LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
En el Centro de Manizales, la vida se vive más rápido o más lento, según como usted la quiera ver. Jonathan parece de 30 años, pero tiene 24 y lleva uno en la calle. El sábado en la noche se sentó a cenar con unos 300 compañeros.
Llegó a las 7:30 p.m., a la calle del Cambalache, contigua al sótano de la Galería, se cambió en una carpa de la Cruz Roja en donde había ropa de segunda en buen estado, se limpió con pañitos húmedos y se dispuso a cenar.
La traba del sábado a mediodía casi lo destroza, vomitó por media hora. Volvió a consumir a las 5:00 p.m., y se recuperó en la noche con la comida preparada por los Súper Amigos, un grupo de voluntarios que busca reconstruir el tejido social de Manizales.
"He estado muy decaído y esto nos ayuda a tener más conciencia para salir adelante. Mis hermanas y mis papás me animan mucho, pero yo les robo porque me dan ganas de fumar y ellos deben poner un candado a la casa para que yo no entre. Espero que con la ayuda de Dios pueda salir". Jonathan vive entre la calle y la casa, depende de cómo se sienta en las noches.
Paca Martínez, una líder de la iniciativa, verificaba cada módulo de trabajo: los meseros, cocineros, músicos, los del vestidor y los animadores. Era una labor en conjunto: unas 100 personas listas para cambiar la noche de los habitantes de calle.
Comida en el comedor
Fotos | Fredy Arango | LA PATRIA
Solo repartían comida a quien se sentara a compartir.
Cuatro filas de mesas con manteles estaban dispuestas para 300 invitados. El menú era un cóctel sin licor, una entrada de ceviche de chorizos, un plato fuerte de espaguetis con carne, y de postre un brownie con helado.
Martínez explicó que la organización fue posible por las decenas de voluntarios que creyeron en su iniciativa: "Hicimos una convocatoria, recolectamos ayudas, movimos voluntades. No solo queremos darles la comida, queremos tener contacto con ellos, charlar, bailar, ayudar a su resocialización".
Uno a uno se sentaron en la mesa y a los segundos ya el servicio de comedor llegaba a atenderlos. Todo era "buenas noches, siéntese, ¿está a gusto?". Y todo era "sí, muchas gracias".
José Fernando, de 63 años, sonreía todo tiempo, su mesa era más animada de la noche, en especial porque compartía con las muchachas: "Me he sentido muy bien, porque tengo aquí como 50 novias. Esto es muy bueno, compartimos todos y pasamos bueno". Se refería a las mujeres que lo atendieron y le servían la comida.
En el evento participaron la Policía Metropolitana, el Batallón Ayacucho, la Armada Nacional, la Defensa Civil, Emas, Cruz Roja seccional Caldas, Fundación Telefónica, y algunas entidades de la ciudad que donaron alimentos y ropa. También se unieron los músicos Juli Trejos, Smith y la Butaca, y Tradición Vallenata.
En el foro Habitabilidad en calle, Territorio, ciudad y convivencia, que realizó el Concejo el año pasado, se hablaba de 538 habitantes de calle en Manizales. Fray Juan Torres, experto, aseguraba que esta población está en aumento y que podía ascender a los 600.
La Fundación Orden Franciscana de la Divina Compasión recoge a estas personas, les paga una pieza en la Galería y tratan de alimentarlos, bañarlos y cuidarlos.
Esta población se sostiene de limosnas y del reciclaje. Sufre problemas por sobredosis, enfermedades de transmisión sexual, enfermedades respiratorias y tuberculosis, entre otras.
Los voluntarios bailaban con los habitantes de calle, fue una noche de integración y fiesta.
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