ARGEMIRO PIÑEROS MORENO
COLPRENSA | LA PATRIA | LA HABANA
Al salón de protocolo El Laguito no le cabía una alma más. Estaba ayer a reventar porque en sus instalaciones un país suramericano, que ha sufrido por medio siglo la guerra interna, estaba próximo a ver cómo los protagonistas de la misma, luego de una larga negociación, estaban listos a anunciar al mundo que el conflicto armado era cosa del pasado.
La 1:00 de la tarde, hora cubana y el mediodía en Colombia, fue el momento pactado para hacer los anuncios. No pasaron muchos segundos de ese instante para que los protagonistas y testigos de honor estuvieran en el salón. El reloj marcaba la 1:04 cuando el mandatario cubano, Raúl Castro, ingresó acompañado del presidente, Juan Manuel Santos, y el jefe de las Farc, Rodrigo Londoño, alias Timochenko.
Ya los esperaban, en una larga mesa que tenía como fondo una paloma alegórica con la leyenda Diálogos de paz, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. A cada costado, igualmente, ya habían hecho su arribo, entre otros dignatarios, los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; de México, Enrique Peña, y de Chile, Michelle Bachelette.
El ánimo subió cuando sonó el Himno de Colombia, cantado con voces muy altas por la mayoría de asistentes. La firma de los documentos que marcaron el cese bilateral, el fin de las hostilidades y el cronograma para la entrega de armas, como aspectos esenciales, fue la primer oportunidad para que en la hora y media que duró el acto Santos y el jefe de la guerrilla estrecharan sus manos.
Tomaron la palabra
El mandatario local, Raúl Castro, tomó luego la palabra. Inició recordando el 19 de noviembre del 2012, cuando en la misma ciudad arrancaron las negociaciones. Recordó que en ese momento fueron muchos los que pensaban que no tendrían un buen término. En cambio, ahora, “el proceso no tiene vuelta de hoja… La paz no es una utopía”, dijo el mandatario cubano, quien le notificó a las partes que seguirá recibiendo a las delegaciones hasta el último momento que se necesite, “porque esta paz beneficia a millones de personas”.
El turno le correspondió al secretario de la ONU, Ban Ki-moon, quien empezó en español, para pasar muy rápido al inglés, lo que obligó a que todo el equipo negociador de las Farc hiciera uso de los equipos de traducción.
Como en cualquier evento, no faltó el lunar. La indisciplina la generó el exministro Álvaro Leiva, quien estaba ubicado al fondo del salón y se paró tantas veces, que ocasionó que miembros de la seguridad cubana reaccionaran pensando que había alguna especie de ataque.
La consecuente discusión entre Leiva y un hombre de seguridad sacó de casillas a reporteros y camarógrafos, quienes, ubicados más atrás que ellos, los rechiflaron hasta obligarlos a sentarse y a que no se volvieran a levantar durante el resto de la ceremonia.
Luego vinieron las intervenciones más esperadas: de Santos y de Timochenko. El jefe guerrillero empezó con el tradicional formalismo de saludos, que rompió con una referencia a quien llamó “el alma del proceso de paz y comandante eterno”, el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Hubo aplauso de buena parte de los asistentes, pero las manos del presidente, Juan Manuel Santos, no se unieron al gesto.
Timochenko sorprendió a los asistentes por su mensaje; también porque dijo que las Farc acogían el plebiscito como el mecanismo de refrendación de los acuerdos de paz. Entendiendo la dimensión del momento, fue el que más habló: su discurso pasó de los 15 minutos. Al final recibió un fuerte aplauso, ese sí, apoyado sin dudas por el presidente Santos.
Para ese momento la emoción parecía desbordada. Entre los funcionarios asistentes se veía a ministros, como Clara López y a negociadores, como Roy Barreras, tomando fotos para subirlas a sus redes sociales.
Y faltaba el artífice principal de la negociación, el presidente, Juan Manuel Santos, quien, contrario a las normas de protocolo, saludó de forma general y entró de lleno a su mensaje. Sus palabras empezaron dando un reconocimiento a sus antecesores que intentaron buscar la paz con las Farc y no pudieron. En el salón le escuchaba de forma atenta uno de ellos, el expresidente César Gaviria, quien en su gobierno ordenó el ataque a Casa Verde, un campamento ícono de la insurgencia.
