Laia Mataix Gómez
LA PATRIA | EFE | Bogotá
Las calles de Bogotá, y de muchas otras ciudades de Colombia, viven este domingo una bulliciosa y expectante jornada: la esperada posesión de Gustavo Petro como presidente, que se convirtió en una fiesta llena de emociones que celebra a los "nadies" y la llegada de un esperado cambio.
Miles de personas se agolparon desde temprano en las atrincheradas calles del centro de la capital colombiana para acceder a la Plaza de Bolívar -donde esta tarde tendrá lugar la ceremonia- con el deseo de no perderse el momento histórico que vivirá el país: la posesión del primer Gobierno de izquierdas de la historia del país, que promete llevar a las personas comunes a la Casa de Nariño.
Además, por primera vez, el cambio de mando presidencial será un evento en el que el pueblo colombiano podrá acompañar a Petro en un acto abierto, donde se espera la asistencia de decenas de miles de personas.
El blindado centro, con varios círculos de seguridad y 15.000 policías y militares, se llenó desde primera hora de la mañana de pancartas en apoyo al "cambio" que suponen Petro y la vicepresidenta electa, Francia Márquez, acompañadas de gritos de júbilo y alegría a pesar de las largas horas de espera que tendrán que aguardar en el lugar de la ceremonia, que comenzará a las 3:00 p.m.
"El pueblo no se rinde carajo" o una versión de la canción italiana 'Bella ciao' con el juego de palabras "(Iván) Duque chao" resonaron en las calles que confluyen hasta llegar a la Plaza de Bolívar, en las que también se mezcla la diversidad colombiana con los diferentes pueblos indígenas desfilando orgullosos con su tradicional vestimenta formando un arcoíris de colores que planta cara a las nubes que amenazaron con pasar por agua la investidura.
La ceremonia se espera que dure aproximadamente unas tres horas y se retransmitirá alrededor de la ciudad -y del país- en diferentes plazas y parques en los que se han dispuesto grandes pantallas y escenarios para seguir en directo el evento.
En estas mismas plazas se celebrarán a lo largo del día muestras musicales y artísticas acompañadas de las más de 100.000 personas que están previstas lleguen a Bogotá desde todas las partes del país para festejar la diversidad de Colombia.
Carnaval de la vida
"Hoy comienza el carnaval de la vida. Hoy no hay posesión presidencial; hoy comienza la vida a festejarse, comienza el amor sincero y eficaz a ser parte del corazón de los colombianos. Hoy los nadies colocamos a dos grandes en el poder porque comienza la construcción desde abajo. Llegó la hora de la democracia directa", celebró Víctor Jiménez.
En una atípica estampa en el centro de Bogotá, con las calles vacías, sin vehículos ni vendedores ambulantes, Jiménez camina acompañado de una reproducción a escala humana de Márquez y Petro, algo que le sirve para que todos los que están en su camino para la Plaza de Bolívar se tomen fotos con los jefes del Estado colombiano.
Armado con unas grandes alas blancas en las que dibujó mensajes de optimismo y de paz, Jaime Humberto García Romero acompaña este domingo "la propuesta del cambio social de todos y para todos", la "transformación social" y la "paz verdadera" que vienen de la mano de el presidente y la vicepresidenta que en pocas horas asumirán oficialmente las riendas de Colombia.
Jiménez y García forman parte del río de gente que camina directo al corazón de Bogotá, que vienen de todos los lugares, incluso los más alejados como del Putumayo o de donde el conflicto más azota a la población, como Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander.
El equipo de Petro ya anticipó que la transmisión de mando será el "abrebocas para Colombia y el mundo del inicio de una nueva forma de gobernar en donde el respeto por la vida en todas sus expresiones será prioridad y se trabajará por un país inclusivo desde y con los territorios, un gobierno realmente comprometido y cercano a la ciudadanía".
Además del pueblo colombiano, Petro y Márquez estarán acompañados por una decena de jefes de Estado latinoamericanos y por el rey Felipe VI de España, que junto a otros dignatarios de otros lugares del mundo, podrán ver de primera mano el paso de la banda presidencial del actual presidente, Iván Duque, en un evento que abre una nueva etapa política en Colombia.
Sin la espada de Bolívar
La espada del Libertador Simón Bolívar, que la guerrilla del M-19 robó como su primer acto simbólico y entregó cuando se desmovilizó, no estará presente durante la investidura del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, por "falta de voluntad" y capricho del presidente saliente Iván Duque.
"Estamos sorprendidos con la actitud caprichosa y la falta de voluntad del presidente Duque ante la negativa de prestar la espada de Bolívar para que acompañe el acto protocolario de la transición de mando del presidente electo Gustavo Petro", dijo a Efe la coordinadora de comunicaciones del acto, Marisol Rojas.
La espada de Bolívar, que robó la guerrilla que Petro integró en su juventud, era uno de los grandes símbolos con los que el nuevo presidente contaba durante su acto, así como la "Paloma de la Paz", elaborada por Fernando Botero tras la firma del acuerdo de paz con las FARC, con la que tampoco podrá contar.
La funcionaria explicó que para que estos dos símbolos estuvieran en la ceremonia "se hicieron todos los trámites requeridos, se habló en el Ministerio de Cultura, en el Museo Nacional y con la Quinta de San Pedro Alejandrino".
El Gobierno de Duque exigió pólizas, que se cumplieron, pero "ayer (sábado) a última hora al finalizar la tarde el presidente Duque dio la orden de que la espada de Bolívar no sale".
"Es capricho, no hay voluntad, no quiere prestar la espada", insistió Rojas, que remarcó que "también le impiden a la 'Paloma de la Paz', del maestro Fernando Botero, de entrar a la Casa de Nariño".
La "Paloma de la Paz" es una escultura de 70 centímetros de alto hecha en bronce y pintada de blanco. Estuvo en la Casa de Nariño dos años y en 2018 fue trasladada al Museo Nacional, lugar en el que se puede ver actualmente.
Compañía simbólica
La idea inicial era que la espada de Bolívar, custodiada por un grupo especial, acompañara el recorrido que hace el presidente electo por algunas calles de Bogotá y luego ocupara un lugar especial en la tarima en donde se realizará la investidura.
La reliquia histórica fue robada en 1974 del museo Quinta de Bolívar, en el centro de Bogotá, por el Movimiento 19 de Abril (M-19), guerrilla de la que hizo parte el electo presidente en su juventud, y posteriormente fue devuelta.
Por su lado, el partido Comunes, en el que se transformó la antigua guerrilla de las FARC luego de firmar el acuerdo de paz en 2016 con el Gobierno colombiano, aseguró en redes sociales que no prestar esos símbolos dejó ver lo que fue el Gobierno "antipatriótico y guerrerista" de Duque.
"Duque cierra su presidencia negándose a facilitar la Espada de Bolívar y la Paloma de la Paz para la posesión del próximo gobierno. Muy diciente (sic) de lo que fue su gobierno antipatriótico y guerrerista", escribió ese partido en Twitter.
Al comentar el significado que puede tener este objeto histórico en su posesión, Petro dijo hace unos días que la reliquia guarda un significado para los pueblos: "La espada desenvainada, no como símbolo de guerra sino, como dijo su propietario cuando la desenvainó, que solo se debería envainar cuando haya justicia en Colombia".
La espada está en poder del Estado desde ya hace un tiempo y, de hecho, durante la reunión de empalme que se realizó el mes pasado entre Duque y Petro, justo en la Casa de Nariño (sede de Gobierno), estuvo presente.
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