LA PATRIA | MANIZALES
María Eugenia Londoño fue una de las tantas feligreses que se concentró frente al Instituto Universitario, de Manizales, para profesar su amor a Dios durante la procesión del Corpus Christi.
A las 9:00 de la mañana la carrera 22 fue cerrada, mientras las comunidades religiosas ultimaban detalles. El arzobispo de Manizales, Gonzalo Restrepo, realizó una reflexión y entre cantos comenzó el recorrido. María se ubicó unos metros atrás de la camioneta blanca que transportaba el Cuerpo de Cristo, adornado con flores amarillas. Ella lucía una falda negra, zapatos del mismo color, saco gris y un manto blanco con el que cubría su corta cabellera.
Por cada paso que daba, hacía un rezo, y a la vez movía los dedos de su mano izquierda pasando las cuentas del rosario de pepas azules y una cuz roja. Caminaba despacio, no por su edad, sino para que el viento no apagara la llama del velón blanco que cogía con su mano derecha. Al llegar al colegio Isabel La Católica estallaron en el cielo fuegos artificiales, mientras el sacerdote Efraín Castaño le pedía al Señor que bendijera a los asistentes y a las familias que habitaban las casas y negocios ubicados en el trayecto.
Estaciones
La entrada del centro comercial Parque Caldas se convirtió en un improvisado templo. Allí, el sacerdote Sigifredo Ortiz invitó a los peregrinos a reflexionar. En este punto María botó la parafina que rebosaba su velón, se arrodilló, oró y, de nuevo, se puso de pie para continuar con el trayecto.
El mismo proceso lo realizó en las dos estaciones siguientes, ubicadas en el supermercado del Centro y en la tienda Ara. En esta última, a una cuadra de arribar a la Plaza de Bolívar, el viento hizo de las suyas y apagó la llama de su velón; sin embargo, no dejó de llevarlo en alto, con la imagen ya derretida del corazón de la Virgen. Una vez llegó a la Plaza, junto con los demás feligreses, entonó el Rey de Reyes, entre otros cánticos, para luego observar a seminaristas y sacerdotes que hicieron una calle real para que pasara el Cuerpo de Cristo y así dar inicio a una eucaristía que ofició el arzobispo de Manizales en un improvisado altar para centenares de fieles católicos que asistieron a la procesión.
María Eugenia Londoño nunca dejó de llevar el velón durante el recorrido.
Con mucha fe los asistentes oraron en cada estación. Hasta las parejas aprovecharon la procesión para rezar en unión.
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