Liset Espinoza
LA PATRIA | MANIZALES
José González, Bernardino Peña y Rodrigo Ramírez dejaron de tomar café cómodamente en algún establecimiento del centro de Manizales para hacerlo de pie, pues debido a la pandemia en estos lugares aún no se les permite el servicio de mesa por protocolos de bioseguridad.
“Tomar tinto así no es lo mismo porque en días como hoy que está lloviendo le toca a uno escamparse debajo de un árbol”, manifestó Rodrigo, quien se resguardaba de la lluvia, el viernes por la mañana, por el Parque Caldas.
Miramar, Nápoles, El Graduado y El Dorado son algunos de los sitios que ellos extrañan de la ciudad para sentarse a conversar y tomarse un buen café. Les preocupa la situación porque algunos negocios, debido a la crisis, han cerrado mientras que otros tratan de sobrevivir.
Solos
Mi país está ubicado en el edificio BCH de la Plaza de Bolívar. Era visitado por transeúntes y por trabajadores de la zona. Sin embargo, el coronavirus alejó a sus clientes y de paso redujo las ventas. “Muy grave porque la gente llega al negocio y como no tiene dónde sentarse mejor se va. En los edificios no nos dejan entrar a entregar el domicilio y así es muy duro porque no nos dejan trabajar”, expresó Héctor Gómez, su propietario.
Agregó que actualmente una hija le ayuda porque, según él, después de la 1:00 p.m. la Plaza queda sola como si fuera un día dominical. “No hay con qué pagar personal. Pérdidas del 90%. Se hace uno diario $30 mil”, comentó.
Cambio
Así, bajo una carpa cubierta de plástico, Café Tazzioli empezó a atender a sus clientes.
Café Tazzioli, ubicado en las Terrazas de la Catedral Basílica de Manizales, también trata de tomar aire en medio de la pandemia. Desde el primero de julio instalaron una carpa en la entrada principal de la Catedral para hacerse más visibles y ofrecer sus diversos tipos de café y demás bebidas calientes y frías.
“Bajamos algunas máquinas para hacer las preparaciones. La gente pide su café y se lo lleva. Estamos en un 10% de servicios por decirlo de alguna manera algunos días no vendemos nada y es complicada la situación. Intentamos salir adelante”, anotó Mauricio Marín, administrador del lugar.
Quién pase por la Catedral, encontrará una carpa con paredes laterales armadas con plástico y madera. Una de ellas tiene una ventana por la que el cliente, quién debe portar tapabocas, pedirá lo que desee tomar después de limpiar sus zapatos, manos y chequeo de temperatura.
“El funcionamiento de esto es proteger todas las máquinas, los implementos que usamos y en el momento de lluvia no estar expuestos al agua. En la noche lo que hacemos es guardar todo. La carpa sin las paredes queda ahí”, dijo Marín.
Agregó que el flujo no es igual, pero hacen todo lo posible para seguir ofreciendo sus productos en la medida que se pueda.
El dato
Los dueños y administradores de estos establecimientos están a la espera de que el Gobierno Nacional emita los protocolos de seguridad para poder ofrecer el servicio de mesa.
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