COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Que Iván Márquez se aparte cada vez más del acuerdo de paz no es una sorpresa para nadie. Que no se conozca a ciencia cierta su paradero, que no se presente ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que escriba quejándose de lo pactado, son las muestras de que el exjefe negociador de las Farc, no está precisamente en el camino de la paz.
Pero que sean sus propios excompañeros los que lo digan sí es sorpresivo. Por eso, la carta conocida el miércoles, en la que Rodrigo Londoño, dirigente del partido político que nació del acuerdo de paz, toma distancia de él y de quienes no cumplen la palabra empeñada, llamó la atención no solo por la dureza de sus palabras, sino por lo que refleja que está ocurriendo al interior de la colectividad.
“Actitudes y comportamientos como los adoptados por Iván Márquez y quienes lo siguen, apuntan a pisotear eso que para los revolucionarios, incluso para cualquier ser humano que tenga un elevado sentido de su integridad, es algo sagrado: la autoridad moral del partido. En esas condiciones, con hondo pesar debo reconocer la necesidad de marcar distancia de ellos. Somos un partido de paz, nunca seremos un partido de guerra”, dice la carta.
El reclamo por el perjuicio político que, según Timochenko, le provoca Márquez a las Farc, es, a su vez, la reiteración del compromiso que el resto de la colectividad tiene con el acuerdo. Entre líneas, lo que le dice Timochenko a Márquez se resume en una frase: o se suma a la paz, o se va.
Análisis
Andrés Macías, analista de paz y conflicto, señala que en efecto la carta de Timochenko es una apuesta por recuperar la credibilidad del partido frente a las críticas de los últimos días tras la decisión de la JEP de no permitir la extradición de Jesús Santrich. Agrega que es una respuesta a quienes cuestionan que ese grupo reciba tantos beneficios a pesar de no tener mayorías, ni representatividad, y no estar cumpliendo, al menos una parte de sus integrantes, sus compromisos.
En la misma línea opinó la senadora Paloma Valencia, del Centro Democrático, quien al conocer la carta de Timochenko, celebró que haya reafirmado su compromiso con la paz, pero aseguró que es grave que quienes permanecen en el partido, que en su opinión son pocos, se quedan con todos los beneficios del acuerdo.
La carta, dice Macías, es también un respaldo a quienes cumplen con los acuerdos, y en especial, a los que están en el Congreso haciendo política en medio de tanta puja con quienes aún no se acostumbran a verlos en dicho recinto. Es un aliento a que sigan haciendo el trabajo, pese a las adversidades.
“Lo que finalmente demuestra lo dicho por Londoño es que sí hay dos posiciones al interior de las Farc. Hay una línea que piensa como Márquez y dice que fue un error haber dejado las armas y los otros que aseguran que no lo es, y que el camino es difícil, pero hay que seguirlo”, agrega el analista.
Esta afirmación es apoyada por Ariel Ávila, director de la Fundación Paz y Reconciliación, quien asegura que el partido como tal con esto muestra que está debilitado, pero añade que en el texto hay una incitación a las bases guerrilleras a que se definan de qué lado están, luego de que Londoño, como dirigente del partido dejó clara su posición.
Rodrigo Lara, senador de Cambio Radical, indicó que le parece positivo y esperanzador que dentro del mismo partido se esté señalando con el dedo a quienes incumplen el acuerdo que se firmó porque los colombianos depositaron una confianza muy grande en la firma del pacto por la paz y lo que esperan de los excombatientes es que lo cumplan.
Jaime Zuluaga, analista en temas relacionados con paz, asegura que las diferencias al interior del partido no son nuevas. Dice que en la época en que era movimiento armado, por la estructura del secretariado esas diferencias se subordinaban a las necesidades de la guerra y hoy como partido político dichas divisiones se ven con mucha fuerza.
“Márquez y quienes no se presentan a la JEP, es claro que obvian acciones de la justicia, asociada a la situación que tiene en este momento a Santrich bajo orden de aseguramiento por su relación con Marlon Marín y el montaje de los agentes encubiertos de los organismos de seguridad de los Estados Unidos”, agrega Zuluaga.
Sin embargo, según el analista hubiese sido mejor que ellos trataran de resolver internamente sus diferencias, que restablecieran el diálogo interno y que después de dirimir los conflictos hubiesen sacado un comunicado que no hicieran evidentes esas fisuras.
Armando Benedetti, senador del Partido de la U, afirmó que la carta de Timochenko conmueve porque mantiene su compromiso con la paz y dice que no importa que los demás se equivoquen o que no quieran cumplir el acuerdo. Sostuvo que esa ruptura se venía venir porque siempre se había guardado cierta distancia sobre lo que estaba pasando con Santrrich y con Márquez.
Temístocles Ortega Narváez, de Cambio Radical, añadió que la decisión de Londoño fue seria porque de esa manera se obra en las colectividades. “Cuando un miembro de un partido no se somete y vulnera los principios o los estatutos de su partido, debe haber sanción. Esa es la dinámica de las Farc en la política.
La importancia de la carta también radica en que pone a Iván Márquez en una disyuntiva: o se margina del todo de lo acordado y eventualmente vuelve a la clandestinidad o busca retomar su liderazgo dentro del partido. Lo que pase en los próximos días con Santrich seguramente será clave en la decisión que tome.
Conflicto afectó a cuatro millones de afrodescendientes
4,6 millones de afrocolombianos han sido víctimas de todo tipo de violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado del país, según denunciaron ayer cinco organizaciones ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
"De los 4 millones 665 mil de afrocolombianos, unos dos millones han sido desplazados de su territorio, lo que significa que casi el 50% están desarraigados", indicó Delis Palacios, del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, municipio del Chocó en el que el 2 de mayo de 2002 al menos 74 personas murieron y decenas quedaron heridas al caer en la iglesia del pueblo donde buscaron refugio una bomba lanzada por las Farc durante un combate con paramilitares.
En el Registro Único de Víctimas (RUV) creado por el Gobierno para restablecer la dignidad de los afectados por el conflicto armado están contabilizados 8 millones 421 mil 627 colombianos.
De ellos, 813 mil 80 negros, afrocolombianos, raizales y palenqueras son objeto de reparación.
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