CLAUDIA POLANCO YERMANOS
EFE | LA PATRIA | BOGOTÁ
El caso de un mono araña que tras ser capturado en las selvas colombianas fue entrenado para comer empanadas y tomar gaseosa, a pesar de ser considerada una de las 25 especies de primates más amenazadas en el mundo, muestra las nefastas consecuencias del millonario negocio del tráfico ilegal de animales en el país.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el comercio de animales es el tercer negocio ilícito más rentable en el planeta, con ganancias que podrían alcanzar los 26 mil millones de dólares al año y superado en esa oscura clasificación solo por el narcotráfico y la trata de personas.
En Colombia, muchos de cuyos ciudadanos ignoran que hay 54 mil 871 especies registradas de animales, plantas, hongos y microorganismos que hacen de esta la segunda nación más biodiversa del mundo, la situación es preocupante.
Cifras del Ministerio de Ambiente indican que en 2017 fueron incautados 23 mil 605 animales, muchos de los cuales fueron sacados de su hábitat para ser vendidos en el exterior.
Del triste conteo de las 10 especies colombianas más traficadas dentro y fuera del país figuran la tortuga hicotea (Trachemys callirostris), la tortuga morrocoy (Chelonoides carbonaria), la iguana, el periquito bronceado (Brotogeris jugularis) y la lora común (Amazona ochrocephala).
También hacen parte de la infame lista la cotorra cheja (Pionus menstruus), la ardilla (Notosciurus granatensis), el tití gris (Saguinus leucopus), el mico maicero (Cebus albifrons) y las ranas venenosas (Dendrobatidae spp).
424 ranas venenosas fueron incautadas en abril en el Aeropuerto El Dorado, cuando un colombiano pretendió sacarlas hacia Brasil y posteriormente llevarlas a Europa por encargo de un ciudadano alemán.
Mediante rayos x fueron detectados los animales que viajaban ocultos en rollos fotográficos, cuatro de los cuales estaban muertos y que, a pesar de ser una especie en "peligro crítico" de extinción, fueron sustraídos ilegalmente de los departamentos de Chocó, fronterizo con Panamá, y Valle del Cauca.
Esa historia se ha repetido este año también con 10 mantis religiosas y 12 cangrejos rojos de manglar que iban a ser vendidos en Estados Unidos, y con 23 tarántulas que eran esperadas en Corea del Sur, entre otros lamentables casos.
Y es que, a pesar de que el tráfico de fauna silvestre es un delito ambiental en Colombia que puede acarrear multas de hasta 3 mil 600 millones de pesos y penas privativas de la libertad por hasta nueve años, los delincuentes hacen caso omiso a la ley.
Se recuperó en Victoria (Caldas)
Hace dos años se conoció el caso de un cachorro de tigrillo (Leopardus pardalis) que, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, está en peligro de extinción, pero que fue encontrado, desnutrido, en una casa en Bogotá. Luego de la intervención de las autoridades, el felino estuvo en proceso de recuperación durante 20 meses en el Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre en Victoria (Caldas). En mayo de este año el tigrillo estuvo listo para recuperar su libertad en la Reserva Natural Bojonawi, ubicada en la selvática región de Vichada, a donde llegó por vía aérea y en donde será monitoreado satelitalmente por al menos un año.
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