“Cójanlo, cójanlo, es un ladrón”, esas fueron las ofensas que de manera inexplicable, mientras correteaban a nuestro reportero gráfico, Gustavo Roa, repetían sin sentido los familiares de un hombre identificado como Roberto Galeano.
Cuando lograron alcanzarlo, después de un camino de dos cuadras, los seres queridos del occiso con una furia inexplicable la emprendieron en contra de nuestro compañero. Convencieron a la comunidad de que él era un delincuente y entre, por lo menos, 10 personas se abalanzaron sobre él para darle patadas y puños, mientras lo ofendían de manera salvaje.
Ver a Gustavo en el piso, ensangrentado y pidiendo que no lo golpearan más, pues él solo estaba cumpliendo con su trabajo, no conmovió a la familia del pensionado, quienes no descansaron hasta quitarle su herramienta de trabajo: su cámara fotográfica, y de paso nos amenazaron al resto del equipo periodístico.
No contentos con borrar el material de toda una mañana de trabajo, los sujetos amenazaron con dañarla.
LOS HECHOS
Eran las 12:40 de la tarde del miércoles cuando el equipo periodístico de Q’HUBO, como todos los días, llegó a cubrir de primera mano una noticia judicial.
Como en todos las inspecciones técnicas a cadáveres, nuestro compañero Roa se presentó ante las autoridades para proceder a registrar los momentos que se vivían en el barrio.
Ellos, sin ningún problema y cumpliendo con el artículo 20 y 73 de la Constitución Política (en el que se menciona el derecho a la libertad de información, expresión e información), le dieron la autorización para que cumpliera con su labor.
El procedimiento transcurrió en completa paz, hasta el momento en que los agentes de la Sijín sacaron el cuerpo inerte de Galeano de la vivienda. A las afueras del inmueble decenas de curiosos se agolparon y Gustavo, sin omitir ningún acordonamiento (pues la Policía en ningún momento lo adecuó), sacó la cámara y obturó el instante en que los policías judiciales se desplazaban hacia el carro de criminalistica.
En ese momento la furia se desató en aquellas calles. Los seres queridos del occiso, sin medirse ni pedir de manera respetuosa que nos retiramos del lugar, corretearon por dos cuadras al reportero gráfico, dejándolo tendido en vía pública con su rostro completamente ensangrentado.
Mientras los familiares del difunto perseguían a Gustavo, nuestra periodista Catalina Puentes gritó desesperada que por favor no le pegaran más a su colega. No obstante, la respuesta de la familia fue escupirla y propinarle un golpe en la cara mientras le gritaban palabras de grueso calibre. “Cuando les rogué que no le pegaran a Gustavo, un hombre me escupió en la cara, mientras que una mujer me pegó un puño, sin yo hacerles nada”, relató Puentes.
Acto seguido, un motociclista, que pasaba por la zona, nos afirmó que un miembro de esa familia aseguró que nuestro compañero era un ladrón. “Yo iba en mi moto cuando ese tipo salió corriendo y diciendo que teníamos que coger al muchacho porque era un ladrón. Yo pensé que eso era verdad y por eso ayudé a atraparlo. En ningún momento imaginé que el muchacho estuviera trabajando”, afirmó Jhovanny, un miembro de la comunidad.
¿Y LOS POLICÍAS QUÉ?
Mientras la agresión tuvo lugar, los uniformados del CAI Villa del Prado observaron el hecho sin intervenir ni velar por el orden público. Por el contrario, los oficiales se pusieron de parte de los agresores alegando “deben respetar el dolor ajeno”.
Q’HUBO les reitera a las familias de los difuntos que nuestro deber es informar los hechos judiciales que acontecen en la capital y el departamento. Entendemos el dolor que genera la pérdida de un ser querido, pero nada justifica la violencia. Con el diálogo y la comunicación siempre se puede llegar a un acuerdo desde la cordialidad y el respeto.
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