MARTHA LUCÍA GÓMEZ Y JUANITA MOSQUERA
LA PATRIA | MANIZALES
Dificultades educativas
Hellen de la Cruz Rosso, estudiante de séptimo grado en el Colegio San Pío X (La Enea)
Aunque reconoce la utilidad de la virtualidad para continuar con su proceso educativo, su promedio de notas ha bajado: “Se me dificultan más las cosas, a veces no entiendo y no hay cómo preguntarle varias veces al profesor; siento que ahora tengo menos plazo”.
Expresa felicidad por estar con su familia, pero la afecta no poder ver a sus amigas, no poder salir al parque con sus hermanos o a la iglesia con sus padres. “Me da angustia pensar en esta pandemia”.
Amigo de la virtualidad
Lorenzo Calderón, presidente del Comité Intergremial de Caldas
Este abogado laboró en casa los primeros cuatro meses de confinamiento, entre lo doméstico y las actividades de esposa e hijas. No se adaptó y con humor dice que salió “desterrado” a su oficina donde atiende en aislamiento pleno, pues la virtualidad se convirtió en su mano derecha. Reuniones y consultorías internacionales son por medios virtuales. “A los juzgados no volví; todas las demandas, las contestaciones, las audiencias, y hasta reuniones familiares y con amigos pasaron a ser virtuales”.
Le ha hecho falta ir a jugar billar con los amigos o salir con ellos a un restaurante. No obstante, piensa que el aislamiento físico ha reforzado la integración con amigos y familiares. Han gozado hasta de conciertos virtuales.
Ve como debacles de la pandemia, la profundización de la inequidad, la cantidad de personas que han perdido sus ingresos y lo difícil que ha sido el aislamiento para niños y jóvenes.
Capacidad de adaptación
Laura Castaño, estudiante de Licenciatura en Lenguas Modernas en la U. de Caldas
“La virtualidad nos tomó a todos de imprevisto, lo que hizo que tomáramos soluciones rápidas, para unos buenas y para otros no tanto”. Indica que esta situación puso a prueba la capacidad de actuar y de adaptarse a la Universidad y estudiantes. “No podemos olvidar a aquellos compañeros y profesores que tienen dificultades; debemos buscar las mejores alternativas para que nadie sea excluido en esta dinámica de la educación”.
Agrega que la pandemia generó algunos cambios en su vida. Tuvo que volver a su ciudad natal, dejar su vida en Manizales, interrumpir planes. “Estar con mis padres también me otorga cierta responsabilidad, que es cuidarlos y cuidarme”. Concluye que a pesar de ser una etapa de altibajos, ha aprovechado el estar en casa para dedicarse al estudio.
Aprendizaje para la vida
Jorge Marín, médico infectólogo de la Clínica San Marcel
Asegura que los horarios de trabajo se hicieron más extensos, las medidas de prevención más estrictas, y la complejidad laboral se incrementó por una enfermedad difícil de manejar. “Hay mucha angustia en cuanto a cualquier síntoma, creemos que cualquier cosa es covid. Todos quieren que se confirme si se tiene o no covid, y la verdad es que a veces no se sabe”. Explica que enfrentar esos temores y miedos colectivos aumentó la tensión del personal médico.
Considera que estas situaciones son además un reto profesional y un aprendizaje para la vida, que lo hizo tomar consciencia sobre sus propios hábitos. “Los médicos nos acostumbramos a vivir en peligro, no solo el covid nos mata, pero ahora hay una preocupación por cuidar a la familia”.
Por la familia
Andrés Felipe Rendón, karateca y arquitecto
Sus dos profesiones las trata de desarrollar en su apartamento. Sale solo a lo más necesario. Le tocó adaptarse a dictar entrenamientos virtuales y a hacer los suyos por estos medios, también a que lo llamen y le envíen mensajes a cualquier hora del día, así no sean laborales. De lo más difícil ha sido tener que estar todo el día sentado frente a un computador, cuando antes podía dar sin temor los gritos de su deporte de combate. Señala que el sacrificio vale la pena por su familia, estando en casa ha podido participar del crecimiento y desarrollo de su hija menor, lo que no pudo hacer con la mayor, y apoyar a su esposa, que pasó por una cirugía.
Sabe que debe adaptarse a esta nueva realidad, porque los deportes de contacto serán los últimos en ser aprobados para retornar. “Me sigo cuidando por mi familia, porque ahora viene el pico de la pandemia y hay que cuidarse más. La normalidad sigue siendo estar en casa”.
