Margaret Sánchez
LA PATRIA | Manizales
“Buscar un ave es como jugar una final de un partido de fútbol, con esfuerzo se puede ganar, se puede encontrar, puede estar metida donde uno menos cree”.
Así describe la observación de aves Jaider Andrés Ossa Patiño, de 15 años, habitante de la vereda Nueva Primavera, de Villamaría.
“Es una emoción muy grande cuando se ve un pájaro por primera vez”, añade mientras señala en un árbol una tángara Real (Tangara cyanicollis). Esa experiencia es conocida como lifer o plumazo, en español.
El 17 de octubre la vivió al observar una pareja de pato de torrentes (Merganetta armata) en el río Chinchiná. “Estaba hablando con un amigo y salió una hembra con el macho, se subieron a una piedra. Me emocioné, no grité porque los espantaba. Les hice señas a mis compañeros para que los vieran”, Jaider Andrés lo cuenta con una sonrisa.
Ese disfrute del avistamiento se lo ha inculcado Jorge Osorio, un neirano de 48 años que llegó hace 25 a la vereda, y quien alterna su trabajo de arenero con su pasión: las aves.
Por eso con su esposa, Gladys Patiño, de 40 años, se animaron hace tres meses a crear el grupo de observación Los Espigueritos, en el que enseñan la importancia de estos animales e inculcan el cuidado por el medioambiente.
Jorge Osorio y Jaider Andrés Ossa Patiño en busca del pato de torrentes en el río Chinchiná.
La pareja de pato de torrentes (Merganetta armata).
Pasión
Binoculares y cámara son lo primero que alista Jorge para irse a trabajar en su charco del río Chinchiná, donde saca arena y gravilla. “No le pueden faltar”, expresa Gladys. “En cualquier momento uno encuentra una especie. Esto para mí, más que una afición, es algo que me apasiona”, agrega él.
Mientras con su pala saca el material, de reojo mira si en las piedras están los patos de torrentes, especie que llegó hace unos seis años a la zona y con la que han aprendido a convivir los areneros.
“En ese tiempo la gente lo veía como algo extraño, pero bonito. Lo querían cazar para venderlo o domesticarlo. Cuando fui aprendiendo de aves, les explicamos que eran silvestres y que debíamos cuidar su hábitat”, recuerda Jorge, quien es de las personas que mejor les lleva registro y conoce a detalle su comportamiento.
La pareja dice que tiene el gusto por la naturaleza gracias a su sangre campesina, pero desde que participaron hace dos años en un curso del Sena lo hacen de manera más consciente, se capacitan y registran la biodiversidad de su municipio.
“Cuando alguien le habla a uno de qué son las aves, su importancia, uno comienza a prestarle atención. Muchas veces uno dice ¡Ah, un pájaro!, pero no sabemos cómo viven, cuáles son sus nombres y por qué hay que protegerlas. Es importante compartir estos conocimientos”, expresa Jorge.
Rocío Espinosa Aldana, de la Fundación Ecológica Cafetera, les muestra en una guía la diferencia de los picos de los colibríes, que varían el tipo de flor del que liben.
Gladys Patiño y Jorge Osorio se casaron hace 25 años.
Empíricos
Gladys es técnica en asistencia social comunitaria. El trabajo con sus vecinos lo heredó de su papá, Leonardo Patiño Zapata, quien fue uno de los 51 fundadores de la vereda Nueva Primavera hace 35 años, cuando la avalancha provocada por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz arrasó con Río Claro. Para ella trabajar con los niños y jóvenes es también educar al resto de la familia sobre la riqueza que hay en su entorno. “Cuando salen juntos les muestran las aves, y ya quieren que les instalen en sus casas comederos y bebederos”, afirma.
Ella y su esposo comenzaron, de manera empírica, el grupo los Espigueritos, imprimieron imágenes para colorear, se las arreglaban con la guía de campo de Jorge para explicarles sobre las familias y especies.
“Observar aves es una actividad relajante. Es hacer algo diferente, se siente paz, se va el estrés. De tanto ver los pájaros te aprendes los nombres. Como dicen: al que le gusta le sabe. Estamos aprendiendo y estamos incentivando a otros para que se motiven”, dice Jaider Andrés, miembro de Los Espigueritos.
