Freddy Arango
LA PATRIA | MANIZALES
En la calle 22 entre carreras 13 y 15 sobreviven tres locales donde funden metales, pero alternan este oficio con la chamuscada de patas de ganado en una fragua con base de carbón.
En un mortero le quitan los cascos para luego ser enviadas de nuevo al pabellón de carnes de la Galería de Manizales y a Neira, donde se convierten en el ingrediente principal de la gelatina negra y los famoso corchos.
“Fragua y compraventa”: dice el aviso a la entrada del taller, que cuando no se trabaja chamuscando patas, se hacen cinceles, patacabras y herraduras.
“Antes de empezar la pandemia se chamuscaban 1.500 patas en promedio a la semana entre los tres negocios, pero esta cifra bajó a unas 500 durante la pandemia. Ahora que se empieza a reactivar todo ha ido subiendo a 700. Por el proceso de cada pata pagan $1.000”, cuenta Darío Arias, quien lleva 45 años en el oficio.
Los ayudantes de los carniceros en el pabellón de carnes de la Galería de Manizales recogen las patas en una carreta y las llevan hasta los sitios de la forja.
Después de ser chamuscadas pasan al yunque donde con un mazo les quitan los cascos.
Se recogen en carretas de nuevo al pabellón de carnes donde son lavadas a la entrada o en algunas ocasiones lo hacen en la calle.
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