COLPRENSA | LA PATRIA | BOGOTÁ
Un viaje al pasado. A los recuerdos más dolorosos y angustiantes de su secuestro hicieron parte de los testimonios de Luis Eladio Pérez y Óscar Tulio Lizcano durante la audiencia de presentación del informe que, en calidad de víctimas, presentaron ayer ante los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Una especie de catarsis de sus secuestros.
La magistrada Julieta Lemaitre, de la Sala de Reconocimiento, les dio la bienvenida y les agradeció su comparecencia a la misma. Y acto seguido le dio primero la palabra al exdirigente nariñense.
“Asisto esperanzado a que este escenario contribuya a la consecución de la verdad, justicia y reparación de las víctimas de este sangriento conflicto, pues es en el restablecimiento de su dignidad que radica el éxito o el fracaso de lo acordado con ese grupo guerrillero”, manifestó.
Su intervención se inició con la lectura de una carta en la que esgrimía que esperaba contribuir a una memoria histórica y que esperaba que no siguiera siendo objeto de maltratos y calumnias.
Pérez lloró. Hizo pausas para tomar aire y seguir. Su relato se tornaba descarnado y reiterativo en que, a su consideración, el acuerdo de La Habana está más centrado en los victimarios que en las víctimas y se refirió, en varios apartes, a que las Farc son el mayor cartel de droga en el mundo.
En su informe también les pidió a los magistrados que indaguen si su secuestro fue objeto de una petición de sus enemigos políticos. Aunque no mencionó nombres, sí hizo la particular solicitud añadiendo que espera que se les pregunte a las Farc por esa hipótesis.
Lizcano hizo una reflexión filosófica alrededor de su secuestro, explicando que la narración le da un sentido al dolor. Contó que escribió 83 poemas durante su cautiverio que se extendió desde el 5 de agosto del 2000 hasta el 26 de octubre del 2008 cuando se fugó junto con alias Isaza, uno de sus captores.
La comparecensia en frases
“Los dos primeros años me tuvieron entre Nariño y Putumayo al borde del oleoducto Transandino. A veces amarrado a los árboles, no le permitían a la guerrilla hablar conmigo, sin ningún tipo de medicamentos”.
“No tenía ni siquiera cuchara para comer. Tenía que comer con los dedos, porque decían que si me daban cuchara o tenedor eso se convertía en un elemento peligroso que pudiera atentar contra ellos”.
“Tenía que limpiarme los dientes con el carbón, con las cenizas de las hogueras”.
“Siempre pensé que cada día era mi último día de secuestro. La Biblia y El Quijote fueron los libros que siempre me acompañaron”.
“A mí me dio un infarto. Estuve tirado en el suelo 15 días y a los 15 días, el famoso comandante Gafas me agarró a puntapiés a caminar, sin ningún tipo de asistencia. Lo único que recuerdo fue una pastilla de aspirina que me la dio uno de los norteamericanos”.
“Cuando nos escapamos con Íngrid Betancourt, duramos seis días por fuera, pero nos entregamos voluntariamente porque mi estado de salud era complicado. El castigo fue encadenarnos a los árboles. Nos sacaban a hacer nuestras necesidades como sacar a un perro”.
“Espero perdonar algún día, pero para ello requeriría unos pasos mínimos por parte de nuestros victimarios, no un perdón burlesco como el que hizo el comandante de la guerrilla en Cartagena, ofendiendo a las víctimas”.
Luis Eladio Pérez.
“Hay que perdonar. Porque comprender es perdonar, si uno comprende las causas, aprende a perdonar”.
“Lo que más me golpeó a mí fue la soledad frente a esa dura realidad”.
“Llevaba seis años secuestrado cuando escuché que a mi hijo lo habían secuestrado. Ese fue el umbral más alto del dolor”.
“Me llamó la atención la ignorancia de esos muchachos que me prestaban guardia. Había una comandante, Otilia se llamaba, que se me acercó y me dijo que ella, al igual que las otras jóvenes, fueron violadas por sus padrastros”.
“Había un pelado que le decían Comidita. Tenía 14 años y el AK 47 que tenía era más grande que él. Una día intentó fugarse, lo pillaron y lo amarraron a un árbol. Luego lo degollaron”.
“Si acabamos con nuestros odios y llegamos a la reconciliación creo que habremos llegado a la paz”.
“Salí como una piltrafa humana. Estuve tres días en la selva caminando cuando me les fugué, eso les causó rabia y recibí muchas amenazas”.
“Todavía habló con Isaza. Lo hago por Whatsapp y me dice que está bien”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015