CARLOS HERNÁNDEZ
LA PATRIA | ARMENIA
En la primera imagen del libro Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar cuenta cómo aquel emperador romano pasaba a sentirse un simple mortal, “una triste amalgama de linfa y de sangre” cuando debía desnudarse ante su médico. Esta referencia sirve para entender parte de la notoriedad de Heiller Torres, médico ortopedista radicado en Armenia a quien, sin necesidad de hacer ostentaciones, han acudido al menos dos de quienes han sido mandamases en su comarca: un gobernador (Jorge Arango Mejía, también expresidente de la Corte Constitucional) y un alcalde (el manizaleño Mario Londoño, dos veces mandatario de Armenia y luego senador) cuyos malestares los obligaron a despojarse de la solemnidad de sus cargos para someterse a la acupuntura.
Torres, de delantal blanco, cola de caballo, barba espesa y cana (un jipi con bata, dirán algunos tras la primera impresión), también es médico de médicos y de pacientes de otras ciudades del país (incluida Manizales), así como de algunos llegados de Puerto Rico, Estados Unidos, España, Alemania, Italia… Atendió a un sector de la clase alta cuyabra que se quedó sin ingresos suficientes tras el terremoto de 1999, cuando se desplomaron las casas de las que derivaban sus ganancias por medio de arriendo. También lo conocen en el resto de capas sociales, y para ello recuerda de nuevo que los seis meses siguientes al desastre puso su consultorio, gratis, a disposición de los heridos que lo necesitaran.
La buena reputación se la ha ganado gracias a su eficacia con las agujas, actividad en la que ajusta 34 años y que aprendió en Argentina con maestros chinos. En tiempos en que se mantiene abierta la discusión sobre la verdadera eficacia de esta técnica (ver recuadro El debate), los pacientes de Torres, de procedencia variada, están satisfechos.
En una mañana reciente coincidieron en el consultorio tres pacientes que últimamente lo visitan con frecuencia: Lucy Betancourt (madre del exministro de Protección Social, Diego Palacio); Olga Escobar, llegada de Puerto Rico, y el chef Jorge Castro. LA PATRIA habló con ellos.
Testimonios
Doña Lucy padece un lagrimeo que no puede controlar así no sienta ganas de llorar ni esté triste. Asegura el médico: “la única manera que conozco para tratar esto es con acupuntura”. Lo dice mientras clava y clava agujas en los alrededores de las cuencas de los ojos de la señora, que sonríe. Él agarra la parte baja de cada aguja entre los dedos pulgar y corazón, ubica la punta y, con el índice, martilla en seco en la parte alta para insertarla.
El lagrimeo ha mermado, aunque la historia de ella se remonta a una fractura en su brazo derecho. Un médico tradicional le trató la lesión con un yeso y luego con una férula, pero la movilidad de su mano era casi nula. “No podía coger ni un pocillo de tinto”, recuerda. Se encontró a Torres en una fiesta, donde este la convenció de quitarse la molesta venda y de que se pasara a la milenaria técnica oriental. “La mejoría fue inmediata”.
A Olga Escobar, residente en Puerto Rico y quien ha sufrido intensos dolores por la acumulación de líquido sinovial en sus rodillas, le diagnosticaron fibromialgia. Conociendo la dificultad del tratamiento para esa enfermedad, de la que aún se conoce poco, le respondió a su doctor: “Usted está loco”, y decidió buscar más ayuda, sobre todo porque antes ya le habían dado dictámenes diferentes y la habían operado sin mayores resultados. “Me han hecho masacres todas las que quiera”, se queja. Aceptó la recomendación al doctor Torres y ahí va, algo más tranquila.
Un tanto menos adolorido también se siente Jorge Castro, el chef, a quien incapacitaron de por vida luego de un accidente en moto del que le quedaron 62 fracturas y la dificultad de mover su mano derecha, pues la palanca del freno se le enterró por la palma y le salió por el dorso. Los dolores eran insufribles y decidió comenzar tratamiento en Armenia… ya sabrán con quién. Incapacitado ya no está, y se presta a abrir un negocio próximamente.
