Cascos, linternas, palas, botas, radios para intercomunicarse y fuerza, mucha fuerza y planeación usaron los grupos de búsqueda y rescate durante la tragedia de Manizales que dejó 17 muertos.
El teléfono de muchos de ellos empezó a sonar desde el martes en la madrugada, cuando las lluvias se intensificaron en la ciudad y varios ciudadanos reportaron problemas. No dudaron en despertar y acudir a lugares como el barrio Persia, González y Aranjuez.
En esos lugares permanecieron hasta que encontraron el último cuerpo. Y aunque en cada emergencia toman las medidas necesarias para cuidar su vida, saben que cuando entrar a terrenos inestables, en cualquier momento puede suceder lo peor. Arriesgan sus vidas para salvar las de otros.
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