MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
A la casa de los Palacio Vargas todavía entran como hace 70 o más años, por una ventana. Es la más vieja del barrio San José en Manizales, pero se conserva como hace 140, cuando la levantaron a punta de bahareque y tapia.
Es de un solo piso, con corredores y patios internos, teja de barro y solar de unos 25 metros de fondo. Su fachada es tan bajita que nietos, ya adultos, de don Antonio Vargas y de doña Hortensia Hernández siguen trepando las piernas y sosteniéndose con las manos del marco en madera de la ventana para ingresar. El fin es no dar la vuelta por un zaguán, subir una rampa que parece un andén y entrar a las áreas comunes desde un corredor.
Pero hacer el recorrido apto para los visitantes, es decir por la puerta, ya en metal por seguridad, es una delicia. La vivienda, con nomenclatura 26-35 de la carrera 15, tuvo que pasar también de la aldaba al timbre; sin embargo, adentro es un bocado de historia.
El color beige del frente la hacen sobresalir entre sus vecinas del marco del parque Rafael Uribe Uribe, aunque por los alrededores hay otras cuatro casas que se construyeron posteriormente a la de los Palacio Vargas y que se conservan como en la época de los inicios de los barrios de Manizales.
Documentos a mano
Don Antonio y doña Hortensia, los abuelos, llegaron de la finca Amberos, por la vereda El Águila vía a Neira, y se establecieron en San José. La casa la fueron construyendo palo a palo, dice su nieto Jorge Luis Palacio Vargas, a quien sus hermanas: Beatriz y María Soledad le dicen el ingeniero.
Él se encarga de mantener "como una uva" la antigua casa. "Palo que se daña, palo que se reemplaza", dice con seguridad Jorge Luis. Va narrando la historia de la casa que todavía cuenta con postigos, cables de energía a la vista, pisos de tabla de madera, chapas en forma circular con llaves de forja larga, puertas en madera tallada y con capiteles propios de la época (1877).
"La teja de barro está sostenida en alfardas, un sistema de piezas en madera atravesadas para soportar el peso", describe Jorge Luis.
María Soledad se entusiasma con la visita y empieza a mostrar, por petición de Jorge Luis, documentos de la época. La escritura de la vivienda, hecha a mano alzada en la Notaría Segunda el 2 de noviembre de 1912, y un cuaderno de escritura Perla del Ruiz, de 1914, donde doña Hortensia anotaba las fechas y datos de nacimiento de sus ocho hijos, entre ellos Josefina Vargas, mamá de los hermanos Palacio y quien fue comprando poco a poco la propiedad.
Potentes
"Mi madre contaba que esto era muy despoblado y que existió una iglesia muy linda, parecida a La Inmaculada, pero que la mandó a tumbar el padre Esteban Arango González. Él era muy estricto, pero amoroso. Los muchachos se subían a los árboles del parque a coger frutas de arrayán, y el padre, desde la casa cural, salía con una cauchera a darles duro. Luego salía a jugar con ellos y a darles dulces", cuenta sonriente Jorge Luis.
Eran tiempos de familias numerosas en San José, cuando al barrio comenzaron a llegar los ricos de Manizales. "El terreno era plano y firme, cerca del Centro, y eso les gustó. Por eso se ven todavía estas casonas, que eran como fincas porque todas tenían sótanos y patios inmensos", agrega Jorge Luis.
Beatriz también parece volver al pasado, muestra los cuadros de marco de madera y revestidos de vidrio con las fotos de sus abuelos y padres. El comedor en madera de la época de los abuelos, que parece de ocho puestos, pero al que le pueden sacar unas piezas internas como extensiones y convertirse en uno para 12 personas. Lo mismo que el bifé de madera donde guardan vajillas y cristal del recuerdo. Todo esto en un espacio aparte de la sala y la cocina.
La cocina ya ha sido colonizada por materiales modernos, pero su techo sigue con la estructura de alfardas que Jorge Luis ya explicó. Beatriz señala que en uno de los frentes hubo un gran horno metálico, que funcionaba a punta de leña, y tal era su potencia que lograba calentar el agua para dirigirla hasta la ducha del baño.
Angelitos
Debajo de la casa, en el sótano, otros recuerdos bien conservados de los Palacio Vargas. Allí todavía hay divisiones que se usaron como cocheras y gallineros y el camino por donde pasaban caballos y mulas para herrarlas y pastar en el patio, y vacas que ordeñaban.
El patio, cercano a los 25 metros de fondo, con árboles frutales, plantas medicinales y flores. Beatriz se acuerda de su tío que fue médico: José Luis Vargas Hernández, quien se movilizaba en caballo. "Ya estaban tan amaestrados que no era sino darles una palmada en el anca y salían por el camino que era".
Beatriz sostiene que si su mamá viviera, tendría 103 años. Ella nació en esa casa, en una cama en fina madera que todavía conservan y que ni chirrea al sentarse sobre ella. Está en una habitación que cuenta con una pequeña ventana. Los Palacio Vargas la miran con nostalgia e inocencia, la abuela les decía que por ahí entraba el angelito con el bebé que iba a nacer, cuando llegaba un nuevo hijo al hogar: "ayyy... esa ventanita, la queríamos".
El Parque de San José, Rafael Uribe Uribe, donde está la casa de los Palacio Vargas fue denominado también Parque Colón y en sus inicios se conoció como Plazuela del Mico y luego Plazuela de Colón. Luego ubicaron una estatua del general Rafael Uribe Uribe, que fue de los creadores del departamento de Caldas.
* Tomado del coleccionable de LA PATRIA Manizales 150 años.
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