Contraindicaciones
Heiller Torres nació en Pijao (Quindío), y es de quienes disfrutan llamarse a sí mismos caldenses por haber nacido cuando el Viejo Caldas era uno solo. De hecho, estudió en la Universidad de Caldas, en la época en la que Alejandro Gutiérrez, recordado por haber sido el primer gobernador, oficiaba como rector. Así consta en el mosaico de graduación que Torres mantiene colgado en una pared de su consultorio. Promoción: 1967.
La dedicación a la acupuntura no ha sido una desviación de la medicina tradicional pues, enfático, aclara: “el que la practique debe ser médico”. La explicación es tan sencilla como sensata: el encargado debe estar preparado para detectar cualquier elemento que implique una contraindicación, como un tumor cerebral, insuficiencias cardiacas o las restricciones que imponen algunas medicinas. “No es un juego. La acupuntura puede acarrear efectos indeseables. Puede matar porque hay puntos que, de tocarlos, desorganizan el sistema energético del paciente”.
Torres se encarga de aliviar dolores, básicamente. Fue así como ingresó a este mundo, cuando inquieto por calmar el dolor de sus pacientes les escuchó a colegas hablar de la acupuntura como anestesia. Reconoce que a medida que la técnica ha avanzado por cinco mil años han aparecido aplicaciones nuevas, así que él también combate, entre otras, sinusitis, lumbalgias (que ceden si no hay otra patología asociada), ansiedad, parálisis faciales y asma bronquial, esta comúnmente en niños. Nunca, recalca, sus pacientes se han infectado como consecuencia de los chuzones.
Su fama, sin embargo, no impide que los interesados se le acerquen con incredulidad. Cuando Olga Escobar se enfrentó por primera vez a las agujas de acero y plata, más que miedo por las punzadas, la embargó la sensación de que se trataba de herramientas inocuas. Ahí va con sus rodillas, que le duelen menos que antes.
La recursividad
El médico Heiller Torres estudió artroscopia en el Instituto Europeo de Cirugía, en Hamburgo (Alemania), y es especialista en ortopedia y traumatología de la Universidad de Antioquia. Se ha encargado de darle una particularidad a la ortopedia al crear sus propios instrumentos con materiales de bajo costo, curiosidad que reseñó LA PATRIA en un artículo de hace 26 años.
Hoy continúa mostrando un fijador de Illizarov (foto) que sirve para tratar fracturas y que él armó con acero inoxidable. “Lo veía solo en fotos, así que decidí fabricar uno”, cuenta. Lo propio hizo con otros elementos como un tensor de agujas, del que asegura que comúnmente cuesta $2 millones, mientras que el fabricado por él apenas llega a los $30 mil. En su momento también fabricó taladros, dermátomos (instrumentos para cortar fragmentos de piel), una mesa ortopédica, entre otros.
Se ha planteado como objetivo próximo practicar la Cirugía Mínimamente Invasiva, que evita heridas grandes en tanto se vale de endoscopios para ingresar al cuerpo, guiado el médico por cámaras que le permiten ver dónde operar.
El debate
A pesar de que la acupuntura es una técnica milenaria, practicada en China como medicina tradicional, en occidente se mantiene el debate por su verdadera efectividad. A comienzos de este mes, por ejemplo, la publicación Achives of internal medicine, de la Asociación médica de Estados Unidos, presentó las conclusiones de un estudio en el que se analizaron los resultados de 29 artículos que medían el efecto de la técnica. Se determinó que “es efectiva para el tratamiento de dolores crónicos”, aunque de una forma modesta.
A esto le salió al paso un artículo en Science based medicine, portal dedicado a evaluar los tratamientos y productos médicos a la luz de la ciencia. El autor, palabras más, palabras menos, concluyó que los resultados no eran válidos porque se mantiene un gran porcentaje de pacientes a los que les es útil la técnica por medio del efecto placebo, es decir, se predisponen a que se curarán, y por ello lo logran, a pesar de que en algunos casos las agujas no estén correctamente utilizadas.
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