
Colprensa | LA PATRIA | BOGOTÁ
Esta semana fue decisiva pare el trámite del proyecto de ley del ‘referendo para la paz’ que fue presentado por el Gobierno Nacional y que busca modificar las condiciones para realizar este tipo de consultas en el país, de modo que puedan coincidir con otra jornada electoral.
Como esta iniciativa tiene mensaje de urgencia, el debate tuvo lugar en sesión conjunta de las comisiones primeras de Cámara y Senado, sin que todavía llegue al momento de la votación. Los legisladores pudieron presentar sus puntos de vista frente al articulado, pero antes debieron superar obstáculos como la recusación presentada en contra de congresistas de esas células, señalados de estar incursos en conflicto de interés, lo que retrasó el desarrollo del debate.
Así, las diferencias ideológicas entre ‘santistas’ y ‘uribistas’ se trasladaron al legislativo, en un acalorado debate que puso sobre la mesa puntos de vista opuestos sobre el proceso de paz con las Farc y su eventual refrendación. Aun así en lo que estas dos tendencias contrarias coinciden es en la necesidad de que los colombianos validen el posible acuerdo al que llegue el Gobierno Nacional con la guerrilla de las Farc en La Habana (Cuba).
La refrendación es necesaria
De acuerdo con el magister en Estudios Políticos y profesor de la Universidad Javeriana, Alberto Cienfuegos, no todos los procesos de paz requieren refrendación. Pero en el país, por cuenta de la crisis de opinión por la que atraviesa el Gobierno, que es reforzada por la fractura entre sectores de la política colombiana como los citados ‘santismo’ y ‘uribismo’, hacen necesaria la refrendación de un acuerdo de paz para “dotarlo de alta legitimidad”.
De ahí que el Gobierno Nacional empiece a explorar fórmulas para hacerlo. En su momento las Farc propusieron la realización de una Asamblea Nacional Constituyente. Idea a la que se ha opuesto el Gobierno. La presentación de este proyecto de ley no solo es un paso para explorar fórmulas de refrendación; muchos, entre ellos el especialista Cienfuegos, creen que es una manera de presionar la firma del acuerdo de paz. El ‘uribismo’ ha insistido en que para cuando lleguen las elecciones del año entrante aún no habrá un acuerdo para refrendar. Pero en el eventual caso de que dicho acuerdo exista, este proyecto abriría tres oportunidades para consultar los acuerdos: una en marzo, durante las elecciones legislativas, y otras dos durante la primera y la eventual segunda vuelta de las presidenciales.
Los referendos para la paz
Aunque este primer proyecto ha sido bautizado como el referendo para la paz, no será ni el primero, ni el único. Otros proyectos de ‘referendos para la paz’ deberán ser tramitados en el Congreso. Para que se realice este mecanismo de participación ciudadana, es necesario que el legislativo emita una ley de la República para autorizarlo, avalando también las preguntas. Como lo que se está consultando a los colombianos busca modificar la Constitución, las preguntas están sujetas al control de la Corte Constitucional.
De ahí que el Gobierno tendrá que tramitar en el Congreso el proyecto de ley con las preguntas sobre los acuerdos de paz a los que eventualmente llegue con la guerrilla. Ese será, efectivamente el real “referendo para la paz” y será el que enfrente los verdaderos desafíos sobre su redacción. Hay quienes opinan que las preguntas bien podrían estar siendo parte de la discusión con las Farc y que en su momento serán debatidas en el Congreso, para que este órgano las apruebe, y entregadas a la Corte Constitucional, para que las avale.
Mientras se consolida el verdadero referendo para la paz, en el Congreso se ha empezado a rumorar que en La Habana ya existe un borrador con las preguntas que presentará al Gobierno al Legislativo para implementar dicho mecanismo de participación. Al parecer, estas preguntas no detallarían los aspectos fundamentes de cada uno de los acuerdos, sino que plantearían a los colombianos que hicieran manifiesto su deseo de conseguir la paz y de respaldar el acuerdo. Así se estaría habilitando al Gobierno para que cumpla con los compromisos pactados en La Habana. Lo cual se entendería como una facultad extraordinaria para el Presidente. Se rumora también que durante la reunión entre las Farc, congresistas y representantes de diferentes tendencias políticas, que se llevaría a cabo el próximo jueves 18 de septiembre, se estudiarán dichas preguntas.
Por lo pronto el primer proyecto de ‘referendo para la paz’ sigue su curso en el legislativo, con buenas posibilidades de ser aprobado. Quizá eso suceda la próxima semana, cuando sesionen las Comisiones Primeras.
Planes
Sobre la forma en que se elaborarán estas preguntas y sobre el mecanismo para dejar en firme los acuerdos de manera legítima, los expertos consultados coinciden en que el Gobierno tiene planes A, B y C, pero que cuál aplique dependerá del acuerdo final al que eventualmente se llegue.
Por un lado el director de Derecho Justo, Juan Carlos Lancheros, defiende que el gobierno podría implementar la combinación de varios mecanismos para dejar en firme los acuerdos. En cuanto a un referendo, asegura que como es necesario tramitarlo por el Congreso, este ejercicio solo se realizaría una vez y contendría los puntos fundamentales. Explicó, recordando la consulta popular que se realizó en Bogotá para implementar el Pico y Placa, que éstas sí pueden coincidir con una jornada electoral, como sucedió aquella vez. Las consultas otorgan al Presidente facultades extraordinarias, pero no permiten modificar la Constitución. De ahí la posibilidad de que tengan lugar las dos cosas, que se refrenden asuntos constitucionales y que se faculte al primer mandatario para otros asuntos que permitan el cumplimiento de los acuerdos. Para él, las preguntas del referendo deben ser específicas y el hecho de hacerlas coincidir con una jornada electoral busca que alcancen el umbral.