Sin extrañar la calle
Noralba Cruz, ama de casa del barrio Palermo
“Oigo de gente que se deprime en la casa, y pienso que no me ha quedado tiempo para hacer todo lo que quiero. Será porque soy tan extrovertida”. Teje escarpines para familias necesitadas, escucha la música que le gusta, reza por las personas que le piden oraciones, hace ejercicio en el pasillo del piso donde reside, prepara comidas, usa el computador para comunicarse con su familia en Cali. También escucha noticias y habla por teléfono con las amigas.
“Ahora me dio por hacer aretes tejidos. Mi mamá me inculcó que tenía que tener la mente ocupada. No puedo estar sin hacer nada. Las amigas me dicen que vaya a visitarlas y por ahora no pienso salir. ¿Lo bueno del confinamiento?, que no he extrañado la calle, me convencí de que no me hace falta. ¿Lo malo?, que no puedo salir a comprar lo que me gusta”.
Ni un día de confinamiento
Juan Carlos Rendón, coordinador del grupo de agentes de tránsito de Manizales
A los 37 agentes de la ciudad les ha tocado trabajar todo el tiempo, pero con temor y zozobra de que alguno se contagie. En la soledad del primer mes de cuarentena controlaron a motociclistas que abusaban de la velocidad e irrespetaban las señales de tránsito; al entrar en operación otras actividades pasaron a controlar a la gente en los carros, que salía a pesar de estar vigente el pico y cédula. Calcula que a junio impusieron, por este motivo y por transitar sin documentos al día, unos 1.800 comparendos.
De lo positivo del confinamiento fueron los días en que Manizales estuvo despejada, sin contaminación, lo que no había visto en 29 años en el oficio. “Ver la ciudad nítida, el Nevado del Ruiz, los barrios, fue algo maravilloso. Ojalá la gente haya hecho consciencia”.
Sin embargo, tiene preocupaciones. “La Administración nos dio los primeros tres meses tapabocas y alcohol, y ahora nos toca comprarlos. También inquieta la mala situación económica de las personas, en la calle nos preguntan dónde pueden encontrar ayudas. Los que tenemos un trabajo estable debemos hacer algo”.
Con el rigor de la bioseguridad
Elizabeth Arbeláez, empleada doméstica y líder comunal del barrio Galán
En su caso no se dieron muchos cambios por el confinamiento, más allá de la aplicación de métodos de bioseguridad en su trabajo y en su casa. “Cuando todo empezó disminuyeron los días de trabajo, pero con el transcurrir de los meses pude volver a mi horario normal”. Aun así, comenta, a varias colegas les habían prohibido volver a trabajar: “Les decían que ellas iban a llevar el virus a los hogares”.
En cuanto a su rol como líder comunal, tuvo que parar todos los proyectos, lo que considera un retroceso para la comunidad del barrio Galán, donde reside.
Descubrió que sirve para servir
William Rodrigo Mondragón, vendedor informal
Tras dos meses de encierro en casa tuvo que salir a la calle a rebuscar el sustento, vendiendo lo que llama productos covid -alcohol, tapabocas, gel- en una esquina de la carrera 22 con calle 19 y dejar su línea de ropa deportiva. La estadía en el hogar le hizo descubrir que está para ayudarle a la gente. Conseguía ayudas para entregarlas a otros informales que estaban aguantando hambre y empezó a hacer bingos. “Salía con un megáfono y cantaba los 75 números, usaba tapas de gaseosa para cubrirlos, y la gente tenía que poner algo de mercado para conseguir la tabla. El premio mayor era el mercado, más $20 mil o $30 mil. Hice cuatro bingos por Samaria, donde vivo, y dos por la 19”.
Lo maluco de este tiempo, sostiene, es que las ventas no son las mismas, también que tiene que trabajar con el temor de un contagio en la calle. “Soy muy precavido y trato de cuidarme, pero la gente como que le perdió el miedo a eso -covid- y se relajó”.
Con otras dinámicas
Laura Daniela, trabajadora sexual y miembro de la Corporación Armario Abierto
Dice que el confinamiento afectó bastante al sector que representa. Estuvieron en cuarentena los meses en que fue obligatorio y esto repercutió en lo económico. “La pandemia nos ha afectado a muchos, el encierro, no poder trabajar para conseguir por los propios medios el sustento diario”. Pese a esto, comenta que logró aprender a trabajar bajo otras dinámicas, como las videollamadas; también indica que esto fue un crecimiento colectivo para Armario Abierto. “No solo somos trabajadoras sexuales, también somos lideresas de nuestros procesos”.
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