Roberto Arias Aristizábal*
LA PATRIA | Manizales
Transcurridas ya dos semanas del mes de agosto, no puede dejar de sorprender el preocupante comportamiento del clima mundial, el cual ha venido presentando alteraciones cuyos registros históricos bien vale la pena analizar, para que de una vez por todas, entendamos la gravedad del problema al que debemos enfrentarnos.
Sin pretender ser ave de mal agüero o querer hacer predicciones apocalípticas, considero de vital importancia que las agendas de Gobierno, tanto municipales como departamentales, se articulen para ejercer acciones encaminadas a concientizar al total de la población, que de una manera ingenua no ha querido entender la magnitud del problema que nos agobia.
Los hechos son más que manifiestos: Una importante área del oeste de Canadá y Los Estados Unidos fue recientemente azotada por una insoportable ola de calor que llegó a superar, el 29 de junio pasado, los registros históricos llevados confiablemente hasta hoy en el planeta, con temperaturas de 49,6ºC en el poblado de Lytton, Columbia Británica. En el Valle de la Muerte en California, el 26 de julio, los termómetros marcaron la aterradora cifra de los 54,4ºC siendo la segunda vez consecutiva que se llega a este récord.
Como si fuera poco, a mitad del pasado mes de julio, en Holanda, Bélgica y Alemania, las lluvias arreciaron con tal intensidad que ocasionaron muertes y daños a la infraestructura de estos países que otrora, nadie hubiese imaginado que iban a ser también castigados por la temible alteración del clima mundial. En un reciente libro publicado por la periodista estadounidense Elisabeth Kolbert titulado La Catástrofe que se viene, nos muestra el oscuro panorama que les espera a las generaciones venideras, y nos pone de relieve la trascendencia que tiene para las actuales, adoptar medidas efectivas, para que al menos, frenemos la vertiginosa velocidad con la que el planeta está cambiando sus condiciones climáticas.
Impacto local
Ni que decir de lo que ocurre a nivel local, donde en pleno mes de julio y agosto, hemos vivido torrenciales aguaceros, inesperadas oleadas de frías temperaturas e inundaciones en sitios en los que por estos meses, el clima estival invitaba a otro tipo de actividades. Cada año, con mayor periodicidad, asistimos impávidos al agresivo embate de la naturaleza, que de manera violenta nos grita que hagamos algo ante su preocupante estado de salud. Lamentablemente, la respuesta generalizada de los gobiernos de los países desarrollados, es hacer caso omiso de los compromisos adquiridos en las convenciones mundiales, que sobre el clima, se celebran en el mundo.
Según recientes estudios de los científicos encargados de analizar a profundidad los fenómenos climáticos, los eventos acaecidos en la tierra durante los últimos 25 años dan a entender que la temperatura del planeta sufre un incremento, que de llegarse a dar en 1,5ºC, las consecuencias serían devastadoras. Ciudades costeras con gran cantidad de población, inundadas por acción del incremento del nivel del mar, producto del deshielo de los polos; incremento en el número de huracanes, los cuales tendrán cada vez mayor intensidad; aparición de los refugiados climáticos, es decir, aquella población que deberá buscar dónde vivir como consecuencia de las transformaciones que sufrirán sus lugares de residencia; extinción masiva de especies, algo que según los expertos pone en riesgo la seguridad alimentaria del planeta. En fin, un sinnúmero de consecuencias nefastas, que debería ser motivo más que suficiente para que iniciásemos una cruzada en procura de enfrentar y atenuar la embarazosa situación que nos llega.
Como puede verse, el tiempo apremia y la posibilidad de corregir el rumbo es cada vez más estrecha. Por eso, el llamado urgente debe centrarse en la clase dirigente para que con determinación, adopten medidas y programas que redunden en beneficio de la concientización de la magnitud del problema. Solo así, podremos recomponer un poco la esperanza de un mejor futuro para nuestra descendencia.
El destino de la raza humana está marcado por su alto poder depredador, que ha arrasado con gran parte de la selva amazónica, ha contaminado a través de la minería ilegal innumerables fuentes de agua y ha devastado otra cantidad de territorios. Solo ahora, las nuevas generaciones han empezado a entender la necesidad de cuidar el agua, los bosques, el aire y todo aquello que hace parte integral de la biosfera, pero no es suficiente. Hacen falta acciones decididas que efectivamente puedan contrarrestar los graves efectos de un monstruo que asecha nuestra existencia, como lo es el cambio climático. Ese es el verdadero y difícil reto al que nos debemos enfrentar. Ningún otro.
Sin recepción
P.D. Un pequeño grupo de jóvenes investigadores del Instituto de investigación en Estratigrafía de la tierra, IIES de la Universidad de Caldas, creó una productora de contenido científico, AURORA, cuyo cometido principal es difundir el conocimiento a comunidades con muy poco y limitado acceso a este tipo de información. Fueron escogidos el pasado año, como un emprendimiento ganador del programa liderado por la Alcaldía y la Cámara de Comercio de Manizales. Quieren difundir un mensaje claro y preciso de las acciones que deberíamos emprender para mitigar el problema del cambio climático. La tienen clara, pero nadie los escucha.
*Ingeniero civil. Exsecretario de Planeación de Manizales
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