
Fotos | Martha Elena Monroy | LA PATRIA
Panadería a la entrada del barrio La Francia, de los sitios más concurridos del barrio, aunque en la Feria luce un poco vacío. Se espera que mañana, con el paso de los carritos de balineras, la esquina se llene.
ALEXANDRA SERNA
LA PATRIA | MANIZALES
Bajo el cielo despejado y soleado de estos días amanece la Manizales que está en fiesta, y también la que aún reposa en la recta final de las vacaciones.
Las 120 actividades de la quincuagésima séptima Feria de Manizales se concentran en Chipre, Plaza de Toros y sus alrededores, Centro con sus parques y plazas, avenidas Santander y Alberto Mendoza, El Cable, San Rafael, Milán, y en algunos barrios y veredas.
No obstante, hay sectores donde hablan de la Feria, pero sin que el ajetreo pasee por allí y quienes los habitan siguen su rutina como si no existiera la primera Feria de América.
Los cubículos de sombreros apilados y ponchos colgados que hay llegando a la Plaza de Toros, por la Avenida Centenario, desaparecen al voltear a mano derecha para bajar al barrio La Francia. La vía atraviesa una pendiente ladera al pie de Chipre, y durante dos minutos solo se observan árboles sin ninguna construcción en medio. El aire puro penetra a los visitantes.
De entrada, en una panadería, un hombre con sombrero aguadeño lee LA PATRIA a las 10:15 de la mañana, y un joven entra a comprar algo mientras otro lo espera en una bicicleta. A un costado conversan un hombre y una mujer al sorbo de un tinto. Al preguntarles por la Feria comentan que el barrio vive en paz, aunque resultan perjudicados porque las rutas de la buseta las desvían por detrás del barrio El Bosque y se demoran más para llegar a sus destinos.
"Ayer estuve en Expoferias y vi a la candidata de Colombia al Reinado del Café. ¡Ay, tan linda y tan pulida esa negra, creí que la habían pintado con carbón", expresa la mujer. Agrega que el único día en que se pierde la calma en el sector es cuando bajan los carritos de balinera (mañana), pero que de resto respiran tranquilidad.
Una vuelta por el resto del barrio asusta. Calles desoladas y pocos vehículos.
A las 10:45 de la mañana Ángela María Arredondo, administradora de una revueltería en el barrio Villa Pilar, termina de llenar un crucigrama de doble página. Su negocio está en un plan, diagonal a la iglesia y frente al Instituto Integrado Villa del Pilar.
Apenas entra una señora al local, Ángela se para de inmediato y la atiende. "Esto está muy calmado, más porque aún no comienzan las clases en los colegios. Las ventas disminuyen. Vea, en un día normal hacemos entre $140 mil y $160 mil; por estos días, solo la mitad".
Las calles están menos desoladas, pero la gente camina sin afanes, bajo un sol cada vez más picante. Quienes parecen con más prisa son los que entran al Instituto del Corazón (antiguo Seguro Social), donde según el vigilante el movimiento no ha variado, cerca de 500 usuarios y empleados ingresan a diario. "El problema es que atracan bastante por acá cerca y de noche no se ve ni un policía", asegura el guarda.
De camino al barrio Colombia, a un lado del cementerio San Esteban, hay un trancón en la Avenida Paralela, que recibe casi todo el flujo vehicular por los cierres de la Avenida Santander para las actividades de Feria. Son las 11:30 de la mañana, los pitos de los carros se vuelven más frecuentes y el ambiente se torna tenso.
Llegando al barrio, se siente el cambio y el alma descansa. Aún así las calles están más concurridas, propio de ese barrio tradicional. Carlos Arturo Montes charla con su hijo en una esquina. "Viví 15 años aquí, y ahora vengo cada año para la Feria. El barrio es tranquilo, pero muchos años atrás había cantinas y se presentaban peleas por esta época", cuenta Montes.
En el barrio La Sultana, al otro extremo y adonde se puede llegar por la Avenida Kevin Ángel, los cambios también se sienten. El traslado de las Fondas y Arrierías de la cancha de la Baja Suiza, donde el evento se realizó por lo menos en los últimos tres años, a la vía detrás del colegio INEM, afectó la dinámica comercial. La esperanza está en la llegada de los carritos de balinera, el próximo sábado.
"Esto está muy flojo, hay menos gente que el año pasado. Además, muchos arrancan por la tarde para el Centro, aunque lo bueno es que el ambiente está tranquilo", comenta Antonio Salazar, dueño de una cafetería. Los únicos que a las 12:00 del mediodía entran a su local son dos despachadores de cerveza. A esa hora casi todos los negocios de comida rápida están cerrados, aunque se observan varios transeúntes y filas de carros particulares parqueados.
La Francia, Villa Pilar, Colombia y La Sultana son ejemplos de que la Feria no contagia todos los rincones de la ciudad, sino que parecen remansos de paz donde los pobladores se dedican a sus labores o a disfrutar de estos días de relax.
Norman De Sola, La Francia
Es lo mismo que durante todo el año, y muy seguro.
Luz Dary Vallejo, Villa Pilar
Calmado, acá no se presenta nada de la Feria.
Juan de Dios Grajales, Villa Pilar
El barrio está muy solo porque la gente se va a otros sitios a disfrutar de la Feria.
Jorge López, Colombia
Calmado, pues mucha gente se va para el Centro.
Ignacio Rodríguez, La Sultana
No le he visto ambiente de Feria.
Juan Pablo Herrera, La Sultana
Está muy solo, antes había más movimiento y más plata para gastar.
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