Faltando pocos minutos para las 12 del día, las autoridades de Medellín implosionaron de forma controlada el edificio Mónaco, conocido por haber sido la vivienda del narcotraficante Pablo Emilio Escobar en los años ochenta y que aún representaba un símbolo de la mafia.
En el lugar que ocupa la edificación, en el sector de El Poblado, se construirá un parque en memoria de las víctimas del narcoterrorismo con el que Escobar intentó someter a la sociedad y el Estado en los años 80 y 90 del siglo pasado.
El secretario privado de la Alcaldía de Medellín, Manuel Villa, responsable del proyecto de demolición del Mónaco, precisó que el propósito es empezar a contar la historia desde "el lado correcto" a partir de la caída del "símbolo de los victimarios y de la ilegalidad".
Este edificio, que hoy se encuentra en ruinas, fue residencia del jefe del cartel de las drogas de Medellín y blanco de un atentado con carro bomba en 1988 por los rivales del cartel de Cali, en un episodio sangriento de la ciudad.
Escobar eligió al barrio Santa María de los Ángeles, que hace parte de El Poblado, como el lugar para construir en 1986 el Mónaco, bautizado así en honor del principado, y residencia de sus familiares y de sus guardaespaldas.
Además de los 12 apartamentos, dos piscinas, 34 parqueaderos y una cancha de fútbol, el capo mandó a construir en ese predio de 5.000 metros cuadrados un penthouse de dos niveles en el que vivió junto a su esposa y sus dos hijos.
La guerra entre los carteles de Medellín y Cali dejó su huella en esa edificación por el atentado terrorista del 13 de enero de 1988, que causó tres muertos y 10 heridos y dejó al descubierto, entre las ruinas del predio, una colección de decenas de autos deportivos de Escobar.
Tras el atentado, el capo abandonó su búnker que posteriormente fue sede de la Asociación Cristiana de Asistencia y Rehabilitación (Asocar) y de la Dirección Nacional de Estupefacientes, entidad que administra bienes decomisados a narcotraficantes.
Además se convirtió en una sede administrativa y financiera de la Fiscalía, que en el año 2000 soportó la explosión de otra bomba, en esa ocasión dirigida contra miembros del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de esa entidad.
En 2008, el Mónaco fue sometido a un proceso de expropiación y entregado a la Policía, para 10 años después pasar a manos de la Alcaldía de Medellín en un acuerdo con la Sociedad de Activos Especiales (SAE), que finalmente permitió poner en marcha la demolición.
La implosión hace parte de la iniciativa "Medellín abraza su historia", liderada por las autoridades locales para rendir homenaje a las víctimas del narcoterrorismo en la ciudad.
En el sitio se hicieron 2 mil 800 perforaciones para inyectar la carga. El edificio cayó en 3,2 segundos. Usaron 280 cargas de indugel, 200 detonadores, 4.000 metros de cordón detonante, 12 personas estarán encargadas de ejecutar la demolición.
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