
LUIS LÓPEZ CARMONA
LA PATRIA | MANIZALES
Sonia, Kelly y Lina tienen en común haber estudiado en colegios públicos y cumplir el sueño de ingresar a una universidad, algo que les parecía imposible cuando cursaban el último año de bachillerato. A pesar de que algunas aspiraban a formarse en instituciones de educación superior estatales, las adversidades económicas y familiares reducían sus posibilidades.
Las ganas superaban su realidad social y la única opción que vieron fue postularse a becas, pues en caso contrario pensaban aplazar la meta por falta de recursos, o limitarse a algunos cursos tecnológicos.
Ellas son un ejemplo de quienes, en condiciones económicas difíciles, pero con buenos resultados académicos, hallaron una salida en el convenio entre la Alcaldía de Manizales y la Universidad Autónoma, el único en la ciudad que beneficia a sus escogidos con gratuidad para las matrículas de todo el pregrado. Otorga cuatro becas anuales: dos para estudiantes de zona rural y dos de la urbana.
A pesar de ayudar con la formación profesional a personas de bajos recursos, ni en la Universidad Autónoma ni en la Alcaldía tienen censo de jóvenes beneficiados, tampoco el registro de la antigüedad del convenio. Sin embargo, la secretaria de Educación Municipal, María Aracelly López, sostuvo que funciona hace varios años y estuvo inactivo desde el 2009, pero el año pasado lo reactivaron y están en la selección de postulados para que empiecen a estudiar el próximo semestre.
Subsistencia
Sonia Parra es de Herveo (Tolima), pero terminó su bachillerato en Manizales. Vive con una exprofesora del colegio José Antonio Galán, quien le ofreció estadía en su casa para que aceptara la beca y estudiara en universidad. "Ella fue mi coordinadora en 10 y 11", recuerda Sonia. "Me llamó y me dijo que aceptara, que me acogía en su hogar”.
Su familia vive en una vereda de Herveo, pero terminó su bachillerato en el José Antonio Galán, de Manizales, porque en su pueblo tenía dificultades para desplazarse al colegio. En la capital de Caldas vivió con su abuelo en la vereda Alto Bonito, y en 2011 regresó a su tierra como una bachiller. De inmediato se convirtió en el orgullo de sus padres y dos hermanitos.
Estando allí la seleccionaron como beneficiaria de la beca, pero inicialmente la rechazó. La razón es que, una vez sus padres hablaron con directivos de la Universidad, concluyeron que carecían de los recursos para costearle alojamiento y alimentación. Por eso su profesora fue una salvación.
Hoy cursa segundo semestre de Fisioterapia. No se le había pasado por la cabeza estudiar en una universidad. Incluso desde que rechazó la beca se proyectó trabajando para pagarse cursos técnicos y así mejorar, poco a poco, su calidad de vida. “Estoy muy agradecida con mi profesora, vivo en un ambiente familiar y me tratan como si fuera de su familia. Lo que ella hizo, no lo hace ni siquiera un pariente".
Dice que es un cambio grande pasar de no tener recursos para su sostenimiento en Manizales, a estudiar en una universidad privada. “La carga académica es fuerte y la autonomía que uno tiene es lo más complejo”. Sin embargo, reconoce que la responsabilidad de ser beneficiaria hace que se esfuerce por sacar las mejores notas.
Dificultad e incertidumbre
Lina Álvarez siempre quiso estudiar en universidad, y para lograrlo pensó en trabajar como cajera para pagarse el pregrado. Hoy cursa Negocios Internacionales en la Autónoma, donde el semestre oscila entre los $ 4 millones 500 mil y los $ 5 millones. El sueño lo cumplió gracias a que fue la mejor bachiller del Liceo Mixto Sinaí y sacó el mejor promedio en las pruebas Saber 11 (antes ICFES).
Los directivos del colegio la motivaron a postularse. “Varios obtuvimos buen ICFES y otros, buen rendimiento académico, pero yo era la única que cumplía con ambos requisitos y podía aplicar. Mandé los documentos y desde marzo de 2012 empecé a llamar al colegio y Secretaría de Educación para conocer los resultados”.
Sin tener respuesta, presentó exámenes en universidades públicas, pero no pasó. Por eso decidió estudiar en el Sena un curso técnico de un año en Cajas y Servicios en Almacenes de Cadena. “Siempre quise estudiar Negocios Internacionales o carreras similares, pero era consciente de que ese pregrado era costoso”.
En julio de ese año por fin le notificaron que era beneficiaria de la beca, así que interrumpió su curso para aprovechar la oportunidad. “Era en una universidad privada y soy de bajos recursos, entonces es una meta que veía inalcanzable. Esa beca la veo como la mayor posibilidad de alcanzar mis sueños”.
Estuvo a punto de quedarse por fuera, cuenta, pues en la Secretaría de Educación le dijeron que la habían incluido porque otro beneficiario había declinado. Lo más difícil una vez en la universidad fue la diferencia de estratos, pues las primeras semanas se sentía excluida. Ahora vende dulces para subsidiar gastos. “Tengo que seguir adelante y muy juiciosa, debo mantener el promedio que llevo porque mi idea es estudiar un semestre en otro país a través de intercambio académico. La universidad es un impacto grande y la responsabilidad y carga académicas son mayores”.
Indecisión
A sus 16 años, Kelly estaba dispuesta a viajar y vivir sola en Bogotá para estudiar psicología. Sin embargo, terminó resignándose a quedarse en Manizales y aplazar su proyecto de vida. Compró el formulario y Número de Identificación Personal (PIN) en la Universidad Nacional sede Bogotá y antes de marcharse le salió una beca en una universidad donde no ofertaban el pregrado, por eso rechazó la oportunidad.
Su anhelo de estudiar psicología en Manizales se redujo porque no podía pagar universidad privada. Es hija única y sus papás no querían que se fuera para otra ciudad, además pensaban en los costos del sostenimiento pese a que tenía familiares donde vivir. Ellos tenían la intención de que Kelly se quedara y averiguaron en la Secretaría de Educación programas donde pudieran postular a su hija para obtener becas. “Hicieron la documentación, y muy rápido”, comenta riéndose.
Ella recapacitó acerca de la condición económica de sus padres, pues no le aseguraba el sostenimiento en la capital, y luego de pensarlo y consultarlo con allegados, concluyó que hay que aprovechar las oportunidades. Fue así como aceptó la beca. Escogió Fisioterapia porque le vio alguna relación con psicología, además en su decisión de quedarse en Manizales tuvo en cuenta la carga emocional para sus padres, y acepta que tampoco estaba preparada para vivir sola, alejada de ellos. “Me siento feliz, aunque tengo claro el objetivo de estudiar psicología en algún momento, así no la ejerza”.
Piensa que la beca le ha significado estabilidad, pues dice que cuando los adolescentes terminan el colegio, salen desorientados debido a su rutina diaria y toman decisiones apresuradas.
Programa
Esperanza Gaviria, coordinadora del programa de la Secretaría de Educación, explica las condiciones para ser beneficiario de la beca:
1. Ser egresado de un colegio público de Manizales.
2. Pertenecer a estrato 1, 2 y 3.
3. Ocupar el primer puesto en el colegio de pruebas Saber 11.
4. Tener el mejor rendimiento académico del colegio.
5. Tener autorización escrita del rector de la institución educativa para postularse.
6. Mantener promedio mínimo de 3,5 en la universidad.
7. Realizar monitorías o trabajo social en la universidad.
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