MIGUEL ORLANDO ALGUERO
LA PATRIA | MANIZALES
6:15 de la tarde
"Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa te mataron en la cruz", musita Ofelia Sánchez, mientras se arrodilla frente al monumento del Santísimo Sacramento en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, conocida como la de los agustinos.
El olor a incienso y parafina quemada inundan el templo. Detrás de Ofelia hay una pareja que deposita en una caja tres monedas de cien pesos para encender una vela. En ese mismo instante el coro entona el canto Alto Escúchame.
Fieles, turistas y curiosos entran y salen abrigados por el frío. A la entrada de la parroquia está Gladys Infante Valencia, servidora apostólica hace 27 años con familias pobres y adultos de la tercera edad.
"Visitar el monumento el Jueves Santo es un honor, porque Jesús sacramentado está frente a nosotros. Esta año pedimos por los jóvenes, ellos necesitan mucha oración", comenta Gladys mientras vende velones para ayudar con los gastos de la Semana Santa.
A cinco metros del atrio del templo unos vendedores informales ofrecen objetos religiosos, sahumerios y velas decoradas con la imagen de Jesucristo.
6:35 de la tarde
La siguiente parada es en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, en el barrio Chipre. Quienes se acercan al templo deben pasar por una venta de empanadas, algunos se detienen y otros continúan.
"Me da dos para llevar", dice un joven. "Son $2 mil", responde la dueña del negocio.
Lo primero que se escucha al entrar en la iglesia son cantos gregorianos. Las bancas están llenas de feligreses que se arrodillan y alzan la mirada a donde está el Santísimo.
En la primera fila, sentada en una silla, se encuentra Lucila Botero Álvarez. Para ella el Jueves Santo es un encuentro con el amado, con Jesús eucaristía.
"Dios me premió hace siete años con el apostolado en la cárcel de mujeres. En ellas se ve el rostro de Nuestro Señor, que sufre", afirma Lucila
En sus oraciones pide por su familia, amigos y por las personas que sufren, e invita a las personas a alabar y agradecer a Dios.
De repente se escuchan tres campanazos. Es la señal del inicio del ritual de adoración. En medio de la romería se ven fieles con libros de oraciones y rosarios en sus manos.
7:00 de la noche
204 velones iluminan el monumento en la iglesia San Antonio de Padua, ubicada en la calle 17 con carrera 24. En la entrada del templo hay un aviso que dice: "Los excluidos y marginados son nuestros hermanos. Papa Francisco".
Esta frase la cumple Margot Celis, quien desde hace un mes se vino de Santa Rosa de Cabal (Risaralda) a Manizales en búsqueda de trabajo.
"Una amiga me dio posada. Hoy pido especialmente por mi familia, por la paz de Colombia y por los gobernantes", menciona Margot mientras se acomoda su velillo de encajes que lleva puesto sobre su cabeza.
De fondo se escuchan jaculatorias como: "Mi Jesús sacramentado, mi dulce amor y consuelo. Quien te amara tanto que de amor muriera" y "Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar. Sea para siempre bendito y alabado". Entretanto el coro recita Vine a pedir, un canto de adoración.
7:20 de la noche
De camino a la Catedral Basílica Nuestra Señora del Rosario de Manizales muchos turistas aprovechan para comer en restaurantes del Centro, incluso propias de la ciudad con sus familias.
Siete escalas y seis reclinatorios separan a los feligreses abigarrados del monumento, donde dos jóvenes, cada una con la bandera de El Vaticano, cuidan a Jesús Eucaristía.
De la sacristía sale Juan Pablo Mendoza, uno de los 35 jóvenes que integran la comunidad juvenil Shemá. Da varios pasos como si estuviera en una procesión. En su mano lleva el rosario.
"El Jueves Santo es importante porque se celebra la institución de la eucaristía, del sacerdocio y del mandamiento del amor. Esto lo aprendí en los dos años que llevo sirviendo en la parroquia", destaca Juan Pablo.
Al preguntarle sobre la tradición del monumento en las iglesias él responde: "Se hace esta visita como recuerdo de la oración de Jesús en el huerto antes de su crucifixión".
La romería no para y muchos sacan su celular para tomar fotografías, que recuerda su paso por la Catedral.
7:50 de la noche
Frente al Parque Caldas se ubica la Basílica Menor Inmaculada Concepción. Allí los feligreses abarrotan el monumento, que fue decorado con anturios, 12 veladores y la imagen de la samaritana de fondo.
Se empiezan a escuchar las notas del órgano, el rey de los instrumentos como lo suele llamar Alonso Bedoya, interprete de este instrumento. Detiene la melodía para escoger el canto que acompaña la adoración.
"Para esta sublime noche escogí cinco canciones: Amigo; Eucaristía, milagro de Dios; Cómo no creer en Dios; Yo creo en Dios, y Tan cerca de mí. Estas letras ayudan a la reflexión", afirma Alonso.
Agrega que en los siete años que lleva acompañando las misas con cantos, en este año siente la fuerza de las oraciones de quienes se acercan al Santísimo Sacramento.
8:15 de la noche
Un reflector encendido ilumina el monumento adornado con un arco de flores rosadas, blancas y azules. Así recibe la parroquia Cristo Rey, ubicada en el barrio Lleras, a los fieles y visitantes.
En la entrada del templo dos niñas juegan mientras esperan a sus padres, quienes pertenecen a una comunidad de oración y preparan la liturgia de la Resurrección.
Juliana y Ana María caminan hasta un letrero que indica: "Jueves Santo: Jesús instituye la eucaristía. Viernes Santo: Pasión y Muerte de Jesús". Comentan que se arrodillaron ante el Santísimo y pidieron por la salud de sus familias y amigos.
Entretanto sus padres las llaman, señalan las imágenes de los doce apóstoles en la Última Cena que están al otro lado del templo. Sobre una mesa rectangular, que acompaña la escena, hay espigas, vino y uvas.
8:30 de la noche
El murmullo de las oraciones se confunde con la música gregoriana que suena de fondo en la iglesia de la Santísima Trinidad, ubicada sobre la Avenida Santander con calle 53A. Es la última estación para completar el recorrido de los siete monumentos.
La finalidad de esta devoción y tradición católica, arraigada en el pueblo cristiano, es agradecer a Jesucristo por el don de la eucaristía y del sacerdocio, que instituyó aquella noche, y acompañarle en la soledad y sufrimientos que padeció en Getsemaní.
"Es una noche de adoración y plegaria", exclama Claudia Buriticá, servidora del templo hace cuatro años. Resalta que la intención de las oraciones para este año son las familias.
"Frente al Santísimo hay cientos de velones con el nombre de las familias, esto significa que ellas acompañas a Jesús eucaristía y que el Señor las escucha", insiste Claudia.
Al salir del templo hay un aviso con la siguiente cita: "Mirarán al que traspasaron en la cruz".
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