Padre Camilo Arbeláez
LA PATRIA | MANIZALES
Llegamos otra vez a una semana que por tradición cristiana de siglos, se ha llamado “santa”, por conmemorar en ella los misterios inefables de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Serán, desde luego, diferentes los modos y estilos como transcurrirán los días santos:
* Como un tiempo de descanso para quienes sienten el agobio del trabajo y les cae bien un pequeño respiro para seguir en la faena de la vida, tantas veces difícil y complicada, y más en los tiempos actuales.
* Otros verán en la Semana Santa una novedad que rompe la monotonía del diario acontecer. Así la celebración de estas fiestas, de hondas raíces populares, de colorido y atracciones, resulta interesante para muchos cristianos que ciertamente participarán en la Semana Santa, pero sin mayor compromiso en cuanto a su vida personal. Pasarán entonces las celebraciones religiosas, sin que en el fondo de su alma pase casi nada.
* También habrá en la Semana Santa, en buena hora, un gran número de creyentes que la mirarán como una oportunidad especial de encuentro con Dios, no sólo para recordar los misterios de la Redención, sino para sentirlos y vivirlos. Tendremos el tiempo propicio para pensar en el amor desbordado de Dios que se manifiesta el Jueves Santo en la proclamación del “Mandamiento Nuevo” del amor fraterno, y en la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. Se verá ese mismo amor de Cristo, lleno de dolor, en su inmolación en la cruz el Viernes Santo. Y se experimentará también la alegría que empieza en la Vigilia Pascual, con la bendición del fuego nuevo, con el pregón de alabanza, con la liturgia bautismal y con la renovación de la fe.
Durante toda la Cuaresma tuvimos como tema central la conversión. Ahora es el momento de realizarla, acogiéndola como un llamado de Dios en su palabra cuando dice: “Si no se convierten todos ustedes perecerán” (Luc. 13,3). Por eso insistimos que para ser cristiano debemos estar en camino permanente de conversión, cualquiera sea la situación en que nos encontremos: si se está en la culpa y se tiene cerrado el corazón a Dios y a los hermanos; si, como tantos, se está en la mediocridad, en el desinterés por los valores del espíritu, en la falta de testimonio y compromiso; y también si el comportamiento es bueno, porque siempre puede ser mejor, en la tarea maravillosa y a la vez difícil, de seguir creciendo en gracia, como Jesús , “delante de Dios y de los hombres” (Luc. 2,52).
Una conversión que fundamentalmente consiste en “cambiar no de alma, sino de camino bajo la misericordia de Dios”.
Veremos en esta semana cómo el “amor de Cristo nos apremia” (2.Cor. 4,14). El libro del Apocalipsis nos dice que el Señor “está a la puerta y llama” (3,20); y el Salmo 94 nos advierte que “si oímos su voz, no endurezcamos el corazón”. Estos días santos son un camino que empieza con la cruz, pero termina felizmente con la luz de la Resurrección. Caminémoslo devotamente con el alma purificada en el nombre del Señor. Así al pasar la Semana Santa, algo santo habrá pasado en nosotros.
camiloarbelaez60@ hotmail.com
Marcos 15, 1-47
“Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró”.
Palabra del Señor
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