MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
La construcción del puente de Estambul, sobre la vía Panamericana en Manizales, está colmando la paciencia de las cinco familias que residen en el sector Casa Roja. Ya no aguantan más la caída de rocas, el susto de pasar desprotegidos junto a la obra y los constantes daños en las mangueras de conducción de agua.
Ya soportaron dos años en estas condiciones, mientras realizaba el puente el Consorcio Constructores de la Prosperidad (CCP) integrado por las firmas Latinco, HB Estructuras Metálicas, Mincivil y Termotécnica Coindustrial, como parte de la Transversal Cafetera, una doble calzada entre Manizales (Caldas) y Honda (Tolima) que construyen para el Invías.
Gumercindo Jaramillo, su cuñada Paula Andrea Fúquenes y Jhon Jairo Campiño, vecino de ambos, califican la situación como preocupante. Las cinco familias, integradas por 17 personas, entre ellos 7 menores de edad y un adulto mayor, tienen como único acceso a sus casas de residencia la vía vecina a la obra. Por allí tienen que pasar todos los días de salida y de regreso para sus sitios de estudio, de trabajo o a realizar alguna diligencia.
Es un camino destapado, que tuvo placas huella, pero que desaparecieron por la edificación, y por donde pareciera que obra y movimientos de tierra se les fueran a venir encima. Fuera de eso, el puente lo construyó CCP, pero por un fallo en los cálculos lo tuvo que empezar a demoler desde la segunda semana de agosto, las obras continúan (ver recuadro Antecedente).
Testimonios
“Mientras lo construyeron la primera vez, la caída de grandes piedras era constante. Gracias a Dios no pasó nada. Y cuando lo estaban tumbando no pusieron a nadie a controlar el paso, uno bajaba sin las medidas de precaución que tienen en las obras”, expresa Paula Andrea.
“Ya han dañado varias veces las mangueras con que traemos el agua desde un nacimiento, a unos 250 metros de las casas, las han tapado varias veces. Lo que nos toca es subir, identificar el daño, reparar y esperar si baja con la presión suficiente para disponer del servicio”, se queja Gumercindo.
“Vivo de las pesebreras, hay 19 disponibles, pero ocupadas 12. Muchos caballistas se los han llevado para otra parte, del miedo que les da bajar por esta vía. Esos trabajos nos han vuelto una nada las mangueras del agua y los cercos de cerramiento por donde pastaban los caballos”, asegura Jhon Jairo.
Gumercindo agrega: “Como tampoco dejaron canales para que el agua lluvia no ruede, cuando caen aguaceros esto parece un río”.
Ni los que tienen moto se salvan de la afectación por esta obra. Algunos se han visto en dificultades para transitar cuando la vía está mojada.
Más temores
Todos aseguran que nadie les ayudará a recuperar las inversiones para comprar metros de manguera para reparar los daños ocasionados en la conducción, Jhon Jairo $75 mil y Gumercindo $160 mil. “A uno le da pesar mirar lo que están tumbando, saber que esa cantidad de plata se perdió por errores en los trabajos, y tanta necesidad que hay”, reflexiona este último habitante.
También sienten miedo de que cuando por fin terminen el puente, la plancha que quedará debajo de la estructura se convierta en guarida de indigentes o sitio de consumo de alucinógenos. “Tengo una hija de 15 años, y tiene que pasar sola por ese riesgo cuando viene del colegio, igual mi esposa del trabajo en las tardes, y el resto de niños que estudian. No es justo que la comunidad tenga que pagar los errores”, concluyó Gumercindo.
Jorge Ricardo Gutiérrez, director del Invías Caldas.
“No conozco las denuncias de la comunidad, ni las quejas han llegado a mi escritorio. Pero les digo que todo se ha dejado limpio y se ha organizado varias veces. Si pasa algo hay que atenderlo. Me encargaré personalmente de solicitar al contratista que organice lo que esté dañado, y mucho más si se trata de servicios de agua. Cuando terminen las obras volveremos a dejar todo en las condiciones en que estaba, incluso que no quede con espacio para una posible invasión debajo del puente”.
Gumercindo Jaramillo, Casa Roja
Caen muchas piedras, es un riesgo caminar al pie de la obra.
Jhon Jairo Campiño, Casa Roja
Da miedo bajar por ahí, pero qué más hacemos.
Adriana Patricia Gálvez, barrio Villa Jardín
Por estas obras tenemos que caminar más para tomar el transporte público, pero si es para mejorar, qué importa, qué podemos hacer, adaptarnos a lo que haya.
El director del Invías le explicó a LA PATRIA en un artículo publicado el pasado 15 de este mes que estaban demoliendo la losa asfáltica del puente porque hay que construirla de nuevo ante el fallo en los cálculos. “Al instalarla, la estructura cedió, por el peso, y no conectó paralelamente con la otra parte de la vía”.
Allí habían invertido unos $12 mil millones en todo el puente, pero arreglar el error costará entre $1.200 millones y $1.500 millones. Aclaró que el consorcio asume los costos de las nuevas obras. Indicó que luego de superar el error, deberán hacer estudios y diagnósticos para revisar la calidad del puente en la entrega final y garantizar que no haya nuevos problemas.
Ayer, el funcionario aseguró que ni la interventoría del proyecto, a cargo del consorcio Interventorías para la Prosperidad, se dio cuenta durante la ejecución del proyecto, de las fallas en el cálculo. “Solo nos dimos cuenta al final, cuando ya estaba fundida la losa”. Ahora los trabajos se extenderán hasta fin de este año, anunció.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015