El presidente Santos insistió que está paz no será con impunidad, pues recordó que los máximos jefes que hayan cometido los peores delitos tendrán su castigo. En ese momento las miradas de los negociadores de las Farc reflejaron tensión, más por la curiosidad de que eran quienes estaban más cerca del punto en que él hablaba.
Así como fue contundente con ese afirmación, Santos lo fue para decir que hoy y nunca compartirá los postulados políticos de las Farc, pero que luchará por defender que los mismos se den en la democracia. Eso generó otro fuerte aplauso que inició de las manos de Timochenko, sin que lo siguiera su jefe negociador, Iván Márquez, quien siguió moviendo el esfero que tenía en las manos.
Y el aplauso que más retumbó en el salón se dio al cierre de las palabras del mandatario nacional, pues fue el momento en que se sintió por todos los asistentes que el conflicto con las Farc se acaba.
Desde los territorios
María Teresa Ramírez Cardona, delegada de presidencia de pedagogías para la paz de la región noroccidente de Colombia, expresó que con lo ocurrido ayer en La Habana cambia la historia del país, pues se inicia la conversación más grande referente a la paz. Al preguntarle qué viene para los territorios, en especial para Caldas, después de la firma del cese bilateral indicó que sin duda el departamento ha sido afectado por la violencia y por ello el lunes de la semana pasada con ocho alcaldes del oriente de Caldas firmaron el primer acuerdo de territorios de paz y posacuerdos. "Fue un acta donde los mandatarios presentaron todos sus proyectos para el mejoramiento de la calidad de la educación, contenidos en el Plan de Desarrollo", dijo.
Agregó que este lunes harán la alianza con los mandatarios del occidente de Caldas y la última será con los municipios que trabajan con población indígena y afro.
Lo que falta para la firma
Abecé sobre el acuerdo
A. La ONU, a través de un proceso técnico, trazable y verificable, recibirá la totalidad de las armas de las Farc y garantizará su dejación. Como resultado, se harán tres monumentos en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, Cuba y en Colombia.
B. El componente internacional en cabeza de la ONU, recibirá en los primeros 60 días el armamento hechizo y los explosivos y rendirá cuentas públicas. Las Farc tendrán 180 días para que la ONU reciba, por fases, la totalidad de su armamento.
C. Las Farc se van a ubicar en 23 zonas veredales transitorias donde se mantendrá presente la institucionalidad y en 8 puntos transitorios de normalización. El movimiento hacia estas zonas contará con medidas de seguridad de la Fuerza Pública.
D. La diferencia entre una zona y un punto será la cantidad de guerrilleros que estarán ubicados, el tamaño y la ubicación. Los puntos fueron concebidos para la llegada de los frentes que se encuentran en zonas remotas y serán pequeños campamentos.
E. Los lugares de ubicación fueron diseñados para hacer el tránsito de los guerrilleros a la legalidad y la dejación de las armas. Se conformarán al finalizar el proceso de conversaciones. En ellos, las Farc adelantarán la dejación de las armas y preparan su proceso de reintegración. Estas zonas facilitarán la labor del mecanismo de monitoreo y verificación en cabeza de la ONU.
F. Se acordaron unas reglas de comportamiento que deberán ser acatadas por todos su hombres y que serán verificadas por la ONU. Las zonas tendrán una logística para atender las necesidades básicas y unos dispositivos de seguridad. Dentro de las zonas las órdenes de captura estarán temporalmente suspendidas.
G. Quienes en cumplimiento de las tareas relacionadas con el acuerdo de paz deban salir de las zonas, serán monitoreados por la ONU bajo un esquema de seguridad a cargo del Gobierno y en ningún caso podrán portar armas ni uniformes.
H. Delitos comunes que puedan cometerse dentro de las zonas, como por ejemplo, hurto y homicidios, serán atendidos por las autoridades competentes.
