
Felipe Motoa Franco
LA PATRIA | MANIZALES
El día que los artistas de Muros Libres llegaron a pintar un mural en el barrio Solferino de Manizales no contaban con el golpe de realidad que los iba a despedir al finalizar su obra. A las nueve de la mañana arribaron con pinceles, vinilos y aerosoles. Ubicaron sus elementos de trabajo y con la ayuda de muchachos del sector, se pusieron manos a la obra. Al caer la tarde verían su recompensa: un muro pintado con mensajes antibélicos.
"Lo que hacemos es romper simplemente una barrera", dice Felipe Toro, estudiante de último semestre de sociología en la Universidad de Caldas y principal gestor del colectivo artístico Muros Libres: "Es llegar con una idea y ofrecérselas", afirma.
Con talleres de capacitación en manejo del color, diseño de plantillas y pinta de murales en los barrios más vulnerables a la violencia, Muros Libres quiere introducir cambios en los referentes de conflicto e intolerancia que afectan a la población más joven de Manizales, conscientes de que el cubrimiento escolar (primaria y bachillerato) que, según la Administración Municipal llega a un 90%, no alcanza para mitigar las complejas problemáticas que afectan a este grupo social, porque, según ellos, "hay que educar más en valores".
"La idea es robarle actores a la violencia. Si al menos uno de los pelados a los que les estamos enseñando en los talleres toma el mensaje, eso ya es un logro", asegura Juan de la Cruz, integrante del colectivo y estudiante de Diseño Gráfico, mientras llena de verde las hojas de un árbol dibujado en La Bombonera, cancha deportiva del barrio El Carmen.
Autogestión
Al mediodía, cada joven que del barrio Solferino aportaba su colaboración a los artistas en la creación del mural, se encarga de llevar a uno de ellos a almorzar en su casa, pues Muros Libres gestiona alimentación, materiales y herramientas en convenio con empresas privadas, alianzas con instituciones públicas o simplemente con los habitantes de los barrios que visitan. A la hora del receso, el muro ya tiene una metralleta que no dispara balas, sino lápices de colores que trazan un arcoíris sobre la pared.
En nueve meses de labor, Muros Libres ha llevado sus talleres a La Asunción, Bajo Tablazo, La Galería, El Carmen, Solferino, y en San Jorge ha trabajado con los integrantes de la fundación Hinchas por Manizales. "Estamos cambiando el grafiti, entendido como rayar paredes sin mucho sentido, por el muralismo que es más artístico", dice John Vásquez, líder de la barra Holocausto Norte y coordinador de Hinchas por Manizales; esta institución, por ejemplo, aporta cartulinas, marcadores y otros útiles requeridos para la instrucción. Con la puesta en práctica de los talleres, en los que además se profesa la no violencia, la barra ha evitado dibujar imágenes que ofendan a otros equipos y ahora se preocupan más por crear motivos que resalten su pasión por el Once Caldas.
Jarrison Esmith Aguirre, de trece años, vive en El Carmen, asistió a tres capacitaciones y después participó en la creación de un mural que le cambió la imagen a La Bombonera, cancha de fútbol que sirve como espacio deportivo, así como punto de encuentro de la muchachada. Cuando se inició la jornada de pintura, Jarrison esbozó un águila cuyo pico era un revólver, pero al ver que nadie dibujaba imágenes alusivas a la violencia, decidió cambiar su idea y la cabeza del pájaro regresó a su estado natural. Al término de la sesión, el niño preguntaba con insistencia: "¿Cuándo van a volver? ¿Cuándo vuelven a pintar? Vuelvan".
Sin embargo, hay quienes dudan de los efectos positivos que pueda tener el trabajo del colectivo: "Esas pinturas me dan mal aspecto, no creo que sirvan para nada", manifiesto José Rodríguez, de 55 años, luego de ver los muros de La Bombonera.
Tratan de mejorar el proyecto
Luego de reposar el almuerzo el colectivo regresó a finalizar la tarea en Solferino. Pintaron, se mancharon con vinilo y a la vista de los caminantes desprevenidos que se sorprendían al ver la obra de arte que les iba a decorar el barrio, dieron las últimas pinceladas: el arcoíris disparado por la metralleta de colores impacta en la cabeza de un soldado paracaidista al que se le cambia el chip, como metáfora de la búsqueda de la paz en medio del conflicto.
Satisfechos con el mensaje del mural en Solferino, los siete artistas de Muros Libres oyen una gritería que se aproxima, giran sus cabezas y en la esquina asoman dos cuchilleros tirándose como a violín prestado, lanzando puñaladas. Mujeres gritan ante el espectáculo. La riña continúa y llega frente al muro, cae sangre al piso y los artistas se resguardan en casas vecinas, asustados. Uno de los implicados se desploma herido, la Policía llega y detiene al otro. "Faltaba el color de la vida real: la sangre", expresa Jorge Giraldo, profesional en artes plásticas y quien hacía unos minutos pintaba sobre la pared. "Es que esto no es un juego", indica.
Experiencias como esas han hecho que Muros Libres se fortalezca y comprenda que la violencia de Manizales es una realidad, y que los jóvenes muertos en circunstancias violentas durante el 2011 no son una cifra aislada.
"Primero dábamos talleres cortos y salíamos a pintar los murales. Ahora con la experiencia optamos por hacer de cada mural un proyecto, diseñándolo con antelación y discutiendo entre todos los que asisten los temas que se quieren plasmar", comenta Felipe Toro.
Por lo pronto este colectivo, que no cobra un peso por su trabajo, seguirá tiñendo muros con ideas de paz y llevando mensajes de no agresión a sectores donde las problemáticas de violencia e intolerancia son el pan de cada día.
Ayuda
Si desea conocer más sobre el colectivo, aportar materiales o efectivo para el desarrollo de esta iniciativa puede visitar el grupo de Facebook Muros Libres (Manizales).
La paz cuenta en Caldas
Esta historia surgió en el ejercicio La paz cuenta en Caldas, experimento conjunto de LA PATRIA, la Universidad de Manizales y la entidad de cooperación Alemana GIZ. El propósito era promover la determinación, investigación y redacción de historias que le ofrecieran a la sociedad un referente de construcción de paz, en oposición a los múltiples mensajes noticiosos y de toda índole que reproducen culturas de violencia.
La paz cuenta está inspirado en el proyecto Peace Counts de la agencia alemana de periodistas Zeitenspiegel, que acompañó un primer ejercicio con al cooperación GIZ en Cúcuta en octubre de 2010.
En el ejercicio se juntaron periodistas profesionales, empíricos, reporteros gráficos y estudiantes para buscar y escribir historias de paz de calidad. El proceso se recogió en "Una propuesta metodológica para construir historias periodísticas de paz", la cual incluye algunos de los textos realizados. Este se presentará el próximo miércoles en el Auditorio José Restrepo de LA PATRIA a las 6:30 de la tarde.
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