KILLY GUTIÉRREZ GUZMÁN
EL PREGONERO | MANIZALES
La arriería no solo es muestra del trabajo y el esfuerzo, sino del aporte al desarrollo económico colombiano en épocas de colonización.
Los arrieros abrían caminos por Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda para transportar hasta las cargas más difíciles, denominadas turegas, en las que se incluían campanas de iglesias, pianos de cola, imprentas e incluso carros.
Según narra el corto documental Arriería en Caldas, esta comenzó en Manizales en 1870 por el camino de Aguacatal, vía que conducía a Honda (Tolima), de donde se traían los abarrotes.
Un arriero emprendía las travesías, generalmente, con 15 mulas. Cuando eran más, lo acompañaba el caporal, quien era líder y guía.
"Un arriero era además ingeniero, porque debía solucionar las complicaciones de los caminos, y veterinario, pues debía atender a las mulas que se enfermaban", cuenta Guillermo Morales Mamarracho, el caporal de los arrieros que presentan el cargue y descargue en Fondas y Arrierías durante la 59 Feria de Manizales.
Los animales
En la arriería se utizaban los bueyes o las mulas, cruce de burro y yegua. Esas últimas eran las predilectas de los arrieros porque soportaban jornadas más largas.
Cada mula podía cargar hasta 12 arrobas, seis en cada lado, mientras que los bueyes, según Pablo Emilio Castro El Abejorro, podían llevar de 7 a 8 arrobas cada bulto, por lo que algunos arrieros los preferían, a pesar de que eran más lentos.
Para transportar mujeres embarazadas o muertos, armaban una especie de camilla, que iba en medio de dos mulas. Ataban troncos delgados de madera que iban amarrados a los lados.
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