Al principio eran cinco niños y tenían que compartir dos binoculares. Ahora son 13 miembros y cuentan con seis binoculares, gracias a la donación de la Fundación Ecológica Cafetera (FEC). “Tienen que rotarlos, pero a veces en campo es complicado, porque mientras se lo pasan para ver el ave se puede ir”, sostiene Jorge.
Rocío Espinosa Aldana les explica a Los Espigueritos cómo usar los binoculares en campo.
El sábado 14 de noviembre el grupo Los Espigueritos registró 50 especies en el patio de la casa de Gladys y Jorge.
Apoyo
Rocío Espinosa Aldana y Andrés Mauricio López, de la FEC, conocieron a Los Espigueritos y los vincularon a su proyecto Pasos paisajes sostenibles en la cuenca del Río Chinchiná, que cuenta con el apoyo de American Bird Conservancy, Vivo Cuenca y Comité de Cafeteros de Caldas.
“Estamos intentando hacer transformaciones del territorio para que sea sostenible. Trabajamos con herramientas del manejo del paisaje, haciendo siembra de especies nativas en la comunidad; capacitaciones, monitoreo de avifauna”, explica.
En esa labor conocieron a Gladys y Jorge y los apoyan en el proceso de formación y capacitación del grupo de observación de aves. “Son personas excepcionales y comprometidas con una actividad voluntaria con los niños. Nosotros contribuimos con su proceso y fortalecemos a los niños”.
La coordinadora del proyecto de la FEC resalta que buscan mejorar la calidad del hábitat de la cuenca y su tejido social. “No podemos hacer nada sembrando árboles, si no hay conciencia de conservarlos y de proteger la biodiversidad que hay en el territorio”, apunta.
El 14 de noviembre, Rocío y Andrés lideraron una mañana de observación y realizaron un taller lúdico en el que jugaron con los niños a identificar especies a través de sus cantos.
“Ya comienza uno a ver una luz. Alguien se arrima y lo apoya. Ve una luz verde para seguir avanzando en el tema”, expresa Jorge, quien invita a que conozcan la iniciativa en Nueva Primavera y los apoyen con guías, binoculares o la ayuda que les puedan brindar. “Todo el material es bienvenido”.
Jerónimo Loaiza, de 4 años, el miembro más joven de Los Espigueritos, le muestra a Andrés Mauricio López, de la Fundación Ecológica Cafetera, dónde está un gavilán.
Kévin Leandro Ramírez Patiño, 14 años
Aprendemos a cuidar las aves. Mi favorito es el Picogordo degollado, migratorio.
Esteban Ossa Patiño, 10 años
Es interesante, nos enseñan a no aporrear las aves. Me gusta el Asomacandela.
Isabela Ospina Ossa, 9 años
Se ven muchas especies diferentes y para aprender.
Mariana Cardona Restrepo, 10 años
Cuidamos el medioambiente.
Juan Felipe Ossa Patiño, 13 años
Vemos muchos pájaros diferentes
Los Espigueros
Jorge Osorio se inspiró para el nombre del grupo Los Espigueritos en la gran familia de los tráupidos, de la que hacen parte las tángaras, los azulejos, los mieleros, los semilleros, los espigueros, entre otros. “Me gusta mucho, queremos ser como esa gran familia, quiero formar una juventud grande como son los espigueros”.
Registros en Villamaría
Jorge Osorio, Jhon Murillo, Víctor Méndez y José Hidalgo son cuatro avistadores de aves de Villamaría que se han interesado en el registro y seguimiento de a avifaunapara contribuir a su conservación. Hasta el momento tienen un registro de 548 especies en su municipio.
Colibrí collarejo (Florisuga mellivora).
Piranga rubra, macho.
Azulejo común (Thraupis episcopus).
En el patio de su casa, donde antes había cultivos de café, han sembrado especies nativas de árboles como almendros, nogales, guamo santafereño, yarumos, entre otros, y plantas como astromelias para que lleguen más aves.
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