Colprensa| LA PATRIA
El presidente de la Cámara de Representantes, Hernán Penagos, reconoció que en el Congreso hay indisciplina parlamentaria, pero advierte que el problema está en la ley, ya que el Reglamento no es claro sobre la forma de castigar a los ausentistas.
Destaca la labor legislativa y dice que a pesar de la indisciplina se logró evacuar la agenda del Gobierno. Asimismo, reconoce que el país requiere de una reforma a la justicia, pero en puntos específicos que ayuden a solucionar los problemas de la rama, pero enfatiza que el mensaje que se le debe enviar a la opinión pública es que un acto legislativo no va a solucionar todas las falencias en este sector.
-¿Cómo fue esa experiencia en este periodo legislativo al frente de la Cámara de Representantes?
La verdad es una experiencia muy interesante, yo venía de ser diputado de la Asamblea de Caldas, pero las proporciones son muy diferentes, presidir la Cámara de Representantes, primero es muy grande, segundo es un reto muy interesante porque se trata de buscar la manera de garantizar que el debate político se lleve a cabo con todo el juicio, garantizarle la participación a todas las bancadas de los diferentes partidos y de, alguna manera, poder tener diálogo con 164 congresistas es un poco complejo, pero siento que hemos llevado la tarea con las mejores relaciones sacando adelante los propósitos que la Cámara se ha planteado.
-Esta legislatura se caracterizó por la indisciplina de los congresistas, mucho ausentismo. ¿Por qué hasta ahora ninguna de las mesas directivas ha tomado medidas para castigar a quienes no cumplen con su deber constitucional?
Por varias razones. Lo primero que quiero decir es que muy a pesar de la indisciplina que se observó, la agenda legislativa fue evacuada en su totalidad, los proyectos que presentó el Gobierno y los más importantes de iniciativa parlamentaria se sacaron adelante. Lo que ocurre es un problema de la misma Ley Quinta. Le explico, de acuerdo con la legislación, la sesión ordinaria de la Cámara dura tres horas, eso quiere decir que si los congresistas están tres horas, después de ese tiempo cuando se declara sesión permanente, no tienen obligación de estar en el recinto, entonces en muchos casos las sesiones son eternas, duran hasta diez horas, cuando pasa la tercera hora, ya un congresista no puede ser sancionado si se retira, ahí tenemos una dificultad.
-Lo segundo, más complejo todavía, obedece a que la ley no aclara cómo se castiga el ausentismo, si un congresista no va a la sesión la mesa directiva inicia un proceso administrativo que termina en el descuento del día, pero si el congresista va a la sesión, se registra en asistencia, se queda 15 minutos o 20 y se va se entiende que estuvo en la sesión y jurídicamente es muy complejo sancionarlo por ausentista porque él demuestra que estuvo en la sesión a pesar de no haber participado en la sesión.
-Entonces, eso obligaría a una reforma a la Ley Quinta…
Ahí es donde yo digo que se tiene que hacer una reforma al reglamento del Congreso para que, por ejemplo, sea obligatorio verificar el quórum cada hora o cada hora y media y quien no esté se entienda como ausentista y se le pueda iniciar el proceso para el descuento del salario. Ese es el problema, llega se registra, se queda unos minutos y se retira, ahí no se le puede calificar de ausentista.
-¿Usted dice que se evacuó la agenda legislativa, pero con ese ausentismo los debates y el trámite de esos proyectos se hicieron con cuidado, con el estudio serio que se requería?
Creo que de las pocas legislatura terminó como esta, ya que no hubo proyectos importantes aprobados a pupitrazo ni al filo de la media noche, ni a las carreras del último día, de hecho el último día fue una sesión de tres horas bastante tranquila y pacífica y se levantó una vez terminada la agenda. Esto para decirle que los proyectos tuvieron todo el debate y como la agenda no fue tan prolija como en años pasados, fue más reposada y los proyectos tuvieron todo el tiempo para su estudio y le puedo referir el de referendo para la paz, el de defensoría técnica de la fuerza pública, el que amplió el 4 x 1000. Puedo asegurar que hubo mucho debate, uno puede decir que los proyectos son buenos o malos, pero el debate fue lo suficientemente largo y con las garantías a la oposición.
