Colprensa|LA PATRIA|Cali
Ofrecían rentabilidad hasta del 25% anual, tres veces superior al 7% que hoy pagan los bancos por un CDT, y como si fuera poco captaban dinero del público como un esquema piramidal, todo en medio en medio de riesgos, poca vigilancia oficial y aprovechando los vacíos en la ley.
Ese era el andamiaje bajo el cual operaban varias firmas de inversión, que hoy están en líos judiciales, y cuyo fin era negociar las libranzas o créditos que se descuentan del salario de los empleados y los pagarés suscritos por ellos bajo esa modalidad, sobre todo a través de algunas cooperativas.
Esa actividad fue próspera durante la última década, ya que el ‘boom’ de las libranzas llevó a la aparición de un sinnúmero de firmas no bancarizadas para administrar ese tipo de instrumento.
Pero todo empezó a derrumbarse como un castillo de naipes al caer algunas de estas sociedades en insolvencia. El primer campanazo de alerta fue en abril pasado cuando Estraval S.A. y seis de sus filiales incumplieron los pagos de intereses a sus inversionistas.
Y eso lo comprueba un ex dirigente político del Valle, cuyos ahorros confió a Estraval bajo la promesa de un interés del 20% por varios años. “Ellos venían pagando muy bien hasta que en abril sin explicación alguna no volvieron a hacerlo”, dice.
Ante esta situación, en junio pasado la Superintendencia de Sociedades determinó la liquidación de Estraval, medida que luego reforzó el pasado 1 de septiembre al intervenir sus bienes y el patrimonio y los de otras 22 personas, incluyendo sus administradores.
Pero todo no terminó allí. El último episodio de este nuevo escándalo financiero ocurrió el pasado 12 de septiembre cuando la Supersociedades abrió de oficio el proceso de reorganización y secuestro de los bienes de la firma Élite International Américas SAS, que también negociaba libranzas.
A la fecha hay 390 de esas firmas de ese mercado extrabancario bajo la lupa de la Supersociedades. El Gobierno expidió del Decreto 1348 en agosto pasado para incrementar los controles, pero gremios como ANIF lo consideran como “ingenuo” y de poco alcance.
Pirámides y más
Los líos surgieron cuando muchos usuarios de créditos de libranza cayeron en morosidad al perder sus empleos o pensionarse. Otros, por su parte, decidieron prepagar sus deudas ante la difícil situación económica.
Eso llevó, según explica Alejandro Reyes, jefe de estudios económicos de Ultraserfinco, al descuadre de los flujos de caja de esas firmas que los habían proyectado a dos años y más.
“Si el usuario pagó el préstamo antes del plazo pactado, esa firma ya no tenía los recursos para garantizar la rentabilidad a ese inversionista”, la cual se basaba en intereses que se cobraban en los créditos a las personas.
Reyes recalca, por ejemplo, que como una forma de reubicar esos pagarés-libranza se acudió a su reventa.
“Ahí es cuando el negocio entra a parecerse a una pirámide, aunque no es una pirámide per sé. Cuando la gente prepagaba (el crédito), los tenedores buscaban que la base siguiera creciendo para que los recursos les llegaran y permitieran pagarle a los que ya estaban adentro del negocio”, señala.
Al estallar esa base, la firma quedó insolvente para responderles a los inversionistas de esos papeles.
Otra modalidad a la cual le siguen la pista las autoridades es que dichas sociedades negociaban presuntamente hasta dos y tres veces una libranza y su pagaré y en otros casos acudían al ‘gemeleo’ de esos títulos para captar más dinero del público.
El propio superintendente, Francisco Reyes, dijo que ya dio traslado a la Fiscalía para investigar y sancionar a los responsables de estas operaciones ilegales.
Frente a lo ocurrido, Julio César Alonso, director del Centro de Economía y Finanzas (Cienfi), del Icesi, dice que como no eran entidades vigiladas por la Superfinanciera, ellos vendieron pagarés de libranzas a incautos ahorradores, algo parecido al fenómeno de los créditos subprime en Estados Unidos a cambio de altos rendimientos lo que causó una debacle mundial en los años 2007 y 2008.
En el caso de los subprime, estos títulos estaban sustentados con hipotecas que en su momento las calificaron como ‘bonos basura’. En Colombia ese soporte eran las libranzas.
¿Y las cooperativas?
Muchos colombianos que no eran sujetos de crédito, finalmente lo lograron a través de una libranza en algunas cooperativas. Las firmas de inversión que administraban las libranzas eran el soporte de esas entidades solidarias al entregarles recursos para que los prestaran al público con pocas garantías.
Al respecto, la Confederación de Cooperativas de Colombia, que preside Carlos Ernesto Acero, responde que el lío de las libranzas no se originó en ese tipo de instituciones solidarias, y que no se debe generalizar.
Según Confecoop, todo obedece a que hay presuntas situaciones con cooperativas fachada o de papel que fueron utilizadas por las firmas de inversión (como Estraval entre otras) para lograr sus fines.
Según la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, Anif, es lío es tal, que al menos $3 billones de $10 billones en libranzas estarían comprometidos en esas operaciones.
Munir Jalil, jefe de estudios económicos del Citi, pone de presente que “cuando a uno le pintan un negocio tan bonito, debe estar prevenido”.
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