Víctor Diusabá Rojas
EFE | LA PATRIA | Bogotá
El diestro colombiano Juan de Castilla se convirtió este sábado en el gran triunfador de la corrida en la que la afición bogotana se reencontró con la actividad taurina, esta vez en la plaza 'Marruecos' o Puente Piedra, en el municipio de Subachoque, cerca de la capital colombiana.
De Castilla, oriundo de Medellín, le cortó dos orejas a su primero y una al segundo de su lote. El español José Garrido cortó un apéndice y su coterráneo Román Collado no obtuvo trofeos. La entrada colmó más de tres cuartos del aforo.
Los otros grandes protagonistas fueron los toros de la ganadería Mondoñedo, la más antigua de la cabaña brava colombiana en actividad.
Bravos y encastados en general, exigieron a los espadas y permitieron su lucimiento.
Ficha de la corrida
Seis toros de Mondoñedo, bien presentados y bravos, con uno, el cuarto de la tarde, de vuelta al ruedo por su comportamiento en el caballo, donde tomó tres varas. Los demás, entre palmas en el arrastre.
Román, azul pavo y oro: Palmas y silencio.
José Garrido, azabache y oro: Oreja tras espadazo y palmas luego de aviso, luego de pinchazo, entera y dos intentos de descabello.
Juan de Castilla, luto y plata: Dos orejas luego de estoconazo y oreja después de espadazo.
Volvió para triunfar
Hace rato Juan de Castilla dejó de ser sorpresa. Más bien su costumbre de salir por la puerta grande casi se ha hecho cotidiana. Ahora lo hizo en Marruecos, o 'Puente Piedra', como la llaman coloquialmente los aficionados de la capital colombiana.
Y lo hizo por partida doble. Primero, al cortar dos orejas al que le sirvió para volver a los ruedos después de casi dos años de inactividad.
La suya en ese toro fue una faena digna de este ruedo, pero también de cualquier albero de primera categoría en este país y en otras latitudes.
Mando, temple, poder y mucho sitio se convirtieron en eficaz fórmula, tanto para dejar ver todas las cualidades del toro de la familia Sanz de Santamaría, como en la tarea de sentar primacía de principio a fin y rematar con espadazo que le dio pleno derecho a las dos orejas.
En el sexto, De Castilla remató su gran tarde ante un animal con raza que le exigió, a lo que el torero local supo responder. Oreja.
José Garrido exhibió en este ruedo lo que ya había escrito con lujo en Manizales hace unos días.
Así cosechó más que una ilusión para sí mismo en el de su apertura, oreja. Y pudo cortar otra en el quinto, en el que se puso muy firme como recurso indispensable ante un ejemplar que dio pelea, pero la espada no entró.
Román también figuró por momentos en la galería de emociones de la tarde, con dos toros muy diferentes. Uno, el primero, más presto para ir tras los engaños, aunque fue de más a menos. Palmas.
El cuarto de la tarde dejó huella de bravura en el caballo y luego, por instantes, acompañó las líneas que le trazó el torero español. El estoque no funcionó y todos los honores se los llevó el astado, al que le dieron vuelta al ruedo.
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