Uno de los objetivos centrales de la política pública de un país o de una región es reducir y finalizar con las carencias de su población. Para medir esas carencias se suelen utilizar indicadores de diferente índole, entre ellos el más reconocido y utilizado es el de pobreza monetaria. Este plantea que una persona es pobre si sus ingresos al mes no son suficientes para cubrir sus gastos básicos, los cuales han sido previamente establecidos de acuerdo al costo de una canasta de bienes y servicios que se consideran esenciales para tener un mínimo de condiciones de vida.
Los avances en esta materia en Manizales han sido notables: entre el 2008 y el 2018 salieron de la pobreza cerca de 74 mil personas en el área metropolitana, un promedio de 7 mil cada año. Sin duda un gran logro que sitúa a la ciudad como la de menor tasa de pobreza entre las principales ciudades del país, mejor que Bogotá y Medellín que le siguen, además ha sido donde mayor reducción se presentó.
Y aunque aún falta para erradicar la pobreza, como lo plantean los ODS, bien vale la pena preguntarse acerca de lo acontecido en la ciudad en los últimos años para que se presenten estos muy buenos resultados. La respuesta apunta a una convergencia de dos situaciones favorables, una de índole demográfica y otra laboral.
En cuanto a la primera situación, la demográfica, los datos del Censo evidencian una reducción importante en el número de personas por hogar: mientras en el Censo del 2005 en promedio cada hogar estaba compuesto por 3,6 personas, para el 2018 bajó a 2,9 personas. Esto significa que con el mismo ingreso se deben atender menos personas en el hogar por lo que éste rinde más. Hoy en día la mayor parte de hogares de la ciudad está integrado por una o dos personas (44%), en el 2005 la mayoría tenía cuatro o más personas (47%). El menor número de personas por hogar no es más que una consecuencia de la disminución acelerada de los nacimientos, solo en el último año nacieron 300 niños menos, siendo el segmento de las mujeres más jóvenes donde mayor reducción se presenta. Y es que ahora las mujeres estarían estudiando más y participando más en el mercado laboral antes de tener su primer hijo, un hecho que puede calificarse de positivo pues estaría permitiendo que las mujeres adquieran un mayor capital humano, indispensable para enfrentar los desafíos que traen las nuevas dinámicas sociales y económicas.
El segundo hecho que explica la reducción de la pobreza está relacionado con el buen comportamiento del mercado laboral, más concretamente con la generación de empleo: 34 mil personas más ocupadas entre el 2008 y el 2018, al tiempo bajó el subempleo y la informalidad, lo que indicaría que buena parte de ese nuevo empleo ha sido generado en trabajos formales, de calidad. Esto ha permitido que el número de personas que aportan económicamente al hogar haya subido, llevando a su vez a que los ingresos de las familias se hayan incrementado.
El resultado de estas dos situaciones descritas, familias con mayores ingresos y a su vez con menos personas, explica por qué el ingreso por persona creció significativamente en la última década, 67%, superior al promedio de las principales ciudades del país, 44%. Al 2018 el ingreso por persona en el área metropolitana de Manizales era de $938 mil, el tercer ingreso más alto de Colombia, solo superado por Bogotá y Medellín. De modo que más ocupados, generando más ingresos para el hogar, combinado con menos integrantes en estos es lo que ha permitido esa reducción significativa de la pobreza.
Ahora bien, ¿qué podría pasar en los próximos años con la pobreza en la ciudad? En primer lugar, habrá que señalar que el proceso de reducción de la natalidad seguirá dándose, esto impactará el tamaño del hogar, pero se estima que no será de las mismas proporciones que en la última década, por lo tanto, su efecto, aunque positivo, debería ser pequeño. La segunda variable involucrada en esta ecuación, el empleo y los ingresos, es más incierta porque depende de muchos factores; lo que se ha visto en los últimos meses es un freno en el número de ocupados que posiblemente puede llevar a un aumento de la pobreza, como ya se ha venido dando en el último año a nivel nacional y en algunas ciudades del país. De ahí que la principal tarea en Manizales en materia de pobreza en los próximos años consistirá en mantener el ritmo de crecimiento de la ocupación en un ambiente económico que por ahora se antoja incierto.
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