
MARÍA VICTORIA CORREA
COLPRENSA | LA PATRIA | QUIBDÓ
La construcción de la carretera Medellín-Quibdó, más que una obra de infraestructura, que cifras e inversiones, más que kilómetros sin terminar; es hoy para los chocoanos un animal muerto, el honor herido, un lamento que se repite, la súplica que nadie escucha, el eco de promesas que desde hace 60 años los gobiernos de turno les hacen. Y ahí está, sin terminar, a medio hacer, cual colcha de retazos, cual camposanto.
Y fue por eso que volvieron a protestar. Sí, los chocóanos salieron a las calles en los 30 municipios del departamento y, mantienen un paro indefinido, por lo mismo de hace 60 años: que terminen la carretera, que les lleven energía, que de la llave baje agua potable y que el hospital funcione.
Una protesta que es una copia idéntica —literal, idéntica— a la que vivió Gabriel García Márquez en 1954 y de la escribió: “Desde hace años, los chocóanos están pidiendo una carretera. No importa hacia dónde vaya esa carretera, siempre que rompa el cerco de la selva”. Y agrega: “Puede ser a Bahía Solano para tener un puerto en el pacífico, distante 178 kilómetros de Quibdó. Puede ser a Cupica donde una olvidada selva de naranjas silvestres se está pudriendo desde hace un siglo, porque no hay cómo llevarlas a ninguna parte. Puede ser a Medellín o al Japón, pero de todos modos, los chocóanos tienen años de estar pidiendo que los desembotellen, y lo han gritado en el parlamento, en el consejo de ministros, en los periódicos, en hojas sueltas y en las mesas de los cafés”.
¿Una protesta eterna?
Pues bien, si se revisan algunos datos del Chocó de hoy aparece, por ejemplo, que ninguno de sus municipios tiene agua potable, que la energía es una ilusión diaria ya que muchos de sus pueblos solo tienen luz un par de horas al día la cual llega a través de una planta que funcionan con combustible.
En Quibdó, la capital del departamento, la cobertura en alcantarillado es del 10% y del acueducto, según datos de Planeación Municipal, es del 36%. En la carretera Medellín-Quibdó se han invertido cerca de 500 mil millones de pesos y más de la mitad sigue siendo una trocha.
En este contexto vale la pena preguntarse, ¿de quién es, entonces, la responsabilidad de que los grandes proyectos de impacto no se hagan en Chocó? ¿Hasta dónde es responsabilidad del Gobierno Nacional? ¿Cuál es la responsabilidad local? ¿Qué hacen los chocóanos por su tierra?
La respuesta más coloquial la tiene un taxista que dice llamarse Luis. Cuenta que fue funcionario público durante una década y que hoy maneja un taxi por cosas de la vida. “Mire, amiguita, yo se lo voy a explicar muy sencillo: Si hay una tierra a la que le han enviado plata como un putas es a esta”. Y repite: ¡Como un putas! Y eso suena como un rafagazo, con furia. “Yo fui funcionario y ahí descubrí que sí mandan la plata y los políticos se la roban. Últimamente, la decisión que han tomado es que todas las obras se organizan desde Bogotá y no mandan la plata y a los políticos de Chocó no les sirve eso, ahora no tienen tanta facilidad para robar porque no les está llegando como antes”, dice el hombre que está muy enojado porque necesita llevarle comida a sus 11 hijos y por el paro no ha podido trabajar.
Hedrix Gutiérrez, es un joven líder universitario, quien señala que hay una responsabilidad compartida. “La inversión en Chocó no es mucha y los recursos que llegan no están enfocados en nuestro desarrollo. Yo llevo toda mi vida viendo cómo el pueblo protesta. El primer paro fue por agua y luz y hoy en día en Quibdó no tenemos agua. No tenemos interconexión eléctrica en 11 municipios. Pero además necesitamos que nos hagan la vía para Medellín para ver si el mundo nos alcanza a ver”.
Y las esperanzas de la juventud, ¿dónde están? Explica el muchacho que aunque muchos se sienten frustrados, “pensamos que esta es una oportunidad de trabajar. Los jóvenes tenemos esperanza que la carretera se haga, sino, no estuviéramos luchando, por eso estamos en las calles, reclamando lo nuestro”.
