DIANA LORENA GUTIÉRREZ
LA PATRIA | MANIZALES
El transporte de pasajeros es su trabajo, los taxis sus oficinas y las calles de Manizales el escenario donde estas mujeres se mueven a diario para lograr ellas mismas un salario.
En la ciudad se registran 10 mujeres taxistas. Cuatro de ellas conducen vehículos de Flota El Ruiz y seis de Tax La Feria. Las demás empresas de taxis de Manizales manifestaron no tener chicas afiliadas actualmente. Lo que indica que es un oficio de hombres. Compartimos con dos de ellas y nos contaron de sus turnos al volante.
Su segundo hogar
Luz Clemencia Betancurt Mejía cambió su rol de ama de casa por el de taxista hace seis años y medio, cuando su esposo dejaba su taxi parado en casa por falta de tiempo y ella sacó valentía. Dejó a un lado el glamour de la señora de la casa para conocer un mundo al que cada vez le coge más cariño.
Tiene 51 años y tres hijos ya formados. El mayor trabaja en Davivienda, la del medio es agrónoma y trabaja en Granja Luker y el menor estudia en el Sena. Su esposo trabaja en Cenicafé y los fines de semana maneja el taxi. Su horario al volante es de lunes a viernes, de 8:00 a.m. a 8:00 p.m.
De su labor le encanta la cantidad de gente que conoce. Es un oficio que la distrae y le permite interactuar con personas de todo lado. Lo único que no disfruta son los trancones. Siente que sus compañeros la apoyan y la respetan, aunque no pasa del saludo, pues piensa que no se les puede dar mucha confianza porque abusan.
Sus hijos la apoyan. “Saben que el carro es de nosotros y trabajamos todos por un bien común”, confirma.
Con el tiempo ha aprendido cosas básicas de mecánica y se despincha sin la ayuda de ningún hombre, pero si la falla es muy técnica prefiere llevarlo al mecánico.
Hay sectores a los que les tiene respeto, por ejemplo, El Galán. Además dice que en la empresa de taxis no las dejan ir por allá. Sin embargo, lleva carreras al Solferino (solo hasta el plan, donde está la Policía), Bosques del Norte, Samaria y San Sebastián, barrios a los que muchos taxistas les tienen respeto. Hasta ahora no ha pasado sustos. “Creo que una vez me intentaron atracar, pero reaccioné a tiempo. Llevé una carrera entre Solferino y Comuneros. Me salió un tipo. Me dijo que lo llevara cerca a donde había un herido. Cerré el carro y seguí mi camino. Me iba a atracar. Así trabajan los bandidos. ¡No me alcanzaron a hacer nada porque uno ya sabe!”, cuenta. Y es que sus compañeros del gremio de taxistas le enseñan las mañas de los malos y por eso ha adquirido malicia. “Uno ve caras malucas, sobre todo en la noche, cuando más peligro hay, pero no los recoge”, afirma.
Su amuleto antes de salir a trabajar es “encomendarse al de arriba: “a la mano de Dios, la Virgen Santísima y la sangre de Cristo”, es su oración.
La trasnochadora
Fotos | Martha Elena Monrroy | LA PATRIA Martha tiene tatuados los nombres de sus hijos en su cuerpo y una frase que se soñó una noche.
Martha Elena Suárez tiene cuatro hijos, además ya es abuela. Apenas tiene 35 años, pero ¡le rinde!, como en la vía. Las 14 horas que pasa al volante todos los días le han dado la experiencia para defenderse en su labor como taxista. Un oficio al que se dedica por casualidad.
Hace ocho años es transportadora. Sin embargo, antes conducía un carro escolar del que la bajaron, literalmente, unos bandidos. Un día, a la 1:00 de la tarde, cuando apenas llevaba media ruta y el carro aún estaba lleno de muchachitos, la pararon cerca a la Clínica La Presentación y se le llevaron su vehículo. Quedó barada. Su primera opción de trabajo fue ser taxista. Lo sostiene: “Fue una casualidad”.
“Amo mi trabajo”, afirma, aunque le gustaba trabajar con niños. Ser transportadora es lo suyo. Se mueve por las calles de Manizales como pez en el agua. No le ve peros ni peligros a su oficio. “No voy a decir que es perfecto. Sí hay experiencias y disgustos con pasajeros, pero son más las satisfacciones que los malos ratos”, afirma.
Su familia la apoya. Su esposo a veces le pide que cambie de trabajo, pero cuenta que ahí la conoció y ahí se queda. “Me gusta manejar taxi porque me encanta la gente. Además uno aprende de todo un poco, hasta de mecánica”. Dice, con su tono de voz fuerte e imponente: “En esto, si uno es juicioso se ve la plata. Es un trabajo con buenas entradas económicas”.
Según ella, en la calle “uno aprende a defenderse, sobre todo trasnochando”. Se la lleva bien con sus compañeros, la respetan y la cuidan mucho, pues es la única mujer que trabaja de madrugada. Su turno es de 3:00 de la tarde a 3:00 de la mañana. Horas en las que, hasta el sol de hoy, solo le ha pasado un cacharro: “recién empecé me robaron en San Ignacio. Tres muchachos, bien vestidos, me pidieron que los llevara a la estación de gasolina de Gonza, donde me dijeron que los llevara unos metros más abajo... y ¡claro!, me robaron la risa. Me sacaron par cuchillos... Susto no me dio, pero sí mucha rabia. Uno todo un turno trabajando para responder por sus cosas y que le roben la plata... cuando llegaron mis compañeros ya no había sujeto”.
Pero dos atracos no son penas para Martha Elena. Al contrario, con más valentía se mete a todo lado y a cualquier hora. Lo que más le gusta de ser taxista es manejar. Trasnocha porque es mala para madrugar, aunque confiesa que ha perdido muchos momentos en familia.
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