EFE | LA PATRIA |VLADIVOSTOK
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, exhibieron ayer una sintonía personal, a juzgar por las sonrisas y elogios que se dedicaron a lo largo de las tres horas que duró su primera cumbre.
Ello en contraste con la cumbre de Hanói entre Kim y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que terminó en un fracaso.
En el escenario de la cita entre Putin y Kim, la Universidad Federal del Lejano Oriente (UFLJ), el ambiente era bastante distendido y los dos líderes se mostraron relajados.
Putin se ganó a todas vistas la confianza del representante de la primera dinastía comunista de la historia, al que alentó a normalizar las relaciones con EEUU y desarrollar la cooperación con Corea del Sur.
Putin consideró “posible” la desnuclearización de la península coreana, más aún cuando le dio la “impresión” de que Kim apoya la no proliferación de armas de destrucción masiva, aunque a cambio de “garantías de seguridad y de defensa de su soberanía”.
Putin ha asegurado que tras el derrocamiento y ajusticiamiento de los líderes iraquí y libio, Sadam Huseín y Muamar el Gadafi, respectivamente, los Kim concluyeron que las armas nucleares eran la mejor garantía de la supervivencia del reino ermitaño ante un intento de violento cambio de régimen por EE.UU.
Por ello, insistió ayer en la necesidad de poner en marcha medidas de confianza y de renunciar a “la ley del más fuerte” a la hora de resolver crisis internacionales como la coreana, que tiene al mundo en un vilo desde el fin de la Guerra Fría.
En una clara crítica a Washington, consideró vital no plantear ultimátum ni demandas unilaterales, sino actuar “con sumo cuidado” con Corea del Norte para descongelar las negociaciones nucleares, estancadas desde hace una década.
Putin apostó por el “gradualismo” en el arreglo de la crisis, en línea con la hoja de ruta propuesta hace dos años por Rusia y China de una moratoria norcoreana de ensayos con misiles y armas nucleares, y el fin de las maniobras militares a gran escala por EE.UU. y Corea del Sur.
Y es que, precisamente, Corea del Norte ha pedido a Washington que en un futuro el negociador jefe norteamericano no sea el duro secretario de Estado, Mike Pompeo, sino un funcionario con mayor tacto.
Kim, que no hizo declaraciones al término de la cumbre, aseguró que había venido a Vladivostok a tratar “las vías para el arreglo pacífico” del conflicto nuclear, que, en su opinión, despierta un “interés prioritario” en el mundo.
Señala a EE.UU.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, cree que la situación en la península coreana depende de la “actitud” de Estados Unidos, acusó a este país de “mala fe” y dijo que su régimen está preparado para cualquier “situación posible”. El líder norcoreano emprenderá hoy el regreso a Pionyang a bordo de su tren blindado
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