Feliciano Moreno, líder chocoano, dice que lo que hay que revisar es el tipo de obras que el Gobierno hace en la región. “Todo el mundo se pregunta: ¿por qué no ajuiciamos a los dirigentes de Chocó que se han malgastado los recursos? Yo he dicho: ‘El paro no es por lo poco que nos han dado sino por lo mucho que hace falta por hacer’. Creo que es el momento de llamar al Estado para que investigue a quién le ha dado esos recursos y que las entidades de control investiguen, porque hasta este momento el pueblo no lo sabe”.
El señor Feliciano se refiere a los anuncios recientes del Gobierno Nacional que advierte de inversiones billonarias en Chocó con obras como la ampliación del aeropuerto, la construcción del megacolegio, de una ciudadela, de parques, de la Alameda, de un centro de víctimas, de un puesto de salud.
“Hay obras que el Gobierno Nacional ha entregado y son obras que no hemos pedido. Nosotros no estamos diciendo en el pliego de peticiones que se construya un colegio, que se construyan parques. Lo que hoy estamos pidiendo es lo que históricamente no se ha dado y que son obras que generen impacto en el desarrollo del departamento: carreteras, electrificación, hospital de tercer nivel”.
Por último, Jorge Salgado, un líder del Paro Cívico, divide las responsabilidades en porcentajes.
“El 80% de la culpa la tiene el Gobierno central, el 10% el Gobierno departamental y el resto los alcaldes. Todos tienen responsabilidad. Esta división la hago basándome en las asignaciones presupuestales. El Chocó está dirigido desde Bogotá, los asuntos vitales no son definidos por los gobiernos locales”.
Advierte y, en ese sentido, se pregunta: ¿Quién define las vías? ¿Quién define la energía? ¿Quién maneja la salud, la educación? ¿Quién define el dragado de los ríos nuestros? ¿Lo hacen los alcaldes? Pues esos alcaldes no tienen presupuesto, todo lo hacen en Bogotá”.
Los proyectos del Gobierno
Julio Álvarez, secretario de Planeación de Quibdó, explica que el hecho no es que se estén ejecutando unas obras, “el hecho es que hay muchas de esas obras que se ejecutan con extrema lentitud” o que se quedan en su fase inicial. Asegura que, en ese sentido, el Gobierno Nacional sí invierte en la región. “Ha hecho inversiones grandes como la Ciudadela Mía la cual es una obra de 1.500 unidades de vivienda, se espera que en el próximo mes sea habitable. El proyecto se terminó en diciembre y ahora estamos trabajando en el sistema de mudanza”.
El otro proyecto que el Gobierno Nacional ha dicho está ejecutando en Quibdó, es el mega colegio MÍA el cual es un proyecto que tiene recursos de regalías, con una participación del municipio. Según Álvarez, la primera etapa la financió el municipio con recursos propios por 8 mil millones de pesos y 16 mil millones restantes con regalías. Pero el proyecto se desfinanció porque se formuló en 2012, se presentó al fondo de regalías en 2013, se aprobó a finales de ese año y en octubre del año pasado encontramos que faltaban recursos y por eso acudimos a regalías para que se adicionaran recursos, pero no se han hecho más Ocad. La obra esta detenida, ya con humedad”.
De igual forma, explica Álvarez que del listado de obras que presentó el Gobierno que está haciendo en Quibdó, ya algunas están terminadas como el parque Manuel Mosquera, el malecón de la Alameda, el centro nacional de Víctimas y el nuevo Sena se está construyendo. “El centro de salud de la zona norte está paralizado por falta de recursos. Hemos dicho que esta es una obra muy importante para un sector en el que vive más del 35% de la población”.
Señala que también son muchos proyectos los que quedan archivados porque reciben un no del Gobierno Nacional. “Por ejemplo, necesitamos una central de abastos y presentamos el proyecto y dijeron que no. También presentamos a consideración del Gobierno la circunvalar para Quibdó y nos dijeron que no había plata. Otro proyecto al que le dijeron que no fue al centro de convenciones. Aquí tengo un proyecto de vivienda que me lo devolvieron porque no avalaron los predios. Y también presentamos un proyecto para construir una cancha de fútbol en cada comuna y no, tampoco hay plata para eso. Son muchas veces las que nos dicen que no hay plata para los proyectos que pasamos”.
El selvático y lluvioso departamento del Chocó ha sido por el abandono estatal caldo de cultivo para la corrupción, inseguridad, minería ilegal, narcotráfico, desplazamiento forzado, presencia de guerrillas y narcotraficantes.
Los líderes del paro cívico del Chocó aseguraron que mantendrán la protesta indefinidamente y anunciaron para hoy una gigantesca marcha para exigirle al Gobierno mejoras en educación, salud, vías y servicios públicos.
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