LAURA SÁNCHEZ
LA PATRIA | MANIZALES
"Esa niña de Vietnam ha sido el caso más duro que he escuchado. Lo que yo viví no alcanza a ser nada de lo que ella vivió", su voz se quiebra, dice que siempre que habla de ella se le hace un taco en la garganta, de la ira y de la indignación porque destrozaron sus sueños y su cuerpo, dice Marcela Loaiza, sobreviviente de la trata de personas.
Esta defensora de la dignidad de la mujer, oriunda de Armenia, estuvo en Manizales participando en el II Encuentro Nacional de organización civil, Estado, academia y cooperación internacional contra la trata de personas, el pasado martes y miércoles en la Universidad de Manizales.
Pide una aromática, enrolla los hombros y continúa su relato: "La vendió su mamá y estuvo 12 años siendo abusada". A la chica de Vietnam, según Marcela, la mantenían drogada para trabajar, porque su cuerpo estaba débil, incluso a veces recibía choques eléctricos cuando la droga no hacía efecto. El sufrimiento terminó cuando un militar entró a salvarla y ella le arrancó con sus dientes un pedazo del brazo."Ella lo confundió con un abusador, pero lo que ahora el señor tiene son marcas de la libertad de esa chica", concluyó.
Marcela es la voz de resistencia, es 18 meses de sometimiento a la mafia yakuza y de una vida recuperada. Fue en 1999 cuando la llevaron con engaños a Japón, le prometieron trabajo como bailarina, pero en cambio fue explotada sexualmente. "Trabajé en calles, teatros, desde las 9:00 p.m. hasta las 6:00 a.m.. Me cambiaron el cabello y tuve que usar lentes de color ", comenta con esa voz seca, que solo cambia cuando menciona su Fundación.
Pagó su deuda y por miedo de que la vendieran a otra mafia, se escapó con ayuda de una amiga y un cliente, quienes la llevaron a la Embajada de Colombia en Tokio. Fue repatriada y apoyada por las Hermanas Adoratrices de Pereira, durante 3 años.
"Por nuestra dignidad"
Solo hasta el 2009 publica Atrapada por la mafia yakuza, su primer libro. En él exorciza su pasado, se pone de ejemplo y de ayuda para el resto de personas. Después la historia de su reintegración y su nueva vida llega plasmada en el libro Lo que fui y lo que soy, publicado en el 2011.
La Fundación Marcela Loaiza está en Cali, Estados Unidos y México recibiendo casos de mujeres de diferentes países. Ellas llegan buscando apoyo y asesoramiento antes, durante y después de ser víctimas. "Hacemos mucha prevención, porque es más fácil que restaurar corazones rotos. Digo a las jóvenes que denuncien para que haya estadísticas. Necesitamos que el Gobierno se comprometa con este delito", comenta Marcela.
Un trabajo importante de la Fundación consiste en reintegrar a la mujer en su rol en la sociedad. Cinco mujeres y un mismo trato es el nombre de la obra teatral que dirigió Alejandra Borrero en la academia Casa Ensamble y que sirvió para resignificar a cinco mujeres, de Pereira y Armenia, como actrices y sobrevivientes de la trata.
Otra labor es generarles alternativas para que denuncien y se sientan comprendidas y acompañadas. "Yo denuncié y mi caso desapareció en la Fiscalía 16 de Pereira, al parecer, según me explicó un fiscal, en el 99 no había delito de trata de personas, es decir que a la fecha esa denuncia nunca existió".
Más precaución
La modalidad, según Marcela, ha cambiado. Ahora utilizan las redes sociales, con personas de perfiles falsos que atraen a las mujeres, llenando con ilusiones a un alguien que tiene necesidades emocionales y económicas.
También aclara que países como Nicaragua, Ecuador, Chile y Argentina están trabajando trata internacional, pero indiscutiblemente Japón, China, Hong Kong, Singapur siguen liderando las listas.
La explotación sexual, laboral, la mendicidad ajena, venta de órganos, el matrimonio servil y turismo sexual también son formas de trata de personas. Aseguró que para identificar un caso de trata, hay cuatro verbos que la definen en cualquiera de las anteriores formas: captación, traslado, deserción y acogida con fines de explotación. Con una sola, la persona está siendo víctima de este delito.
El dato
El Valle, Cundinamarca y el Eje Cafetero son las zonas de Colombia en donde se registran los índices más altos de explotación humana. La ONU y el Ministerio del Interior han identificado algunas redes y mafias dedicadas a la trata de personas que operan y se lucran de esto, afirmó Carlos Andrés Pérez, coordinador del Proyecto de Trata de Personas de las Naciones Unidas.
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