I. La Fuerza Pública en cumplimiento de sus deberes constitucionales protegerá a los guerrilleros de las Farc en las zonas de ubicación.
J. El cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo es un proceso técnico, serio, ordenado y verificable por la ONU en el cual las Farc terminarán definitivamente las acciones contra la población civil, la Fuerza Pública y la infraestructura del Estado.
K. La ONU encabezará el mecanismo tripartito de monitoreo y verificación con delegados del Gobierno Nacional y las Farc. La misión de parte de la ONU tendrá observadores no armados de los países miembros de la CELAC, que estarán encargados de analizar los posibles incidentes que se presenten en el terreno y que puedan afectar el cese el fuego bilateral y definitivo y el proceso de dejación de las armas.
L. Como producto del cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, las Farc no podrán ejecutar ninguna actividad ilícita como extorsión, secuestro, narcotráfico. Cualquier reincidencia será considerada una violación al cese.
Reacciones internacionales
Un caldense, el rostro de la institucionalidad
El jefe negociador del Gobierno en los diálogos de paz, Humberto de la Calle Lombana, que ayer firmó el acuerdo de alto al fuego bilateral y definitivo con las Farc, es un experto jurista que durante el proceso ha sido el rostro de la institucionalidad.
Nacido el 14 de julio de 1946 en Manzanares, municipio del oriente de Caldas, De la Calle ha liderado durante 43 meses a la delegación oficial en La Habana y respondido en Colombia los cuestionamientos de los críticos del proceso de paz.
Con contundencia y una postura académica que a veces lo hace aburrido para el gran público, De la Calle, que también es columnista de prensa y autor de libros de derecho y economía, ha explicado hasta la saciedad que el acuerdo de paz que se negocia con las Farc es algo "realista" para que en el país "nunca más haya política con armas".
Ese toque doctoral, que combina con su afición a la poesía, le viene de sus estudios de abogado en la Universidad de Caldas, donde se graduó en 1969, el primer paso para una dilatada carrera política en las filas del Partido Liberal, que le llevó incluso a ser vicepresidente de la República.
Su carrera
Su vida laboral la inició en Manizales como decano de la facultad de Derecho de su universidad, y luego fue escalando posiciones en el servicio público, comenzando como Secretario de Gobierno de su departamento.
El salto a la política lo dio durante el gobierno del presidente conservador Belisario Betancur (1982-1986), periodo en el que estuvo al frente de la Registraduría Nacional del Estado Civil, organismo que organiza las elecciones en el país.
Luego fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia y en 1991, durante la presidencia del liberal César Gaviria, a quien es cercano, llegó al cargo de ministro de Gobierno, cartera cuyo nombre cambió luego por el de Interior.
Desde esa posición representó al Gobierno en la Asamblea Nacional Constituyente que en 1991 reformó la Carta Magna de 1886 y dotó al país de una más moderna.
De esa época data su experiencia en contactos con grupos guerrilleros, pues trabajó para facilitar la participación política de desmovilizados del M-19, el Epl y otros menores como el Prt y el Quintín Lame, de origen indígena.
Con esa trayectoria pensó en aspirar a la Presidencia de la República en las elecciones de 1994, pero su partido acabó nominando a Ernesto Samper, a quien finalmente se sumó como candidato a la Vicepresidencia, fórmula que resultó ganadora.
Sin embargo, el escándalo desatado por la revelación de que dineros del cartel del narcotráfico de Cali entraron en la campaña de Samper lo distanciaron del presidente y acabó renunciando a la Vicepresidencia el 10 de septiembre de 1996, dos años después de asumir.
De la Calle está casado con Rosalba Restrepo y tiene tres hijos: José Miguel, Alejandra y Natalia, de quienes dice que espera que no se dediquen a la política, actividad que considera un "mal que no se lo deseo a nadie".
En septiembre de 2012, volvió a la vida pública cuando el presidente, Juan Manuel Santos, lo llamó para liderar su equipo negociador de paz, donde a los 69 años ha alcanzado la proyección que no tuvo en cargos más altos de la vida nacional.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015