MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
La camioneta Luv blanca 2300 en la que viajó el papa Juan Pablo II cuando llegó a Chinchiná, para celebrar una misa por los damnificados de la erupción del Volcán Nevado del Ruiz, ahora transporta acarreos y materiales a cargo de Hernán Barco García en Manizales.
El vehículo sirvió de papamóvil el 5 de julio de 1986, al volante del chinchinense Libaniel Cañas, quien era chofer del Municipio y a quien el alcalde Eduardo González Montoya le puso la tarea de movilizar al hoy santo en un trayecto de dos cuadras, desde la finca La Libia, donde aterrizó el helicóptero en el que venía, hasta la cancha de la fábrica Café Liofilizado (Buencafé), donde se realizó la ceremonia.
Hernán le compró este carro hace 18 años a Jairo Ochoa en Manizales, por $6 millones 500 mil, sin saber el personaje que había transportado. Recuerda que era una camioneta de estacas y que la necesitaba para trabajar más cómodo, pues antes lo hacía en moto.
Solo hace dos años, llevando un trasteo a La Florida (Villamaría), el papá del dueño del nuevo sitio de residencia le dijo: "Ese carro fue papamóvil, trabajó en Chinchiná". Hernán consideró que era bueno tener en sus manos un carro como reliquia.
Dos caras
Mañana se cumplirán los 31 años de esa visita papal a Chinchiná, y en ese entonces a Libaniel, el conductor de la Alcaldía, le tocó pasar por exámenes en el Batallón Ayacucho para cumplir con el delicado deber que le habían encomendado. Ese día, sujeto al protocolo de la Santa Sede, tuvo que ponerse vestido de saco y corbata y guantes de seda.
Aunque el papamóvil no tenía lujos, sí era un carro último modelo, 1986. Con tubos de pvc adaptaron en el platón de la camioneta unas barandas para que sirvieran de soporte, también le hicieron una escalerilla y le pusieron dos sillas por si el sumo pontífice o el entonces arzobispo de Manizales, José de Jesús Pimiento, quien lo acompañó, querían descansar.
La pinta de Hernán para trabajar la Luv es un blue jean y una camisa sport o una camiseta. Ya es una camioneta de estacas carpada, con su latonería desgastada y carcomida por el agua y el polvo. Las puertas hay que cerrarlas con fuerza para que aseguren, y la cabina también ha sufrido el rigor del tiempo. A su tablero, por ejemplo, se le ven fuertes averías. Hernán asegura que ha buscado en el mercado, pero no ha podido conseguir repuestos para cambiarlo.
Los compañeros de Hernán le dicen Chorizo. Se ubican todos los días por la carrera 25 entre calles 17 y 18 de Manizales, dos manzanas donde permanecen dueños y conductores de camionetas para ofrecer servicios de transporte.
Por allí tampoco saben que esta Luv de placas oficiales OUC 526 de Chinchiná, según ellos la más viejita de la zona, fue el carro que movilizó al hoy San Juan Pablo II.
Igual de viajero
Cuando Libaniel tuvo al papa de frente, en Chinchiná, se le arrodilló y le dio la bendición. Lo movilizó por unos 10 minutos, de llegada y de regreso, tiempo suficiente para que se sintiera más que satisfecho, tanto, que dice que este encuentro le cambió la vida, y que cuando tiene alguna dificultad se encomienda a él y le ora especialmente los miércoles.
Después de esta visita papal, la camioneta fue destinada a labores en la Alcaldía. Libaniel la manejó por unos ocho años más. Luego la vendieron, quizá a Jairo Ochoa a quien se la compró hace 18 años Hernán, quien no tiene mayores datos de sus antecedentes.
Chorizo señala que ha viajado mucho en la Luv y que como cosa especial nunca lo ha dejado varado lejos de su casa, los problemas mecánicos que ha tenido siempre han sido cerca del hogar. En el antes papamóvil ha trabajado para la Chec, Aguas de Manizales, Celema y otras empresas y personas. Ha hecho recorridos a Bogotá, Cali, Medellín, Ibagué, San Vicente del Caguán, Florencia (Caquetá), Armenia, Pereira y pueblos del norte, oriente y occidente de Caldas. Ahí sí parece que le heredó a San Juan Pablo II, quien fue llamado el papa viajero.
Si me necesitan
Del brillo y pulcritud de hace 31 años, para un magno evento como fue la visita papal, esta camioneta pasó a ser un carro de combate. En la cabina, Hernán carga lazos, destornilladores incrustados en los parales laterales, guantes tirados en el piso, trapos, un cortauñas, una cruz colgando de un lazo y un perrito pequeño. También una imagen pequeña de San Lázaro, porque por tradición los conductores la cargan, dice. En la parte de atrás, cobijas y un cojín para envolver y cuñar neveras o lavadoras y que no se dañen en los trasteos; también lleva pegado de las estacas internas una placa azul que dice Disneyland 35, y la infaltable escoba.
En ninguna parte hay una imagen de San Juan Pablo II, Chorizo asegura que durante un tiempo cargó una estampita del santo en su billetera, pero que se le desgastó y la botó, confiesa que tampoco le reza.
Sin embargo, en la parte superior del desvencijado tablero carga una Biblia pequeña y una novena bíblica a María Auxiliadora. "Cuando no estoy trabajando ni conversando con los compañeros, me gusta sentarme a leer salmos. Si me necesitan para movilizar al papa Francisco en su visita a Colombia, entre el 6 y el 10 de septiembre de este año, no es sino que llamen. El papa dice que no quiere carros de alta gama ni nada de lujo", concluye Hernán, el dueño del papamóvil caldense.
Aunque la esposa de Hernán Barco es partidaria de que vendan el papamóvil, él dice que está muy apegado al carrito y que se siente muy bien con él porque le sirve para viajar con confianza, como le gusta. De hecho recuerda las 21 horas que se tiró desde Manizales hasta San Vicente del Caguán, transportando un parque de madera hecho en Villamaría (Caldas), y no tuvo ninguna dificultad.
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