MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
La avalancha que arrasó con lo que encontraba por la quebrada Manizales el 21 de marzo del 2011, a las 3:00 de la tarde, dejó desde hace tres años en el hacinamiento a la familia Gallego.
Las dos viviendas que ocupaban y los bienes que tenían nueve personas se los arrebató la furia con la que bajó la quebrada desde las minas, pasando por Maltería, Bajo Juanchito y Verdum. A muchos los dejó con lo que tenían puesto ese día. Se fue con todo, casas y pertenencias; por fortuna fue una tragedia sin muertos ni heridos.
Tres años después, Carmen Rosa Gallego mira los diques que construyó Corpocaldas en el 2012 para canalizar las aguas de la quebrada y mitigar el riesgo. Ese es el seguro para haber vuelto a Maltería, pero lo que más los obligó a regresar fue la necesidad.
El año de la tragedia recibieron subsidios de la Alcaldía por $150 mil para pagar un arrendamiento, que ellos consiguieron también en Maltería por $200 mil, y contaron con ayudas materiales de la sociedad civil y de familiares.
"Con mercado y servicios eran unos $500 mil, que ajustábamos con la pensión de mi papá y el salario de un sobrino, pero él se fue y tuvimos que volver a la zona de riesgo. Se suponía que nos darían subsidios para vivienda propia, pero hasta ahí llegaron", cuenta Carmen después de bajar de un barranco adonde levantaron una pequeña vivienda, a un costado del sitio en el que estuvo la casa durante 45 años.
Junto al peligro
Incomunicadas quedaron las hermanas García Amador por otra avalancha ocurrida el 14 de abril del 2011, 24 días después de la de marzo.
La estructura y el puente que comunicaban la vía al Magdalena con la finca El Cortijo, detrás de la fábrica Skinco Colombit adonde ellas viven, fueron a dar al río Chinchiná junto con trozos de viviendas y bienes destrozados. Ambos eventos dejaron 132 familias damnificadas.
Las García Amador son tres adultas mayores a 60 años, todas con problemas de salud que les impiden caminar. Al desaparecer el puente la única opción para dos de estas mujeres es que las trasladen en camilla o que haya un "guapo", como una de ellas dice, que las saquen cargadas hasta el otro lado de la quebrada.
La angustia en cada aguacero que arrecia embarga a María Beatriz Botero. Vive en el Callejón, en Maltería, dos hileras de pequeñas casas reconstruidas después de la primera avalancha, que se le llevó la cocina, el comedor y una pieza.
Les dieron subsidio de arrendamiento para seis meses y aguantaron otros 20 pagando alquiler de su bolsillo por parte alta de Maltería, pero los gastos familiares también los devolvieron al pie de la quebrada Manizales.
"No tuvimos más remedio que reconstruir lo que dañó la quebrada, y montamos un segundo piso. Los diques que hicieron me dan seguridad, pero cuando cae una borrasca sí da un poco de miedo", asegura Beatriz.
El muro en madera, del patio de su casa, está sobre la parte alta de la orilla de la quebrada. Si hay una fuerte creciente, como la de marzo del 2011, este espacio y otros de la casa volverían a correr riesgo.
De aguante
Lo mismo se escucha por Bajo Juanchito, en un costado de la carretera al Magdalena. Lina Marcela Ramírez recuerda que los obligaron a salir con el argumento de que les quitaría a los niños si permanecían en esa zona de riesgo.
"Pagábamos unos $280 mil entre arriendo y servicios, cuando aquí se alquila por $100 mil. Susto sí da, y mucho, sobre todo cuando llueve muy duro. Si esto pasa nos salimos a la vía mientras baja. El primer año hablaron de reubicarnos en San Sebastián, pero la gente no está para irse a ese sitio, y menos con familia. Nos gusta la tranquilidad".
Más abajo está Verdum, frente a la entrada al Sena. Lugar de invasión que en el 2011 también resultó afectado, allí se concentra buena parte de la población, pues la informalidad promueve la construcción de ranchos.
María Cristina Hernández recuerda que hace tres años la avalancha le tarjó las paredes de su casa, y eso que está a unos 20 metros de la orilla de la quebrada. A pesar de la tragedia que dejó sin bienes a sus vecinos, ella y su familia no se movieron de la zona, consideraron que con $150 mil no podían conseguir un lugar para vivir.
El miedo de lo que les traiga la quebrada siempre está presente entre esta población, pero siguen esperando la solución del Gobierno. Se aguantan en la zona aunque no tengan agua potable ni alcantarillado y que el día a día los apure por falta de dinero para subsistir.
Luisa Fernanda Toro, 12 años en Maltería
Nos volvimos porque es más barato el arriendo por aquí, pero me da mucho miedo de esa quebrada, ya nos hizo pasar varios sustos.
Gloria Luz Gallego, 58 años en Maltería
Nos dieron subsidios para un total de un millón 300 mil pesos, pero no a todo el mundo. Ahora cuido y vivo en la bloquera, que está al pie de la quebrada.
Edelmira Cruz, un año en Verdum
Somos siete personas y por aquí pagamos $80 mil de arrendamiento, más $35 mil de luz y parabólica. En otra parte esto sería mucho más caro.
John James Angulo, dos años en Verdum
Como Aguas construyó obras por Sicolsa tuvimos que salir de la zona de riesgo, pero volvimos a caer en otra. En tres camas nos acomodamos siete personas. El Gobierno no ha cumplido, nos tienen abandonados.
Posiciones oficiales
José Humberto Duque, presidente de la Junta de Acción Comunal de Maltería, indica que se ven condiciones casi infrahumanas, jefes de familia sin empleo y ni el gobierno ni el aparato empresarial de la zona generan acciones, planes y políticas que beneficien a estas personas. "Ellas esperan la oportunidad de ser tenidas en cuenta para programas de reubicación, como lo anunció la Alcaldía".
El líder agrega que es lamentable que después de haber vivido una situación tan dramática hayan tenido que regresar, pagando incluso un alto impuesto Predial, pues en Maltería hay casas en el estrato dos.
Los diques generan una mediana seguridad, sostiene Duque, pues ante la fuerza de la naturaleza no se sabe la dimensión de lo que baje de la montaña.
Óscar Eduardo Toro, jefe la Unidad de Gestión del Riesgo en el Municipio, asegura que las familias damnificadas en el 2010 y el 2011 entran en el sorteo para acceder a viviendas gratis en el barrio San Sebastián, que hará el Gobierno Nacional. "Además tratamos de gestionar con el Fondo de Adaptación la reubicación de vivienda en Bengala".
Recalca que a familias que no habían recibido beneficio de Colombia Humanitaria, la Alcaldía les entregó en febrero pasado un auxilio por $600 mil.
Sobre las obras de mitigación dice que reducen la vulnerabilidad de la zona, pero que también se tienen instaladas unas 12 sirenas por toda la cuenca de la quebrada, para alertar de forma temprana cualquier evento.
Andrés Felipe Betancourth, coordinador de Pactos por la Cuenca del río Chinchiná, explica que el Plan de Acción Integral para la recuperación de la quebrada Manizales incluirá acciones ambientales, de competitividad económica y de inclusión social.
"El tema se tiene que abordar desde el punto de vista del ordenamiento territorial. Seguramente el ajuste que se le haga al Plan de Ordenamiento Territorial y los insumos que proporcionemos, servirán para tomar decisiones en cuanto al uso del territorio".
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