Argemiro Piñeros
COLPRENSA | LA PATRIA |Bogotá
Hoy, los voceros del Gobierno Nacional y las Farc retomarán la negociación del acuerdo general para la terminación del conflicto armado, después de 15 días en los que no hubo reuniones, pero sí en medio del impasse diplomático con Venezuela.
Aunque las partes no lo dijeron, el tema sí preocupó por el alcance que llegó a tener la molestia del presidente Nicolás Maduro con su par Juan Manuel Santos, en particular porque el mandatario venezolano puso en entredicho que continuará acompañando de cerca el proceso.
El anuncio del Gobierno de no hacer de la situación una diplomacia de micrófonos y dos comunicados de la Farc marcaron los días previos. Los comunicados, uno inicial mesurado en el que expresaban “su preocupación” por el distanciamiento de ambos gobiernos, pero que auguraba que se recobrara el entendimiento; y el otro el del sábado, en donde decían que la negociación pendía de un hilo por la misma situación, sirvieron para que la negociación vuelva en un ambiente de relativa tranquilidad y se retome en el inicio el punto de la participación en política de las Farc.
Desde el comunicado del sábado, las Farc no han vuelto a pronunciarse de manera formal, mientras que el equipo del gobierno, en cabeza del caldense Humberto de la Calle Lombana, se desplazó en la tarde de ayer a La Habana.
La agenda
Aunque el acuerdo político es el punto que señala la agenda, los negociadores llegarán a La Habana a hacer la revisión final de lo pactado sobre Política de Desarrollo Agrario Integral, el 26 de mayo pasado.
En el Acuerdo General de La Habana, la base que dio paso a la negociación, Gobierno y guerrilla definieron que al final del estudio de cada punto el resultado concertado se haría público.
Según se conoció, ese documento definitivo del tema agrario se presentará de manera conjunta en La Habana, aunque no se ha definido de qué manera. Se sabe que el acuerdo tiene al menos 25 páginas y contiene en detalle las líneas generales que se presentaron en mayo pasado, cuando se informó que el objetivo es dar tierra a los colombianos que no la poseen, garantizar la productividad de la misma y mejorar las condiciones sociales de quienes la trabajan.
Fuentes cercanas al equipo negociador del Gobierno aseguran que sus integrantes retornan a la mesa con un moderado optimismo en que las Farc seguirán comprometidas en firmar la paz.
Son varias las razones de ese optimismo. Por un lado, que en este momento en el equipo de las Farc están representados todos los bloques militares, lo cual al inicio de las conversaciones no era muy claro.
“La llegada de Pablo Catatumbo ayudó mucho”, aseguran en los alrededores del grupo negociador. Aunque se pensó que al llegar a la mesa retrasaría un poco la dinámica, porque no estaba muy empapado del tema, Catatumbo fue fundamental para que la marcha final del punto agrícola, en lo que correspondía a las Farc, se destrabara.
Un elemento más que lleva al optimismo es que las Farc por primera vez aceptaron, en el comunicado último firmado con el Gobierno Nacional, que “es el inició de la terminación del conflicto”.
“Eso es un paso muy importante que quedó entre líneas del comunicado, pero que por primera vez así lo reconocen”, sostuvo la fuente.
También se debe meter entre los elementos que hacen ver al proceso de paz con optimismo, que las Farc han empezado a cambiar su lenguaje sobre varios temas, como por ejemplo empezar a hablar sobre las víctimas.
A eso se suma que las Farc han vuelto a ver el peso que tiene la opinión pública sobre el proceso y, en particular, para las acciones que desarrolla la guerrilla. La estrategia del Gobierno de blindar de apoyo nacional e internacional al proceso y el peso de las opiniones conseguidas, han presionado en tal sentido.
Incluso, trascendió que en el marco del ciclo pasado fue muy grande la angustia del negociador de las Farc Pablo Catatumbo, cuando recién llegado a la mesa fue centro de una información que se malinterpretó sobre la decisión del presidente Santos de buscar la reelección, y el peso de la misma en las discusiones de La Habana.
*Aunque algunas voces, como la del ministro del Interior, Fernando Carrillo, han hablado de que el nuevo punto de diálogo podrá definirse en términos de semanas, ni las Farc ni el Gobierno le apuestan a una fecha concreta para superar ese asunto.
*Por el lado de las Farc, se insiste en que se debe dar el tiempo necesario, pero por el lado del Gobierno se mantiene el planteamiento de que debe ser una negociación rápida, para dar la dinámica que el proceso necesita para mantener su credibilidad.
*Si se compara con el primer punto de la agenda, este segundo será relativamente más concreto de negociar. En primera instancia, se hablará sobre cómo dar bases para establecer el estatuto de la oposición, mecanismo que no solo dependerá de lo que se acuerde con las Farc en La Habana, sino también de lo que piden los partidos en la legalidad, que hoy son oposición o transitan como independientes.
*Un tema más que las Farc busca concretar con el Gobierno es la forma como se les garantizará el acceso real a los medios de comunicación. En ese sentido se podrían ensayar fórmulas tomadas del modelo que uso el entonces presidente César Gaviria Trujillo, cuando entregó al M-19, ya desmovilizado y haciendo política, un noticiero de televisión.
*Un tercer asunto que se analizará en este nuevo ciclo es la forma como el Estado garantizará la seguridad a los desmovilizados de las Farc, pero en especial a quienes se dediquen a hacer política.
*En este punto se da como un hecho que el general Óscar Naranjo será fundamental en la discusión, contrario a lo que pasó en los diálogos de la política agrícola, durante los cuales estuvo más distante.
*La dinámica del avance de las conversaciones también dependerá de lo que permitan los negociadores a las mesas técnicas avanzar en la redacción de las propuestas, tanto del tema político, como en lo que concierne a la justicia transicional.
*Los negociadores seguirán en la mesa con el fantasma del tiempo rondando, porque en noviembre se cumplirá un año de diálogos, momento en el que además se cruzará el inicio de las campañas de Congreso y, en particular, de las que buscarán la Presidencia de la República (para votar en marzo y mayo de 2014, respectivamente). Así, un proceso de paz tan largo llevaría al cansancio, al desgaste político o, incluso, al desinterés de los colombianos, quienes serán, en últimas, los que deberán ratificar con su voto el acuerdo final que eventualmente se firme en Cuba.
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