“Nunca pensé que algo así pudiera llegar a ocurrir”. Así inició su declaración, en una carta pública el 5 de noviembre del 2015, el expresidente Belisario Betancur, al pedir perdón sobre lo que ocurrió 30 años atrás en el centro de Bogotá, luego deque la guerrilla del M-19 se tomara por la fuerza el Palacio de Justicia, en uno de los días más oscuros de la historia de Colombia.
El Holocausto del Palacio de Justicia, ocurrido entre el 6 y 7 de noviembre de 1985 y que dejó cerca de 100 muertos, marcó el gobierno de Belisario Betancur, entre 1982 y 1986, que a la postre significó un gran golpe político para el jefe de Estado y lo convirtió en el exmandatario más silencioso del país.
Fueron 30 años de silencio que se rompieron con una carta previa a un acto de perdón a las víctimas por el Gobierno Nacional, en cabeza en ese momento del presidente Juan Manuel Santos, en cumplimiento a una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, emitida el 14 de noviembre del 2014, donde se señaló al Estado como responsable de desapariciones y otros crímenes.
Más precauciones
Si bien el expresidente Betancur había expresado en algunas oportunidades que asumía su responsabilidad por los hechos que se suscitaron en la retoma del Palacio, no había pedido perdón de manera directa al país por lo sucedido en la principal sede de justicia, que tiene como sus principales responsables a los miembros del M-19, que se tomaron la sede ese fatídico 6 de noviembre de 1985.
En su declaración, el exjefe de Estado reconoció que debió tomar más previsiones para evitar el suceso. “Pasados tantos años y en el contexto de nuevas realidades desconocidas entonces, miro hacia atrás y veo que se debieron tomar aún mayores precauciones para preservar todas las vidas y para garantizar un mejor manejo del lugar de los hechos donde fueron vilmente sacrificados numerosos ciudadanos”.
Como Presidente de la República en ese entonces, Betancur señaló: “Considero que, a pesar de la vulneración del espíritu de quienes ante la toma sangrienta del Palacio por el M19, defendían a su saber y entender la Constitución y las Leyes, nada podría justificar el exceso del uso de la fuerza frente a la situación en la que se encontraban seres humanos inocentes e inermes”. Por eso, “nuevamente pido perdón porque hoy sé que mis actuaciones causaron inmenso dolor a los familiares de las víctimas y tanto dolor histórico al país; y reitero que haría cualquier cosa para aliviarlo. El dolor ha estado siempre en mi mente durante treinta años”.
En el olvido
Esa semana negra y la renuncia a organizar el Mundial de fútbol de 1986 hicieron que el juicio de muchos colombianos con Betancur sea inmisericorde, ya que lo acusan por la violenta retoma del Palacio de Justicia y de no haber preparado a Armero ante la posibilidad de que se produjera una catástrofe. Esa imagen ha dejado en el olvido buena parte de su labor de Gobierno, como su empeño en conseguir la paz y el programa de alfabetización Camina, con el que una legión de jóvenes estudiantes recorrió el país enseñando a leer y escribir a los más desfavorecidos.
Sin justificación
El expresidente aseguró también en ese momento que no existe justificación para que los guerrilleros hayan asaltado violentamente la sede de la justicia “al irrumpir en ella a tiros, matando y sacrificando a sus ex- celsos representantes, a sus colaboradores y a los visitantes del sagrado recinto”.
Manifestó que siempre estuvo “a disposición de la justicia” y por eso asistió a rendir declaración cuando fue solicitado por los diferentes organismosdel Estado, para buscar aclarar los hechos queallí pasaron durante esos dos días de violencia, que marcaron al país.“Jamás he tenido el ánimo de guardar silencio sobre acontecimientos tan atroces como la desaparición y la tortura de personas, que bajo ninguna circunstancia se pueden aceptar. Al contrario, soy partidario de que se sepa toda, toda, toda la verdad, lo que en algo aliviaría tanto dolor de los familiares de las víctimas y de la sociedad. Y he dejado toda conclusión al juicio de la justicia y al juicio de la historia”, expresó en su escrito.
Finalmente, el exjefe de Estado resaltó ese día que la tragedia del Palacio de Justicia es un dolor de la patria entera, y nunca debió ocurrir. Así como lo es dolor de la patria el ha- ber aniquilado la llegada de la paz, que en aquel entonces se concretaba con la Unión Patriótica.
“Levanto una blanca bandera de paz para ofrecerla a todos mis compatriotas”, con esa frase empezó en 1982 su mandato Belisario Betancur, un colombiano que aspiraba a poeta y que soñó con la reconciliación nacional pero al que el destino le reservó como presidente la semana más trágica en la historia de su país.
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