
COLPRENSA | LA PATRIA | Medellín
El hallazgo de los restos óseos de Fidel Castaño Gil en una fosa no solo resuelve el misterio de su asesinato tras 19 años de mito y versiones tan dispares, como que se había perdido en la selva o muerto en un combate. Con sus huesos también se desentierran secretos del clan fundador de las autodefensas y las traiciones de sangre que los mataron a todos.
En los próximos días los despojos del fundador de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (dieron origen a la unión de todos los grupos paramilitares en las Auc) serán sometidos a pruebas de ADN en el Instituto de Medicina Legal en Bogotá para la plena identificación. También los otros siete restos encontrados en las seis fosas.
La comisión judicial guiada durante tres días a varias fincas en San Pedro de Urabá por el exparamilitar Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias Monoleche, continúa en la zona en busca de otras fosas clandestinas con víctimas de paramilitares y las guerrillas.
El asesino de Castaño
Como jefe de seguridad de Fidel Castaño y luego de Vicente Castaño, Roldán siempre conoció el secreto del asesinato y desaparición del mayor del clan familiar que dio vida al paramilitarismo.
No solo ubicó la tumba secreta con información de desmovilizados y campesinos. También reveló que fue un escolta del extinto narcotraficante Pablo Escobar, quien pasó a las filas paramilitares, el que asesinó a Fidel por órdenes de Carlos Castaño.
Según las confesiones de Monoleche, el homicida fue un hombre conocido como Salvador o Santomano, quien tras dejar a Escobar se convirtió en escolta de Carlos Castaño. Le disparó el 6 de enero de 1994 en el sector conocido como El Filo de la Seca, en San Pedro de Urabá. La versión que dieron los paramilitares fue un supuesto combate con el Epl. Pero después de eso, Carlos Castaño había dado otra versión.
En entrevista con el periodista Carlos Alberto Giraldo, en 1996, aseguró que Fidel "desapareció en las selvas del Darién, en una travesía rumbo a Panamá. Se adentró con sus hombres y no volvimos a tener noticias. Deben estar muertos".
Amoríos
De acuerdo con Roldán, el homicidio no ocurrió en principio por disputas de poder, sino por los amoríos de la compañera sentimental de Fidel con su hermano (Carlos Castaño).
La versión, que hace parte de los expedientes judiciales, la confirma Germán Navarrete, abogado de Roldán.
"La versión de Roldán y otros desmovilizados es que al regreso de Fidel de un viaje a Centroamérica un escolta lo entera de la infidelidad de su mujer con su hermano. Ella fue asesinada y entonces Carlos temió por su vida y organizó el atentado en el que Salvador le dispara un tiro en el pecho. Al parecer, luego también fue asesinado para mantener el secreto".
Monoleche confirmó a los fiscales en la exhumación que el cadáver de Fidel fue sepultado en una finca y luego desenterrado por orden de Carlos Castaño, al menos dos veces más y sepultado en sitios diferentes.
Las versiones de exparamilitares indican que varios de los que movieron los restos también fueron silenciados con la muerte para borrar cualquier rastro del crimen y mantener el secreto. Y también el mito de Rambo, su apodo.
Navarrete asegura que desde sus primeras versiones, Monoleche ofreció entregar la fosa de su primer jefe para cumplir los compromisos de decir la verdad en el proceso de Justicia y Paz. "Pero las trabas del Inpec en los traslados a Montería y cancelación de audiencias lo impidieron antes".
Otro detalle que revela el jurista de la historia trágica y de traiciones del clan Castaño la dio el mismo exparamilitar (Roldán), quien relató que años después del asesinato de Fidel, cuando se embriagaba, Carlos Castaño se dirigía a un paraje solitario en una finca en San Pedro de Urabá. Contó que el jefe de las autodefensas iba a ese sitio para "hablar con Fidel" y que allí, alicorado, a veces lloraba.
Esa finca es Casa Loma, justo donde el pasado sábado una comisión judicial encontró las fosas. Aunque falta la confirmación del ADN, entre las autoridades no hay duda de que la osamenta encontrada, a menos de dos metros de profundidad, desenterró el misterio conservado a sangre y fuego, por 19 años.
Monoleche, libre en el 2014
Jesús Ignacio Roldán Pérez confesó en el 2006 que participó en el homicidio de Carlos Castaño. Está postulado a la Ley de Justicia y Paz y le imputaron homicidios, desplazamientos forzados y despojo de tierras. Espera salir en libertad en el 2014, por pena cumplida de 8 años de cárcel.
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