TATIANA GUERRERO
LA PATRIA | MANIZALES
Son las 3:00 p.m y aunque es domingo lo que se vive en la carrera 23 no se parece a una señora aburrida y sentada, tal y como Gabriel García Marquéz describió alguna vez a este día de descanso.
Al contrario, el tumulto de personas, la variedad gastronómica, las muestras artesanales y artistícas, los gritos de júbilo, la música y la entrada de turistas demuestran que el pueblo está de fiesta.
En su edición 63, la Feria de Manizales extiende su músculo económico y turístico por el centro de la ciudad.
Desde la calle 15 hasta la 19, una larga fila de casetas invaden la carrera 23 y en el recorrido las comidas típicas, las bebidas y la venta de ropa desfilan al compás de los visitantes.
Instrucciones para caminar
Caminar de forma activa, natural y sin erguirse son las intrucciones para disfrutar de los secretos que aguardan las calles que tiene la histórica carrera.
De una caseta sale un intenso olor a mazorca asada y le da la bienvenida al trayecto, desde la calle 15, lo que pronóstica que la comida tendrá un papel principal.
Al continuar con la caminata, Óscar Cardona, en su puesto marca la diferencia por la oferta de productos autóctonos. Un comerciante que no dejará que los viajeros se vayan sin probar las solteritas, los dulces de café y las obleas.
Entre lo nuevo y lo antiguo
En la misma hilera, se encuentra Viviana Martínez, quien por primera vez vende sus artesanías en Manizales, en una esquina de la calle 17. Con su particular acento advierte sus raíces cuyabras y con una billetera en su mano, con tejido guajiro, asegura que su objetivo es dejarles claro a los extranjeros: "Colombia es algo más que cocaína y café".
Cruzar la calle con cuidado, pasar dos negocios más y en la calle 18 se puede viajar en el tiempo. Al pie de las escaleras cubiertas por un alfombra roja, un viejo hostal se presta para contar la historia.
Una campana antigua suena y con un tono de picardía Joaquín Peña lanza la expresión: "Esa es la campana que corre a los espirítus de faldas cortas". Una forma irreverente que le da la bienvenida a los compradores que se sienten atraidos por las reliquias que ofrece el boyacense, quien se radicó en Manizales desde la sexta edición de la Feria.
Abre sus sentidos
Un cúmulo de espectadores y la melodía que los reune, exige continuar la aventura hasta la calle 21. En la entrada del Palacio de Justicia, Fanny González Franco, el grupo de música instrumental Wauquipura (Entre hermanos), seduce al público con un traje que representa al faisán.
Rompiendo con la barrera geografíca y por sexto año consectutivo, José Umberto Cañamar y Alberto Potosí, provenientes de Otavalo (Ecuador) se suman a la fiesta de Manizales para enseñar el legado musical de la cultura Quichua.
El camino se puede ver entorpecido por la venta de abrigos y medias. Yenny López y Jhon Jairo Prieto no dejarán completar el recorrido, sin que antes la gente se acomode a observar sus pinturas en la esquina que conecta con la calle 22. Aunque desde hace tres años se ubican en el mismo lugar, la tímidez envuelve a López, esa misma que no se deja entrever en los desbordantes paisajes hechos con la técnica de aerosolgrafía.
Música
A pesar de que la carrera 23 se va acortando con sus últimas calles, la voluntad y el coraje de las personas no. A un costado de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario se ubican dos jóvenes invidentes, aquellos que se conocieron en mayo del 2012. El dueto musical está compuesto por la manizaleña Verónica Blandón y el bogotano Jhon García, este último arriba a las ferias desde hace tres años. Sin embargo, durante todo el año, Jhon se dedica a cantar en los transmilenios.
Una bandada de aves se avistan en el cielo y avisan que son las 5:00 p.m, el ruido atraviesa la famosa Calle del Tango y se duerme en el Parque Caldas. Los más viejos, sentados al borde de la fuente, se limpian sus zapatos y se deleitan con la música popular que sintonizan en sus radios.
Trabajo
Gracias a las oportunidades que ofrece la Feria de Manizales los vendedores ambulantes incrementan sus ingresos.
Ventas
Algunos artesanos de otras partes del país se vuelcan a las calles con la intención de vender y mostrar sus productos.
Largas horas de viaje y su discapacidad visual nunca son excusa para que Jhon García trabaje y disfrute de las ferias.
La cerveza, el chorizo, las mazorcas y la lechona son los productos que más se ofrecen en las casetas.
Geraldine Tuertas
Es la primera vez que vengo. Aunque hay demasiada gente me ha parecido muy agradable.
Jair Marin, turista de Tuluá
Es la primera vez que venimos a la ciudad. Llegamos en moto y nos ha parecido una elegancia.
Alberto Rodas, habitante
Ya no me llama la atención la Feria. Antes era más cultural, ahora es fandango y comercio.
Laura Pacheco, visitante de Montería
He comprado algunas productos para llevar. La Feria me parece muy organizada y la ciudad limpia.
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