
Los cerdos bautizados por sus amos suelen sobrevivir por años. Uno con 27 semanas y 95 kilos de peso, una vez vendido, sus horas estarán contadas.
Óscar Mejía Giraldo
LA PATRIA | Manizales
Tener o no tener nombre puede marcar la diferencia entre vivir y morir en las marraneras. Los cerdos bautizados por sus amos suelen sobrevivir por años. Los machos como Tyson, por ejemplo, pasan los días preñando marranas. Por su parte las hembras, Margarita es una de ellas, tienen la agenda copada en parir y criar camadas de hasta 8, 10 y 12 lechones, 90 veces más pequeños que ella.
En cambio los NN, como el de esta historia en zona rural de Filadelfia, están condenados a terminar muy jóvenes en una paila, un asador, una olla, en la ancheta de una rifa, o entregados a la mejor cuadra iluminada. La sentencia de muerte está dictada desde antes de que su madre termine los casi 115 días de gestación.
Hace unos seis meses era apenas un cochinillo, junto con sus 11 hermanos, pegado de una cerda de 8 meses, 120 kilos y con 12 pezones, 6 por hilera. Pasó 28 días, quizá los más felices de su corta vida, alimentándose de su madre.
De ahí en adelante, ha trascurrido comiendo y durmiendo en la granja porcícola Aristizábal de la finca la Marina, en la vereda el Gallo de Filadelfia. "Entre más duerma, más gordo se pone", dicen sus cuidadores.
De todas maneras, en su porqueriza recibe atención especial: buen concentrado cargado de vitaminas, mantiene perfectamente desparasitado y frecuentemente bañado.
Fuera del corral
Se diría que, mientras le llega la hora fatal, es un privilegiado, pues en otras marraneras, la lata es a base de aguamaza, la disputa por la comida se compara con una pelea de perros y gatos, y estar sucio hasta el hocico es lo normal.
Eso sí, tuvo que soportar la humillación de ser tempranamente capado, lo que significa que el amor, reservado solo para los padrones como Tyson, salió muy temprano de su corazón.
Nuestro cerdo tiene 27 semanas, pesa 95 kilos y seguro, una vez vendido, sus horas estarán contadas. Pronto llegará un comprador y toda esa masa y potencia, de las pezuñas a la cabeza, estarán convertidas en chicharrón, fritanga, sancocho de espinazo, caldo de menudencias y morcilla.
Lo más demalas
Claro que hay lechones más desgraciados. Miles en el mundo cuandoapenas tienen dos meses y pesan unos seis kilos son escogidos para ser asados en fogones de leña a 90 grados. Su sentencia se debe a que su carne es considerada más suave por estar alimentado solo con leche materna.
Pronto los voraces apetitos, despiertos en Navidad, disfrutarán de quizá la carne más preferida en esta época. En cuestión de horas el caribajito de Filadelfia, luego de pasar legalmente por una central de sacrifico o de ser apuñalado y chamuscado en una calle, llegará a los estómagos humanos cargado de proteínas, beneficio nutricional, y también de grasa, terror de las personas gordas.
Y si quedan fotos y videos este marrano, puerco, cochino, cerdo, o como lo quiera llamar, pasará a formar parte de la historia de la familia y de la cuadra, a pesar de ser un NN.
Tal vez el destino de los marranos ponga triste a algunos. Sin embargo, hay otra realidad, que se transforma rápidamente entre el sacrificio y el comedor. Seguro que una vez servido en el plato, salvo que usted sea vegetariano, sentirá satisfacción por los seis mil pesos pagados por kilo en pie de este gordo sabroso.

Fotos | Cortesía para LA PATRIA
Hace seis meses eran unos lechones, aferrados a la mamá.
Listos para salir al mercado y convertirse en el plato más apetecido de diciembre.
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