Capitolio hasta donde llegaron esta semana varios miembros de las Farc y sus representantes en lo que se considera el primer paso para concretar su partido político Voces de paz y reconciliación.
Dudas y certezas
Álvaro Villarraga Sarmiento, director del Centro de Memoria Histórica, resalta el cumplimiento de las partes respecto del cese el fuego, y el acompañamiento de la comunidad internacional, pero fue claro en su preocupación por la violencia contra líderes sociales.
“De manera oculta, y simultánea, se presenta una foco común de ataque sistemático”, dice al señalar que las agresiones se están dando no solo en un espacio de tiempo similar y además en distintas regiones del país.
Para Villarraga los asesinados tienen un común denominador por sus roles. “Pareciera ser un coletazo de guerra sucia, un sabotaje contra el proceso de paz”, precisa y vincula a las disidencias que se presentan en las Farc y destaca el que desde la cúpula de la guerrilla se haya expulsado a quienes se han apartado de los acuerdos, cinco casos en la semana que finaliza.
La referencia está ligada al accionar de las bandas criminales que llegaron a ocupar los lugares que han dejado las Farc.
Villarraga agrega que a medida que los miembros de las Farc abandonan áreas tradicionalmente bajo su control, “el Estado aún no ha asumido plenamente sus funciones, dejando un vacío de poder” y de paso abriendo las puertas para el accionar de los grupos criminales.
Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, señala que hay que tener presente la seguridad de los desmovilizados que van a hacer política, y de quienes liderarán los procesos políticos. “Es dramático. En lo que va del año al menos 200 líderes han muerto, y aunque se sabía que iba a pasar, no se adoptaron las medidas respectivas”, y centra su preocupación en la seguridad en las regiones, pues -dice- no ve con claridad la manera cómo va a actuar el Estado.
El tema de la logística no se puede desestimar si se quiere alcanzar la “paz estable y duradera”. Es necesario que el Estado atienda este punto. “De no atenderse se puede menoscabar la aplicación de los acuerdos”, precisa Villarraga, en referencia a las 20 zonas de transición y normalización.
Política
Este es el eje central del proceso. “Es saludable para la democracia que todos entendamos la necesidad de permitir que los desmovilizados se conviertan en actores políticos”, dice Álvaro Villarraga, al recordar el camino que desde mediados de semana empezó a recorrer la guerrilla de las Farc con personas cuyas ideologías son afines, pero quienes no han estado en sus filas.
“El reto es poder brindar las garantías necesarias”, precisa Villarraga, al recordar que jefes de las Farc ya han dado señales para llegar a acuerdos y convergencias con sectores de izquierda y democráticos de cara a su papel en la arena pública y política.
El 2017
Será un punto de inflexión en la historia de Colombia por estar viviendo la realidad de un proceso de paz, tras medio siglo de guerra con la guerrilla de mayores raíces históricas y potencial bélico. En la perspectiva más inmediata es necesario entender que este no es un proceso fácil, y menos lo es pasar de la guerra al entendimiento, y mucho menos a la inclusión.
Las frases
- “Solicitamos al Gobierno que designe un responsable de gestionar la crisis con autoridad ejecutiva para abordar estos problemas prácticos y así evitar socavar un proceso de paz que promete mucho, si se implementa adecuadamente”, reclama Naciones Unidas.
- “El reto es desalojar las economías ilegales y copar las zonas históricamente abandonadas por el Estado”, Álvaro Villarraga.
- “De haber ganado el Sí el 2 de octubre hubiera sido muy complicado. No se tendría nada. Hace una semana estuve en una de las referidas zonas en Cauca y ni siquiera había una estaca”, Ariel Ávila.
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