Julián Madrid *
LA PATRIA | Manizales
Dieciséis de marzo de dos mil veinte, es la hoja que mi vecino Pablo no arrancó del clásico calendario del indio Piel Roja, para recordarse y recordarnos que para nosotros ese día "el mundo cambió" lo pongo entre comillas primero porque son sus palabras y segundo porque cobraron gran importancia para mí, sobre todo porque ansiaba de todo corazón que fuera así, que viniera milagrosamente una verdadera transformación del mundo, pero sobre todo, un nuevo sentido de la existencia que nos permitiera recorrer caminos más dignos a nuestra condición humana; aquí empiezo a decirlo en pasado, ya procesé toda esa frustración y ansias de cambio, ya reconocí que por ahora, ningún cambio será dado, nuestro afán facilista y consumista solo espera que la cadena sea liberada por completo para regresar de nuevo al mismo punto frenético donde el tiempo es dinero y donde nuestra vanidad aún nos supera. Lo siento, me tenía que desahogar.
Por supuesto creo que en cada uno de nosotros queda una buena enseñanza de lo que ha sido este tiempo extraño, luego de este largo paseo por emociones inimaginables se decantan las cosas esenciales, queda expuesta la necesidad de afecto, de empatía, de armonía, de pausa con sentido, pero sobre todo, la necesidad del otro y esto último es una semilla poderosa, simple pero poderosa.
Como fotógrafo ha sido toda una experiencia, recorrer una ciudad desolada puso a volar mi imaginación, aunque las imágenes se quedaron solamente allí, y eso me encanta, que se queden imaginadas, como caldo de cultivo para realizaciones futuras.
Dadas las limitaciones para salir decidí volcar mi interés visual en las cosas simples que mi entorno me facilitaba, encontré una belleza exquisita en la maleza, hojas de mi patio, grandes, pequeñas, de todas las formas; abstraje lo sublime de su naturaleza, eso tan simple se elevó al nivel que como artista quiero: verlo convertido en objeto de deseo. No por propia vanidad, más por respaldo a mi búsqueda e inquietud estética.
Reinventarse fue una palabra muy usada, aunque todavía no le encuentro mayor sentido, ya que solo hacía referencia en su gran mayoría a cómo diablos conseguiríamos el dinero suficiente para sobrevivir a nuestro encierro. Todos abusamos de esa palabra, si antes alguien vendía arepas en la puerta de su casa y ahora lo hace a domicilio, a eso le llamamos "reinvención"; por eso no le encuentro mayor sentido, porque finalmente las arepas siguen siendo las mismas. Así que no puedo decir que fotográficamente me reinventé, porque como las arepas, las fotos siguen siendo fotos, simplemente se exploran nuevas formas de hacer eso que ya se sabe hacer.
Muchos pensarán que cuando llegue el veinte veintiuno habrán dejado atrás no sé qué! si este simple pensamiento nos acerca más al lado esperanzador de la vida, que así sea!. Lo cierto es que, difícilmente tendremos de nuevo una oportunidad colectiva tan grande para avanzar hacia un sentido de existencia sensato, que trascienda el ego y el instinto animal, aceptando que todo parte de la individualidad, de los cambios pequeños con nosotros mismos y el entorno.
Nos invito, no es un error "nos invito" porque quiero incluirme, a que las pausas en nuestra vida no sean una imposición, que el silencio permita escuchar más allá del ruido, que vivamos desde adentro hacia afuera, que reconozcamos la grandeza del otro, que nos apropiemos de los pensamientos y que demos valor a esta experiencia humana.
¿Reinvención?
Reinventarse fue una palabra muy usada, aunque todavía no le encuentro mayor sentido, ya que solo hacía referencia en su gran mayoría a cómo diablos conseguiríamos el dinero suficiente para sobrevivir a nuestro encierro. Todos abusamos de esa palabra, si antes alguien vendía arepas en la puerta de su casa y ahora lo hace a domicilio, a eso le llamamos "reinvención"; por eso no le encuentro mayor sentido, porque finalmente las arepas siguen siendo las mismas.
Julián Madrid: Ingeniero de profesión y fotógrafo por vocación desde hace 10 años. Mis proyectos actuales abarcan la experimentación conceptual, haciendo de las formas un lenguaje estético.
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