"Lo erótico se puede escribir solo con la atmósfera o solo con ambientes en que los lectores van a completar la escena erótica". Jaime Echeverri, quien dijo esto, es un consagrado escritor manizaleño. Novelas suyas como Reina de picas o Corte final dieron mucho de qué hablar en su momento, así como sus cuentos.
Sigue siendo un tallerista para escritores presentes y futuros y es el primero en echarle el vistazo a decenas de obras que muchos autores le entregan en busca de una opinión sincera y estudiosa.
En la Feria del Libro de Manizales, que realizó la semana pasada la Universidad de Caldas, Echeverri participó en el conversatorio sobre la novelística de esta ciudad, pero también con Juan Manuel Roca en uno concurrido y charlado con el público, sobre literatura erótica.
Los asistentes a este, que se realizó el viernes, dieron sus opiniones, anotaron escritores, recomendaron páginas, soltaron anécdotas, dieron a conocer nombres; resultó ser participativo, como pocos, durante la Feria. Después del conversatorio LA PATRIA dialogó con Echeverri sobre el erotismo y literatura. Tome nota.
Ridiculez y obscenidad
- Dice que los autores colombianos caen fácilmente en dos errores cuando tratan de escribir sobre erotismo. ¿Cuáles son?
Las dos circunstancias son que se cae en la ridiculez o se cae en la obscenidad, en lo más absolutamente grosero.
- Sin embargo, se encuentran muy buena poesía erótica en Colombia.
En poesía hay un tratamiento mucho más delicado del tema erótico, porque tratándolo, inclusive directamente, tiene la magia del poema, que finalmente uno no la sabría explicar más que por el encuentro fortuito entre dos palabras que de un momento a otro se iluminan. Poemas eróticos como los de Gaitán Durán, por ejemplo, son de una belleza impresionante.
- Hablaba de Vargas Vila y que para muchos era lo más cercano al erotismo.
Claro, pero también por tratar de poetizar, valga la expresión, termina usando un lenguaje desmedido y tirándose lo erótico.
- Y aparece el eufemismo, que dice usted termina en piezas de geografía.
Terminan usando metáforas geográficas: las colinas, el valle del vientre, el monte de Venus, natural; la orografía, los efluvios, en fin; o productos de la naturaleza, como los limones, los melones, frutos. Si la situación erótica se solucionara fácilmente, podría uno ir al supermercado.
- ¿Quién cree usted que se ha acercado con más éxito en esa búsqueda en la literatura colombiana?
Hay algunas páginas eróticas en El hostigante verano de los dioses, de Fanny Buitrago, donde creo que está bien tratada, pero es muy difícil, en este momento no recuerdo otro.
En todas partes
- Ese fenómeno no es exclusivo de Colombia. Ahí tenemos Cincuenta sombras de Grey, que es una descripción tan detallada que se pierde el sentido de lo erótico.
Sencillamente tiene algunas escenas explícitas que podrían excitar a algunos lectores, pero que finalmente si uno se pone a leer termina aburrido, como uno se aburre también leyendo al Marqués de Sade. ¿Qué hay más harto que leer al Marqués de Sade?, es muy difícil encontrar algo más aburridor.
- Si algún joven literato se quiere aproximar a este tema, cuál es la recomendación para no caer en lo pornográfico o para quedarse en los eufemismos.
Primero, que no envilezca el sexo, que lo tome como algo natural y necesario al ser humano; que no lo haga gratuitamente, que cuando escriba prosa sobre el sexo es sencillamente porque su historia lo está necesitando, va a enriquecer la historia y no la va a empobrecer y, sobre todo, que tenga respeto por su cuerpo y por el sexo.
- Sabemos que usted está cometiendo literatura erótica. Y que veremos pronto publicado un libro.
Se trata de un cuento que apareció en el 92 en un libro que tiene el mismo título: Las vuelta del baile, y allí, en ese cuento la idea era mostrar la contraposición entre lo masculino y lo femenino. En el cuento hay una tragedia amorosa entre dos mujeres, y una de ellas ha sido violada en una playa. Se publicará en una colección de libros ilustrados que va a publicar la Universidad de Caldas y allí va a salir un texto de Philip Potdevin, Solicitación por confesión, y un cuento de Octavio Escobar, La posada del almirante Benbow.
Buena salud
- Usted es maestro de escritores consagrados. ¿Cómo ve la salud de la literatura colombiana?
Hay buenos narradores, el mismo Octavio Escobar es un narrador puro, de alto voltaje; Tomás González a mí me parece un excelente escritor; Evelio José Rosero, a mí también me gusta mucho; Adalberto Agudelo es también un excelente escritor, no tiene una suficiente resonancia, pero se la merece y la va a tener en su momento. En mujeres, Marta Orrantia que tiene una novela que se llama Oreja de pescado, que me parece una excelente novela, y Carolina López, que estuvo en la Feria del Libro de Manizales.
- Héctor Abad escribía hace poco que había por lo menos 50 escritores colombianos buenos publicando regularmente. ¿Comparte ese número?
No sé si llegaría a 50, pero sí, y hay unas generaciones nuevas, que esperemos que las anteriores no las opaquen, o los vicios editoriales. Yo he tenido en la universidad gente con mucho valor.
- Y qué anda escribiendo. ¿Qué nos tiene deparado sabremos de Jaime Echeverri?
Estoy escribiendo una novela un poco perversa.
- ¿Y sabemos título ya?
Se llamaría provisionalmente Eugenia y Eulalia.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015