EFE|LA PATRIA|ESTAMBUL
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se dio un baño de masas en un mitin al que asistió cerca de un millón de personas, en repulsa a la intentona golpista del pasado 15 de julio, y en el que volvió a abogar por la restauración de la pena de muerte.
Horas antes de que comenzara oficialmente el acto, la multitud fue llegando a la explanada de Yenikapi, situada en la orilla del mar de Mármara, donde se habían habilitado unos 250 mil metros cuadrados para la concentración, frente al enorme escenario que acogió a los oradores.
El espacio estaba a rebosar y las personas se apretujaba en la explanada, ondeando las banderas turcas que recibían al entrar en el recinto, mientras cientos de miles más esperaban fuera, haciendo cola de forma infructuosa, y abarrotando las avenidas cercanas.
Incluso algunos de los cientos de buques que llevaban participantes tuvieron que dar la vuelta al no poder desembarcar a los pasajeros por falta de espacio, informó la cadena CNNTürk.
Varios medios turcos, como la agencia semipública Anadolu, aseguraron que "cinco millones de personas" habían acudido al encuentro, incluidas quienes se congregaban en numerosas avenidas adyacentes, plazas y calles laterales.
La multitudinaria afluencia supone un espaldarazo a Erdogan en un momento en el que las masivas purgas y detenciones de supuestos golpistas han generado críticas en la Unión Europea y Estados Unidos.
El encuentro se abrió con el himno nacional, lecturas coránicas y una larga oración del imam jefe de Turquía, Mehmet Görmez, en memoria de los 240 ciudadanos que murieron a causa de los tiroteos o bombardeos de los golpistas en la madrugada del 15 de julio.
Unir a autoridades
Aunque convocado bajo el patrocinio de Erdogan y organizado por la alcaldía de Estambul, en manos del partido gobernante, el islamista AKP, el encuentro pretendía unir a las autoridades y la oposición.
Por ello, también subieron al estrado Kemal Kiliçdaroglu, dirigente del partido socialdemócrata CHP, el mayor de la oposición, y Devlet Bahçeli, jefe del ultranacionalista MHP.
Por el contrario, Selahattin Demirtas, dirigente del izquierdista y prokurdo partido HDP, tercero en escaños, no fue invitado.
El primer ministro turco, Binali Yildirim, incluso lanzó una dura diatriba contra quienes se quieren meter entre kurdos y turcos, aunque no especificó a quién se refería.
Prometió "traer de vuelta a Turquía" a Fethullah Gülen, el predicador exiliado en Estados Unidos al que Ankara considera cabeza de la llamada Organización Terrorista Fethullah Gülen (FETÖ) e instigador del fallido golpe, aunque él lo niega.
Erdogan abogó de nuevo por restaurar la pena de muerte, caída en desuso en Turquía en 1984 y abolida en 2004, porque "el pueblo lo pide", y resaltó que firmaría la ley al respecto en cuanto la aprobase el Parlamento.
"Se utiliza en Estados Unidos, en Japón, en China... se utiliza en la mayor parte del mundo y se ha utilizado en Turquía hasta 1984", recordó Erdogan, quien expresó su esperanza en que los demás partidos se alineasen con su posición, algo necesario para la correspondiente reforma constitucional.
Erdogan, el único orador que fue interrumpido por los aplausos, recordó el papel de las mezquitas en la noche del golpe, al difundir desde los minaretes la llamada a resistir en las calles, y concluyó su discurso con fórmulas religiosas.
Los organizadores habían pedido acudir únicamente con banderas turcas, sin distintivos de partidos o movimientos, pero ondearon también numerosas enseñas de Azerbaiyán, Afganistán y Chipre Norte.
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