Más de un referendo
Carlos Eduardo Jaramillo, consejero presidencial de paz durante el gobierno de César Gaviria, defiende que es probable que se requiera más de un referendo para que la gente se pronuncie sobre los temas de la agenda negociada, pues entre ellos hay asuntos sensibles como el trato a víctimas, la participación en política de las Farc, la utilización de justicia transicional, la propiedad de tierras, la eventual impunidad y hasta asuntos relacionados con el narcotráfico. Por lo tanto, las personas deberían pronunciarse casi que por cada punto de la agenda, bien sea en una jornada de refrendación o en varias. Además, dijo que ésta sería la forma en la que el Estado sabría con toda claridad con qué puntos no están de acuerdo los ciudadanos, como sucedió en 2003 con el referendo impulsado por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez.
“El problema es que no sabemos todavía cómo van a ser los acuerdos. No sabemos si habrá una consulta que recoja todo: narcotráfico, víctimas, participación política, etc., o si más bien se harán consultas por aparte”, inquirió Jaramillo. Para él, el hecho de que el referendo coincida con las elecciones no es garantía de que consiga el umbral, pues la oposición sabe que más que votar de manera negativa, la forma de ponerle trabas a la iniciativa es absteniéndose de pronunciarse en las urnas.
No podemos estancarnos en el rencor
Humberto De La Calle
Jefe de la Delegación del Gobierno en La Mesa de Conversaciones
Está claro que el fin del conflicto no es sinónimo de paz duradera. Este es un punto en el que estamos de acuerdo con las Farc. La paz exige un proceso más largo y complejo. La paz pasa por la implantación de cambios con la mira elevada de lograr mayor equidad en la sociedad colombiana. La paz significa ampliar aún más un modelo de democracia incluyente.
Mucho se ha hecho. 1991 fue un año estelar. Pero aún demasiados colombianos ven el sistema político como algo ajeno que no les pertenece. La paz también significa poner a las víctimas, a todas ellas, cualquiera haya sido su victimario, en la primera línea de las prioridades. Este es un camino en el que se ha avanzado de manera significativa. Pero igualmente falta mucho terreno.
No se trata solo de la reparación material, sino de la implantación de un clima espiritual en el que impere la reconciliación. El perdón no es asunto gubernamental. Es una decisión íntima. Pero un marco de reconciliación corresponde a la comunidad. El reconocimiento de las víctimas y la decisión profunda del "nunca más".
La paz también toca con la justicia. Clamamos porque no haya impunidad. Ninguna impunidad, sin distinguir violencias buenas de violencias malas. Pero la principal medida de la impunidad no es sólo el castigo, sino la reparación de las víctimas. ¿Cuáles? Como lo ha dicho el Presidente Santos, no solo las víctimas pasadas, sino las futuras. Las que hay que evitar. Ellas también tienen su voz para lograr un verdadero equilibrio. Cuánto de castigo debe ser modulado a fin de concluir un conflicto que es la salvaguarda frente a esas víctimas futuras.
No hay que pensar solo en nosotros. No podemos estancarnos en el rencor. La asignatura pendiente de nuestra generación es entregar a nuestros hijos y nietos un país sin violencia política. No importa si el ropaje ideológico sea cierto o fingido. Es un tipo de violencia anacrónica que debe desaparecer de nuestro suelo. Y, por fin, la paz se construye también desde la verdad. Todas las verdades.
Entonces estamos claros en que esa tarea de construcción de paz va más allá de los linderos de La Habana. Pero para comenzar a cultivar la paz duradera hay que terminar el conflicto. Un conflicto que es el freno principal para lograr una sociedad más humana. Nuestro compromiso en La Habana es ese y sólo ese.
Las Farc ponen a diario sobre el tapete de la opinión una serie de propuestas de distinto calibre y pertinencia. Pero la tarea es terminar el conflicto para que en la plenitud de la vida civil, el movimiento desarmado y democrático que surja de este proceso pueda exponer sus ideas, alentarlas, buscar afanosamente el apoyo del cuerpo ciudadano. Eso es distinto a una especie de auditoría armada para la verificación del cumplimiento del Acuerdo final. Ese cumplimiento es bilateral y simultáneo.
A partir de ese momento, bienvenido el esfuerzo de las FARC para presentar a la opinión sus ideas políticas. Y esto exige garantías, claro está. Para ese nuevo movimiento, a fin de que pueda expresarse sin temor, para que haya canales y decisiones que faciliten el tránsito a la vida civil de sus integrantes. También para la sociedad. Para que tenga la certidumbre de que desaparece el secuestro, la extorsión, la intimidación. Para que hacer política no sea una aventura a menudo trágica. Para que no haya campos minados. Para que el destino de los niños no sea el fusil sino el cuaderno.
¿Qué viene después? No el reino de la unanimidad. Claro que no. Tenemos que construir la paz sobre el disenso. Aprender a convivir con él. Seguramente habrá un ejercicio más radical de la política. Más ideológico. También más serio. El siguiente desafío es para los partidos políticos. Deben salir de la zona de confort del clientelismo. Deben prepararse para una mayor controversia. Deben perfeccionar sus plataformas y mejorar sus cuadros de acción política. Tendrán que afrontar decisiones más significativas. Pero la clave estará en que en Colombia nadie muera por sus ideas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015