OVIDIO CASTRO MEDINA
EFE | LA PATRIA | EL CARMEN DE VIBORAL
Gladys Ortega Rodríguez, con 60 años, su esposo y uno de sus hijos asesinados por paramilitares, pero con siete nietos que la alientan, es una campesina que contra todo pronóstico logró salir del espiral de violencia que la rodeaba y ahora es una pequeña, pero exitosa empresaria de palma en Colombia.
De mirada vivaz y cabello corto, ella es una de los 11 mil campesinos que decidieron aprovechar las oportunidades del Gobierno que impulsa la alianza El Agro Exporta, con la que busca que productores de 200 municipios, 70 de ellos ubicados en zonas afectadas por la violencia, mejoren su productividad, calidad y exporten.
La alianza, que se socializó la semana pasada en el municipio de Carmen de Viboral, ubicado en Antioquia, tiene como foco a productores de cacao, tilapia, carne bovina, lácteos, palma, aguacate Hass, mango y piña para que exporten a Europa, Estados Unidos y Canadá.
"En el año 2.000 perdí todo, mi familia, mi esposo, mi hijo y un hijastro. Los mataron los paramilitares", dijo con voz entrecortada Gladys, que vive en una parcela en el sector conocido como Campo Tres, que pertenece al municipio de Tibú, en la región del Catatumbo (Norte de Santander).
Luego de perder parte de su familia, Gladys salió a buscarse la vida y terminó en Bogotá, una jungla de cemento en la que viven ocho millones de personas.
"Cuando llegué cuidé a un niño. No encontré nada más qué hacer. Fue la única forma de ayudar a mis siete nietos y a sus mamás porque al fin de cuentas éramos tres mujeres solas y cabezas de familia", aseguró.
Estando en la capital colombiana y en medio de las estrecheces económicas supo que el Gobierno estaba ayudando a la gente que había sufrido por la violencia y sin pensarlo regresó a su parcela. "Es lo mío", indicó.
"La tierra estaba sin cuidar y mientras unos lo animaban a uno a regresar, otros eran incrédulos porque tenía más de 60 años y con esa edad es difícil comenzar de nuevo", explicó.
Con ayuda los técnicos del Gobierno, de uno de sus hijos y otros vecinos, plantó 7,5 hectáreas de palma y para sorpresa de todos ahora sus árboles son los que producen los mejores racimos, "los más pesados, los más bonitos", manifestó orgullosa.
Orgullo que se extiende porque ella lidera un grupo de campesinos que se asociaron para sacar adelante otras siembras de palma que exportan a Europa, en donde les exigen que los productos sean de alta calidad y amigables con el medioambiente.
"Los nietos ahí van", aseveró mientras recordaba que otro de sus grandes logros fue el haber comprado "un carro nuevo" y que aprendió a manejar cuando tenía 63 años.
El único pesar que le queda a Gladys es no saber en dónde enterraron los paramilitares a su hijo para poderlo llevar, como hizo con su esposo y su hijastro, al cementerio y darle "como debe ser, una cristiana sepultura" y cerrar así el capítulo de violencia que la afectó, pero que a la vez le dio fuerzas para no dejarse vencer por la adversidad que pareció ensañarse con ella.
Otra beneficiaria de los programas del Gobierno es Isabel Piedrahíta, a la que los paramilitares y guerrilleros "sacaron corriendo", como ella dice, de un pequeño taller de confecciones que tenía en la Comuna 13 de Medellín (noroeste).
"En el 2005 perdí mi empresa. Como ya no podía pagar las extorsiones de los paramilitares y de la guerrilla me fui lejos con mi hijo de 15 años al que amenazaban con matar si no pagaba", comentó.
Sin llevar mucho más de lo que tenían puesto y algunos pocos pesos, Isabel se instaló en Santander de Quilichao, población del convulso departamento del Cauca.
Allí echó raíces y con un grupo de lugareños puso a rodar la idea de cultivar piña para exportar.
"En el momento los únicos que exportan piña son las grandes empresas, pero esperamos que con la ayuda del Gobierno los bancos nos abran créditos y poder vender a otros países en unos cuatro meses", aseguró.
Destacó que el proyecto de la piña es de una variedad que solo se produce en Colombia y que en él trabajan afrodescendientes e indígenas.
"Ellos saben cultivar y estamos seguros de que con la ayuda y los planes del Gobierno para impulsar las exportaciones podemos seguir adelante y conseguir un mejor futuro para nuestras familias", dijo Isabel, una convencida de que Colombia dejará atrás la violencia.
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