Argemiro Piñeros Moreno
Colprensa | LA PATRIA | Bogotá
Cercanos y distantes en muchos temas así son Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos Calderón. En la historia de Colombia quedarán las experiencias de los dos últimos mandatarios que gobernaron al país durante 16 años.
Pero será en el capítulo de Santos en donde se deba decir que le recordará Colombia y el mundo como el gobernante que negoció con las Farc su terminación después de 53 años de conflicto y que sus 8 años de Gobierno los terminó solo y con unos aliados que ya no son lo mismo que cuando llegó.
Hoy la soledad que les llega a todos los mandatarios hacia el final de sus administraciones ya acompaña al presidente Santos. Hace dos semanas, su principal aliado e impulsor para que ganara la reelección, el expresidente César Gaviria Trujillo, al momento de ser ungido como jefe del Partido Liberal, le lanzó dardos por permitir crecer tanto la corrupción, por gobernar de forma elitista y porque, según él, de forma tapada solo buscó favorecer a su exvicepresidente Germán Vargas Lleras.
Vargas, quien ha sido socio de Santos desde el 2010 para que ganara en la segunda vuelta y luego en el 2014 como su Vicepresidente, fue eso, un socio pero no el gran amigo. Un aliado que le apoyó en los momentos difíciles y definitivos para que le aprobaran normas trascendentales, ejecutar planes importantes con la vivienda y la construcción de vías, pero lejano y poco comprometido en el gran legado del presidente Santos, la paz.
Ahora Vargas, quien está en plena alborada de su mejor momento político para ganar la Presidencia de la República, se desmarca del Gobierno del que hizo parte, al oponerse, ahora sí de forma directa, a los beneficios que tendrán las Farc como movimiento desmovilizado, de ahí los reparos a la Ley de Justicia Especial para la Paz.
Por la supervivencia
El analista político John Mario González sostiene que el Presidente intenta sobrevivir con el oxígeno que le queda, sin comprometerse en dejar grandes tratos a la próxima Administración. Considera que esa situación se provoca porque Santos no consiguió en sus dos mandatos lograr una amplia aceptabilidad entre los colombianos, pese a que lideró temas cruciales como el de la paz.
Lo que explica González se ve desde julio pasado cuando se instaló el último periodo de sesiones del Congreso de la República, el cual debía, según pidió el mandatario, apoyar la aprobación de normas legislativas trascendentales para la implementación de los acuerdos de paz.
Desde ese momento fueron evidentes las fracturas de la Unidad Nacional, su alianza de Gobierno, ya no se podían recomponer. Lo primero que encontró fue que su partido, La U, se debilitó y en menos de cuatro meses pasó a ser la segunda bancada y sumida en escándalos de corrupción que comprometían a parlamentarios que fueron muy cercanos en ambas elecciones presidenciales, los senadores Bernardo Elías y Musa Besaile.
La politóloga y directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), Alejandra Barrios, asegura que la soledad de Santos era evidente hace tiempo, y le ha venido avanzando a pasos agigantados, “le llegó el ocaso al rey sol”, sentencia.
Barrios y González señalan que esa soledad que es lógica en el cierre del mandato, no se deberá entender como que el presidente Juan Manuel Santos no vaya a tener la gobernabilidad requerida hasta julio del 2018.
“El desafío de aquí a noviembre o diciembre es sacar lo mínimo de la agenda, la JEP y la reforma política si puede, de ahí para allá no habrá cosas fundamentales porque no salen debido a que estamos en campaña”, dice el profesor González.
Situaciones diferentes
El analista John Mario González manifiesta que al comparar a los últimos presidentes de Colombia en el epílogo de sus Gobiernos no se puede decir que Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, tengan una soledad igual.
Para el comentarista, si bien Santos termina igual de mal que Pastrana en popularidad, el actual jefe de Estado sí mostró que era capaz de liderar el proceso de paz en diferentes momentos del Gobierno.
En el caso del expresidente Uribe, dice González, no se puede hablar de que haya tenido una soledad porque él en su momento pudo identificar a un candidato que seguiría con su legado político, y que si bien Santos no se ajustó a ese propósito, Uribe sí ha podido consolidar en el país que es un líder político que ha perdurado por un tiempo sus postulados.
La hora de desmarcarse
Alejandra Barrios sostiene que esa soledad se hace más evidente ahora porque todos los partidos se quieren empezar a desmarcar del Gobierno.
“Deben tener identidad propia y competir en las elecciones”, indica, tras considerar que no es nuevo pensar que Cambio Radical ahora se está desmarcando del Gobierno, “lo que pasa era que tenía posturas tímidas”.
El analista John Mario González advierte que no pasará mucho tiempo para que el dirigente y hoy precandidato del Partido Liberal, Humberto de la Calle Lombana, empiece a hacer más fuerte su discurso contra el presidente Santos.
Sin embargo, estima que ese abandono o posturas fuertes las puede ver la opinión pública como un “oportunismo ramplón”. Menciona por ejemplo lo que pasó con el hoy exministro de Defensa y exembajador Juan Carlos Pinzón, quien volvió a hacer política enfrentándose al presidente en el tema de la paz.
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