-¿Qué piensa de la denuncia del expresidente Álvaro Uribe sobre que los congresistas habrían recibido auxilios parlamentarios para que apoyen la reelección de Juan Manuel Santos?
Lo que digo es que cualquier persona tiene derecho a denunciar si cree que tiene argumentos para eso. Pero en síntesis debo decir que hacia allá no se debe orientar el debate político de las elecciones que se vienen, creo que el debate debe orientarse a las ideas, a la política pública, a los actos de gobierno, a los proyectos ejecutados, pero si este debate político que viene va a estar en torno a denuncias, cuestionamientos eso no le hace bien a la democracia.
-¿Estos escándalos sumados al ausentismo y demás comportamientos de los parlamentarios le ayudan al Congreso a que siga con una imagen tan negativa como la que se advierte en las encuestas?
Hay un libro que se llama ‘Perspectiva histórica del Congreso de la República’ y ahí recoge la historia del Legislativo durante toda la época republicana y cuando se lee evidencia que siempre, durante la historia del país y de los de América Latina, el Congreso de Colombia ha sido el más cuestionado, más golpeado y que siempre ha pagado los platos rotos de las discusiones políticas de los partidos. Claro que ha puesto de sí para eso, ha habido muchas actuaciones ilegales, antiéticas, muchos congresistas han actuado en contravía de los derechos del país, eso no lo puede negar nadie.
-Cada que termina una legislatura es difícil que lo que se señale sea lo bueno que pueda salir de allí y por el contrario siempre hay un lunar en su actuación, eso va generando y reduciendo la imagen muy caída, eso lo golpea. Eso tiene un fundamento político alto y es que, en últimas, quien efectivamente representa la voluntad popular de un país es el Congreso y estos representantes son los que la ciudadanía espera que les resuelvan sus problemas por encima del mismo Presidente, alcaldes o gobernadores.
-¿Usted cree que a estas alturas se hable de una reforma integral a la justicia, máxime cuando se asoma en momentos en que el Procurador destituyó al Alcalde de Bogotá?
Al margen de la circunstancia coyuntural del alcalde Gustavo Petro este país requiere una reforma a la justicia y eso se demuestra fácilmente con la forma vertiginosa como ha perdido favorabilidad la Rama Judicial, pero debo señalar que esa reforma no se puede pretender que con un acto legislativo se resuelvan todos los problemas, eso es impensable y cuando nosotros llamamos a eso una reforma a la justicia ahí empiezan los problemas, porque mandamos un mensaje como si este acto legislativo va a solucionar todos los problemas y eso no es así.
-Necesitamos una reforma más coyuntural que ataque los problemas como las investigaciones de los altos funcionarios del Estado, que diga cómo vamos a crear un órgano independiente que sea capaz de investigarlos; que resuelva el problema del Consejo Superior de la Judicatura y de la Administración de Justicia y que sea clara con competencias precisas para evitar escándalos, y tres que resuelva el problema que el colombiano quiere de acceso a la justicia que es celeridad en la resolución de los problemas jurídicos.
-¿Ha sentido el impulso de salir corriendo cuando ve que la Cámara no responde a las expectativas del país?
Se me ha notado, inclusive algunos compañeros me lo han dicho. A veces me he sentido un poco desesperado, más por el deber de sacar la agenda rápido, por las dificultades para explicarle a la opinión lo que ocurre en la plenaria, porque a veces uno no se hace entender bien, son muchas razones, es muy complejo, son muchas voluntades, son muchas personas con diferentes comportamientos. He tratado de tener un mejor diálogo.
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