KLAREM VALOYES
EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
En las entrañas de la selva y atrincherados para restringir el ingreso a sus resguardos, los pueblos indígenas de Colombia buscan refugios para evitar el contagio y la propagación de la covid-19 en sus territorios y echan mano de sus conocimientos ancestrales para enfrentar la pandemia.
Las comunidades indígenas, que representan el 4,4% de la población colombiana (un millón 905 mil 617 de habitantes), han establecido una estrategia de prevención nacional que incluye, entre otras medidas, el bloqueo de vías permitiendo únicamente el ingreso de vehículos que transporten alimentos y productos de primera necesidad para su subsistencia.
La guardia indígena, un organismo de defensa de los derechos, el territorio y la autonomía de las comunidades étnicas, se organizó desde La Guajira hasta el Amazonas para impedir el ingreso de personas ajenas a las poblaciones como turistas, visitantes de instituciones privadas, delegados de ONG o cooperantes internacionales.
Las primeros en hacerlo fueron las comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde habitan pueblos como los arhuacos, kogis,wiwas o kakuamos, quienes pidieron al Gobierno que prohibiera el ingreso de turistas al Parque Nacional Tayrona.
La medida se extendió por casi todo el país y los pueblos fueron cerrando poco a poco sus fronteras, advirtiéndole al Gobierno de las necesidades de muchas de sus comunidades, algunas de ellas sin acceso al agua que garantice su higiene para evitar el contagio.
Una bomba de tiempo
La comunidad indígena es de los grupos más vulnerables ante la pandemia de la covid-19, pues según un informe del 2016 del Ministerio de Salud, las infecciones respiratorias agudas son la tercera causa de muerte en estas poblaciones.
Además, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más de la mitad de esta población vive bajo la línea de pobreza y más del 40% se encuentra en la pobreza extrema, lo que dificulta su acceso a servicios básicos tan necesarios para enfrentar la pandemia.
Por esa razón, la Organización Indígena de Colombia (ONIC) puso en marcha un plan de contingencia para “evitar que la pandemia llegue y se propague en los territorios indígenas” de la mano del personal de salud, los médicos tradicionales, la guardia indígena y estructuras del Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS).
La estrategia, articulada con autoridades nacionales, pretende fortalecer los sistemas de medicina tradicional de los pueblos a través de sus plantas, usos y costumbres, y gestionar con el Gobierno la ayuda humanitaria para que las comunidades puedan recibir alimentación, prevención y agua potable.
Hoy más que nunca, los indígenas promueven la práctica de sus conocimientos ancestrales, de su propia medicina y de los rituales con los que se conectan con la naturaleza para ahuyentar, dicen ellos, a los espíritus.
Los indígenas Nukak, en el Guaviare, solicitaron al Gobierno nacional dotaciones de alimentos y medicamentos para aislarse en sus reservas ecológicas, muchas de ellas erigidas en las montañas del país.
Sin embargo, la solución implica riesgos mayores para muchos de ellos, pues algunas de estas reservas se encuentran bajo el control de grupos armados y otras han sido devoradas en las últimas semanas por incendios forestales.
Hacinamiento en Cúcuta
La ONIC denunció que una comunidad del pueblo Yukpa, asentada en el barrio El Escobar de la ciudad fronteriza de Cúcuta, se encuentra en alto riesgo de propagación tras confirmarse dos casos positivos de coronavirus en su seno, situación agravada por el hacinamiento de unas 250 personas.
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