Iniciar un diálogo de "alto nivel" entre el Gobierno Nacional y las autoridades indígenas del Cauca es la conclusión de la reunión realizada ayer en Toribío y a la cual asistieron representantes de las comunidades indígenas, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría y el alto consejero de la ONU en Colombia, Bruno Moro.
Para esto, se espera que antes del próximo lunes se defina la instalación de una mesa con voceros del Gobierno y los indígenas, en la que se puedan "analizar y resolver las propuestas de los cabildos sobre los territorios indígenas y la situación de orden público en el Cauca.
El delegado de la ONU, Bruno Moro, reafirmó que su papel en los diálogos entre el Gobierno y los indígenas es de mediador, para conseguir una solución pronta al conflicto en el Cauca.
Al término de la reunión, Feliciano Valencia, líder de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, dijo que en esta mesa de diálogo se le quiere presentar el desacuerdo de las comunidades indígenas con la ocupación militar del cerro El Berlín, centro de los enfrentamientos entre estas comunidades y la Fuerza Pública en los últimos días.
En el acta del encuentro, que será presentada al Gobierno Nacional en las próximas horas, los indígenas solicitaron que la Fiscalía se abstenga de judicializar a las personas que participaron en las acciones de desalojo de la base militar del cerro El Berlín, para que sean juzgadas con los mandatos indígenas.
Acordaron más puntos
Los otros puntos tratados son, según explicó Valencia, "que el Gobierno se comprometa a no hacer señalamientos generalizados entre las comunidades indígenas diciendo que pertenecen a grupos ilegales", por lo que estas comunidades piden que se haga una aclaración pública al respecto.
Además, solicitan al Gobierno atención a las personas que resultaron heridas durante la retoma de la Fuerza Pública en la base militar del cerro El Berlín y que "existan garantías durante las conversaciones", mediante la presencia de Todd Howland, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, el Defensor del Pueblo, Volmar Pérez, y una personalidad colombiana independiente de las dos partes.
La reunión con las autoridades indígenas en Toribío comenzó casi a las 11:00 a.m. con la presencia de Bruno Moro. Aunque se esperaba al alto consejero presidencial, Aurelio Iragorri, éste no pudo asistir, pero estuvo en contacto permanente con los asistentes.
Moro recordó que ya existe un preacuerdo entre el Gobierno Nacional y las autoridades indígenas. En ese preacuerdo, que fue el resultado de una reunión realizada el miércoles en Santander de Quilichao, se establece que el Ejército y la Guardia Indígena no protagonizarán nuevos choques como los que se han dado en zonas rurales de Toribío y Caldono.
Sobre el caso específico del cerro El Berlín, donde están ubicadas varias antenas de comunicación, se acordó que las Fuerzas Militares se quedarán en la parte alta , mientras que los nativos permanecerán en los caminos que conducen a la montaña.
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En Toribío temen posible toma guerrillera
En Toribío corre el rumor de que el VI Frente de las Farc se tomará el pueblo. Se trataría de una represalia por la captura que hizo la Guardia Indígena de cuatro de sus miembros hace dos días.
El párroco de Toribío, el sacerdote canadiense Alain Forcier, dice que a la Iglesia ha llegado la misma información. Entonces ha dormido poco. El misionero keniano Irungu Muangai Patrick agrega que muchas veces esos rumores son simples chismes, pero en el pueblo chismes como esos se hacen realidad.
Durante esta semana se ha agudizado el conflicto en Toribío, después de que la Guardia Indígena desalojó a las tropas del Ejército en el cerro El Berlín y, un día después, el Ejército y fuerzas del Esmad, recobraron el control de la zona. En medio de esta situación se generaron disturbios y hechos confusos en los que al parecer, por error militar, murió un indígena.
La iglesia está a un par de cuadras del búnker de la policía, donde el mayor Simón Cornejo, protegido por una trinchera construida con sacos de arena, confirma que la amenaza del ataque de la guerrilla es evidente, según información de inteligencia militar. Siempre en este pueblo es así, dijo, como acostumbrado a la zozobra.
En el casco urbano insisten que están cansados de aquello. Se enfrenta el Ejército con la guerrilla en un conflicto que ninguno ganará jamás, ninguno perderá. Los que pierden son precisamente ellos, los habitantes del pueblo. Mientras los actores armados se enfrentan, acá se cierran las tiendas, los almacenes, los restaurantes, se detiene la economía.
Nadie sale a la calle, los estudiantes pierden clases. Caen las bombas además, se caen las casas, aparecen las víctimas. A Helena Briceño, por ejemplo, la enfermera jefe del hospital indígena, al parecer le deben amputar la pierna después de que un explosivo cayera hace una semana contra el centro de salud y ella resultara herida. Aquí los perdedores son los que andan sin armas y se dedican a asuntos tan opuestos a la guerra como eso de salvar vidas.
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